Nuestras Historias

Gisela, una mujer que ha superado prejuicios

En la capital del estado conduce una unidad de transporte que diariamente lleva a “sus niños” con bien de la escuela a sus casas

Foto: Demian Chávez, El Universal
07/03/2020 |07:10
Domingo Valdez
ReporteroVer perfil

Gisela Robles López dice con orgullo que lleva dos años y ocho meses en el programa de Movilidad Escolar del gobierno municipal de Querétaro como conductora de un autobús. En medio de un ambiente dominado por hombres, la joven mujer ha sabido destacar, aunque ha tenido que lidiar con prejuicios por ser mujer, no de sus compañeros, sino a veces de la gente a su alrededor.

Faltan unos minutos para las 18:00 horas. Gis, como le dicen sus compañeros de trabajo, se prepara para salir a cumplir con su turno vespertino en el programa de transporte escolar gratuito. Actualmente brinda servicio a una secundaria.

Gisela, junto su compañera Yunuhem, son las dos únicas mujeres que manejan un camión en este sistema.

“Manejando camiones llevo 11 años. Fue por mi esposo, él también maneja camiones de transporte público”, dice, al tiempo que menciona que lo más difícil es acoplarse a las dimensiones de las unidades.

Narra que le daba pánico manejar, pero a raíz de un accidente que sufrió su hijo en el transporte público fue cuando “abrió los ojos” y se decidió a perder su miedo a manejar. Eso fue su motor para decidirse a aprender a manejar.

“De principio fue aprender a manejar de forma particular. Nunca fue con la idea de dedicarme a esto. Pero poco a poco, a través de los años, me ha estado gustando, y cada vez le tomo más cariño y, sobre todo, ahorita que pertenezco a Movilidad Escolar, el trato con los niños me gusta”, indica.

Crecimiento constante

Le pide a uno de sus compañeros que le diga dónde está su unidad. “Esto ha crecido mucho. Es complicado encontrar los camiones”, dice con una sonrisa, debido a que, los ocupan para otras actividades.

En el patio de maniobras de las unidades de transporte escolar los camiones amarillos de transporte escolar ocupan la mayor parte del lugar. Hay autobuses, minibuses y vans que brindan el servicio.

Los operadores esperan, al igual que Gisela, que den las 18:00 horas para salir. Algunos de los camiones ya esperan con los motores encendidos. Algunos empleados los mueven para salir.

Gis se dirige a su camión mientras narra cómo fue la primera vez que manejó un camión. “Fue un domingo, en el transporte público. No había mucha gente, mucho tráfico y me animé. Me animé por la necesidad por la que estaba pasando. Tuve que vencer ese miedo.

Fue con mucho miedo y con pena. Pena, sobre todo, porque la gente no está acostumbrada a ver una mujer y [veía] sus caras de sorprendidos en las paradas (…). Al principio fue ver cómo muchas personas me admiraban, me echaban porras de distinta manera. Pocas personas fueron las que me dijeron cosas como ‘es mujer, mejor me bajo’. Fueron poquitas. Actualmente ya están acostumbrados a ver a las mujeres en diferentes trabajos que anteriormente decían eran para puros hombres”.

Apunta que incluso los mismos niños le llegan a hacer comentarios sobre su trabajo, pues piensan que sólo los hombres manejan los camiones. Su compañera (en cada camión viaja una asistente que resguarda la integridad de los niños) les dice a los chicos que las mujeres también manejan camiones y lo hacen bien, y que le tengan confianza porque llevaba mucho tiempo manejando unidades de transporte.

Poco a poco los niños la ubican. Incluso cuando no trabaja y la ven en la calle los niños la saludan. Sábados o domingo no falta que cuando pasea con su familia se encuentre en la calle a algún niño al que lleva todos los días a su casa.

Comienza el viaje

La unidad de Gis arranca mientras la joven mujer explica que trata de manejar de manera suave y cuidadosa. Al final, el instinto materno fue lo que la movió a trabajar manejando un camión.

“Cuando estoy en la parada estoy tal cual, como si fueran mis hijos. Ya los ubicamos hasta por nombres. Aquí los compañeros nos referimos a ellos como ‘mis niños’. Así nos acostumbramos.

“Incluso he tenido muestras de cariño de ellos hacia mí. A veces me dicen que no me vaya de esa ruta [los cambian constantemente] y a veces ellos se despiden tristes. Había una chiquita que de plano lloraba. Decía que ya no me iba a ver a diario. Procuro, cuando tengo oportunidad de coincidir en su escuela, de saludarla. Todos estamos aquí porque nos gusta el trabajo, buscamos tratarlos con calidad”, comenta.

Manejar transporte escolar en ocasiones es complicado, pues muchos conductores no respetan como debe de ser a los camiones con niños. Gis precisa que hay zonas de la ciudad de Querétaro donde no falta el conductor que se le cierra o incluso la llega a insultar. Pero ha aprendido a tener paciencia y comprender que quizá el otro conductor lleva prisa y ella está subiendo a los niños y obstruye un poco la vialidad, aunque siempre trata de orillarse y no estorbar la vialidad.

Agrega que siempre ha tenido el apoyo de sus compañeros. Siempre ha existido respeto y apoyo para brindar un buen servicio a los estudiantes.

Gisela se prepara para salir. Maniobra el camión hasta la salida. La unidad avanza suavemente mientras Gis voltea a los espejos para confirmar que no hay nadie alrededor. Sus chiquitos la esperan.