El templo del Carmen, en la esquina de avenida Juárez y la calle de Morelos, vuelve a recibir, como todos los años el 16 de julio, a los miles de devotos de la Virgen del Carmen que acuden al lugar para agradecer los favores recibidos y demostrar su fe en la advocación mariana.

Desde muy temprano, los feligreses acuden a las misas que se llevan a cabo cada hora, hasta la una de la tarde, y que luego vuelven a retomarse también cada hora a partir de las cinco y hasta la siete de la tarde, para que más feligreses puedan ir.

María Luisa Cruz Zamorano lleva un hábito carmelita y un escapulario al pecho. Atiende la tómbola que se ubica a un costado del templo de Carmen. Pertenece a la Cofradía de la Santísima Virgen del Carmen. En la cofradía, dice, propagan la devoción al Santo Rosario.

Devota de la Virgen del Carmen de toda la vida recuerda que sus padres les enseñaron en su familia la fe en la virgen, también conocida como la Estrella del Mar.

María Luisa lleva el hábito para agradecer a la Virgen del Monte Carmelo que haya curado de una enfermedad a su hermana, por lo que porta con devoción la vestimenta café con hilos dorados.

“Yo le pedí a la Santísima Virgen por la salud de mi hermana, porque le diagnosticaron un tumor en el cerebro y yo le ofrecí usar el hábito. Mi hermana salió muy bien. No la operaron, ya no hubo tumor”, relata.

Dice que usará el hábito de por vida todos los días 16 y los sábados. Lo hace con gusto y agradecimiento al favor recibido por la Virgen de Carmen.

María Luisa continúa con la tómbola, cuyos premios antes de la una de la tarde ya se han terminado.

Los feligreses no paran de llegar al templo Carmelita, donde tanto afuera como adentro se venden los escapularios, que de acuerdo a la historia, la misma Virgen le entregó el 16 de julio de 1251 al fraile San Simón Stock, en el Monte Carmelo, como símbolo del culto mariano, prometiendo librar del infierno a quien lo llevase puesto.

Una escultura de la Virgen del Carmen es colocada en el atrio del templo, por otra creyente mayor. La imagen la lleva Reyna Luna Pérez, quien también es una devota de la Virgen de toda la vida.

Proveniente de Santa María Magdalena, dice que ya entró a misa con su imagen mariana. “Cada año la traemos a misa. Ya la bendijeron. Encontramos la mitad de la otra misa, pero entramos a la de las 12 y ahorita ya nos la vamos a llevar a su pobre casa”, explica Reyna.

La imagen pertenece a un grupo de habitantes de la comunidad que en esta fecha aprovechan para llevarla al templo ubicado en el primer cuadro de la capital queretana.

Los devotos, gustosos de encontrarse con la imagen, se acercan para tomarse fotografías con ella. La imagen llevan los colores tradicionales de la orden: café, blanco y beige. El Niño Dios que lleva en brazos viste en color rosa y lleva un escapulario con hilo de plata.

Reyna Luna narra que fue a través de la iglesia que se hizo devota de la Virgen del Carmen. “Busco mucho a la iglesia. Incluso, cuando vivía mi mamá yo venía aquí a esta iglesia. Mi mamá también era devota del Virgen del Carmen.

“Cada mes, cada mes, el día 16 venía y nos traía. Apenas me acuerdo, estaba chiquita cuando me traía. Dejé de venir unos años porque tenía unos nietos que me había dejado una nuera, pero ahora vengo cada mes o cada tres meses. Cuando tengo un poco de tiempo porque yo soy sola. Ya no puedo. Ahora vengo con mi hijo, me acompañan las muchachas de la imagen, me dicen que la traiga. Adorno su capilla donde la tienen”, abunda.

Reyna explica que le gusta limpiar y adornar el lugar donde se encuentra la Virgen, además de agradecer los favores que ha recibido por parte de la también llamada Estrella del Mar.

Narra que no sólo ha sido un favor el que ha recibido, sino que han sido muchos. Entre éstos recuerda que una ocasión le diagnosticaron una hernia. Fue al Instituto de Seguro Social, donde no le hicieron mucho. Por ello fue a un sanatorio Mariano donde la revisaron y seguía con la hernia, que supuestamente ya la habían operado.

Sus hijos querían demandar el Seguro Social, pero ella les dijo que no, que ella sanaría en ese nuevo hospital.

“Yo soy católica y llamó a todos los santos que quiero en la enfermedad. Ese día me encomendé a la Virgen del Carmen, como mujer. Le dije: Madre mía, quítame estos dolores y que ya no sigan más adelante.

“Luego me dio una infección que agarré en el Seguro. Ahí me estuvieron revisando. Me dijeron que reposara, que me iban a operar la hernia. Pero después no han querido operarme. Le pido a la Virgen que me quite el dolor. Mientras no me duela soy feliz. No me han operado, pero me agarro de ella. Ese, digo que es un milagro que me hizo la Virgen del Carmen. Ella es muy buena para los milagros”, relata con fe Reyna.

Los devotos, tras acudir a las misas, hacen una parada obligada en los puestos de antojitos que se instalan sobre la calle Morelos. Desde la nueve de la mañana abundan los puestos de enchiladas queretanas, guajolotes (pambazos), tacos, gorditas, buñuelos, pan, jarritos preparados, papas, dulces, hacen las delicias de los feligreses que calman el hambre o el antojo.

Incluso el personal de las oficinas privadas como de gobierno cercanas al templo del Carmen aprovechan para hacer un almuerzo especial, pues no todos los días se tiene al alcance esta variedad de antojitos.

Los carmelitas se retiran satisfechos, luego de dar gracias a la Estrella del Mar por los favores recibidos durante el último año, esperando regresar para el próximo julio y cumplir con la tradición heredada desde generaciones atrás.

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