Un prostíbulo en la calle de Colón a donde los constituyentes acudían en sus ratos libres, el fusilamiento de un hombre por gritar “Vivas” a Francisco Villa, o una camilla que casi generó un conflicto internacional, son algunos de los hechos que ocurrieron en Querétaro durante la Revolución Mexicana, que este año cumple 111 años de su comienzo.
Querétaro, aunque no destaca mucho en los libros de historia por sus combates, tuvo batallas cruentas; en una de ellas hubo incluso 80 muertos.
Jaime Zúñiga Burgos, cronista del estado de Querétaro señala que los habitantes del estado poco se imaginan de los hechos que pasaron en la ciudad y sus alrededores durante los tiempos de la Revolución Mexicana.
En Querétaro, apunta, Francisco Villa y Venustiano Carranza se fueron alternando la estadía en la entidad.
Narra que durante la primera visita de Carranza a Querétaro, en el templo de La Congregación, hurtaron los vasos sagrados, custodias y cáliz.
“El pueblo queretano, muy católico, se inconformó y al día siguiente ya había un sospechoso, un soldado, aunque todos decían que había sido un teniente el de robo. El soldado fue fusilado en el kiosco del jardín Zenea. En una mesa, a un lado, pusieron los vasos sagrados ya recuperados”, explica.
Hubo combates entre villistas y carrancistas que dejaron 80 muertos, o paseos en La Cañada, donde convivían los revolucionarios.
“Desde 1914 hasta 1916 se alternaron a Querétaro como punto estratégico [villistas y carrancistas] porque aquí llegaban y la estación del ferrocarril era el cuartel. Llegaba el tren de Pancho Villa”.
El cronista dice que rescató la historia de los médicos que estuvieron en el Hospital Civil, cuando estuvo en donde hoy es Santa Rosa de Viterbo. De este pasaje, decía el director de hospital, llegaron a las tres de la tarde unos soldados vestidos como era la usanza, pero se notaba que eran revolucionarios.
Pidieron la atención de un médico y sólo estaba el director. Se fueron a la estación del tren y ahí, para sorpresa de este médico, sin conocer quién era, se dio cuenta -ya cuando lo había curado-, que era el mismo Pancho Villa, quien había recibido un balazo en una pierna.
Durante varios días lo fue a curar. En agradecimiento a las atención del médico, Pancho le regaló una mesa de operaciones, que después derivó en un conflicto internacional, porque esa mesa, que estuvo muchos años en el Hospital de Querétaro, había sido robada por Villa en Columbus, cuando incursionó en Estados Unidos.
Los estadounidenses querían que se les devolviera la mesa de operaciones, pero cuando vinieron a recuperarla, ya terminada la Revolución, el director del hospital ordenó enterrarla en donde están los jardines. Estuvo sepultada varios meses, hasta que la rescataron. La habían envuelto en tiras de sábanas. Esa mesa debe de estar en el Museo Regional de Querétaro.
Agrega que esta historia la rescató gracias a su cercanía con el gremio médico y que le permitió conocer este pasaje.
Durante las ocupaciones de Querétaro, narra, se dieron hechos que molestaron a los queretanos por sus creencias, como la quema de confesionarios que ordenó el gobernador José Siurob durante las intervenciones de Carranza en la ciudad. Incluso, Carranza mandó cortar el tercer arco del acueducto.
Cuando llegaba Villa a Querétaro, los ciudadanos lo veían como un salvador, porque los de Carranza habían mancillado los templos queretanos, como defecar dentro del templo de La Congregación.
Las soldaderas hicieron faldas con los manteles de los altares, las casullas servían como sudaderos de los caballos, mataban reses en el atrio, colocaban un perol y ahí servían de comer a los soldados.
En el año de 1917, durante las reuniones de los constituyentes para elaborar la Carta Magna, hubo muchos amarres tanto en La Cañada, como en las cantinas El Águila de Oro y Puerto de Mazatlán.
También recuerda la cantidad de liberales que actuaron en Querétaro, los de la masonería; se tienen contabilizados más de 90 integrantes. Por eso el espíritu de avanzada de la Constitución de México.
Zúñiga explica que frente al Teatro de la República había una plazoleta. Lo que hay actualmente con su aspecto contemporáneo, data de la época del gobierno de Antonio Calzada.
Se recorrió el balcón del Águila de Oro, que está del lado de Ángela Peralta y Juárez. Estaba cerca el Teatro de la República, la calle terminaba en esquina y se hizo una esquina extra para lucir el teatro.
En contraesquina del Águila de Oro estaba el Puerto de Mazatlán, donde actualmente hay una tienda de ropa. Y, donde hoy en día hay un restaurante, a un costado del Puerto de Mazatlán, se ubicaba la Casa Miguel, que era una tienda de telas, de casimires, propiedad de Miguel Saenz.
Durante esos años, en la actual calle de Colón, en una casa de una planta con acabados con estilo francés, una señora de nombre Enriqueta tenía un prostíbulo muy elegante ya a las afueras de la ciudad, a la altura de la Alameda.
Ahí, los constituyentes lo hicieron también un lugar que frecuentaban, pero por respeto la historia oficial no se consigna.
“Solteros, trabajando aquí, pues ¿qué haces’, sales a divertirte, a tomar un trago”. La historia oficial no pudo ocultar lo de las dos cantinas, una de ellas El Limoncito, aunque donde había más concurrencia de constituyentes era el Puerto de Mazatlán y el Águila de Oro, que según registros, sirvieron para los amarres que consolidaron la Constitución de México.