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Ubicado en el corazón del barrio Hércules, al noreste de la capital, la casona de la fábrica textilera que lleva el mismo nombre se ha transformado y hoy alberga un moderno hotel. Ahora, es un lugar lleno de vida donde el pasado pervive a diario con el presente.
Sus muros encierran décadas de historia del desarrollo económico, social, político y religioso no solo de la conocida región de La Cañada o conocida también como Hacienda Molino Colorado, (hoy Hércules), sino de todo el estado de Querétaro.
En el año 1591, Diego de Tapia, hijo de Fernando de Tapia “Conín”, fundó el Molino Colorado, dedicado a la producción de trigo. Años después, Cayetano Rubio, industrial de origen español, adquiere el inmueble y en el año 1838 inicia la construcción de la fábrica de Hilados y Tejidos “El Hércules”, la más moderna de su época, la cual arrancó operaciones en 1846, para luego cerrar sus puertas de manera definitiva hasta el año 2019, tras 173 años de trabajo.
La casa es parte vital del inmueble de la que fuera la fábrica textil más antigua e icono del desarrollo industrial del estado de Querétaro, que lo mismo recibió al emperador Maximiliano de Habsburgo que al expresidente Porfirio Díaz.
Un testigo vivo de la historia
De acuerdo con información de la Secretaría de Turismo, en la residencia del administrador en 1864, estuvo el archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo; donde hizo recambio de cabalgadura y se vistió con el traje de gala para entrar a la ciudad de Querétaro.
Durante la batalla del Sitio de 1867, que enfrentó a los ejércitos imperiales Franco-Mexicano y el Republicano, una parte de este inmueble fue habilitada como hospital de sangre por parte del bando republicano.
Tiempo después, en épocas menos beligerantes, en diciembre de 1903 el general Porfirio Díaz visitó la fábrica y admiró su moderna maquinaria inglesa.
“Este lugar representa el punto central del desarrollo de Hércules, tanto social, económico, político y religioso, pero también un pueblo de costumbres y tradiciones”, sostiene al respecto Felipe Alcántara Alonso, Cronista delegacional.
Recuerda que Cayetano Rubio, a lomo de mula desde el puerto de Tampico y recorriendo la Sierra Gorda, hizo traer de Europa tanto la maquinaria como la mano de obra calificada para el armado de cientos de máquinas tejedoras y otras más para la separación de hilos.
En ese tenor, toma la decisión de traer a la familia de este personal para que pasen a morar a la casa de la textilera.
De esta manera Cayetano Rubio empieza a conformar su emporio industrial, no sin antes trabajar en la construcción de un acueducto que garantizó el abasto del recurso hídrico a sus líneas de producción.
Felipe Alcántara refiere que para el año1846 la empresa textil trabajaba con la fuerza del agua, que venía desde El Zamorano, después con vapor, más tarde con chapopote, para finalmente operar con electricidad.
“Su personal operativo empieza a armar cada maquina; eran cientos de máquinas tejedoras y maquinas separadoras de hilos, así empieza a conformar su emporio industrial, pero también empiezan a surgir las primera tradiciones y costumbres como las noches de las farolas que después se convirtió en el tradicional Gallo, además del Ante (grupo de coros de hombres y mujeres)”, refiere.
Para la casa marcada con el número uno de la avenida Hércules, Cayetano Rubio también hizo traer de Carrara, Italia, una escultura en mármol del “Hércules”, la cual hoy da la bienvenida al entrar al nuevo hotel.
Y, es que luego de operar como molino de trigo y empresa del ramo textil, en el año 2011 transforma instalaciones para enfocarse a la producción de cerveza, que sigue hoy día. Y es partir de este 2023 que amplia su actividad a llamada “industria sin chimeneas”: el turismo.
“Se inició la restauración y rescate de lo que viene siendo la casa donde se encuentra la escultura del Hércules que fue traída de Carrara, Italia, en la década de1850 a 1860”, precisa Alcántara, al comentar que los trabajos del edificio del siglo XIX estuvieron a cargo de personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Así, la extinta fábrica de textiles está vigente y sigue escribiendo páginas en la historia.
Su presente abierto al turismo
Hoy la antigua casona de la fábrica luce una nueva imagen; una fachada en color rosa pálido y frondosa vegetación de la región, conforman una combinación del pasado recordado con la modernidad.
La nueva oferta hotelera en el pueblo con más historia de Querétaro tiene cuarenta habitaciones, dos restaurantes, además de un spa, alberca, cancha de voleibol, gimnasio y patios.
Así, el proyecto rescata así los antiguos espacios industriales y los transforma en un lugar recreativo y de descanso único.
Es un lugar que se ha sumado al dinamismo económico del estado, pero siempre respetuoso de las tradiciones y costumbres de su pueblo.