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Cuando Diego de Tapia, hijo de Fernando de Tapia, o Conín, pidió tierras para su mantención, no imaginaba que ese rancho que solicitó en La Cañada y la ciudad de Querétaro con los años se convertiría en el barrio de Hércules, con su fábrica que originalmente era un molino y que además fue puesto a disposición de Maximiliano de Habsburgo por su dueño.
Gustavo Pérez Lara Hernández, promotor cultural de la Secretaría Adjunta de la Presidencia Municipal de El Marqués, explica que para hablar del pueblo de Hércules se debe de hablar de una fecha especial: el 27 de octubre de 1537, cuando se da la cédula de fundación de la ciudad de Santiago de Querétaro, donde se dice que vecinos de La Cañada le piden al rey Carlos I de España que se funde una ciudad capital con todos los servicios, incluyendo la milicia, para repeler a los chichimecas.
La cédula dice que desde el monasterio de San Francisco (en las actuales Corregidora y 5 de Mayo) se cuente media legua a la redonda, llegando esa distancia hasta donde está la estatua del Santiago Peregrino, en la carretera rumbo a La Cañada, en la entrada al fraccionamiento Milenio.
En 1537 aún existía el pueblo de Hércules, pues ese sitio dividía a la ciudad de Querétaro de La Cañada. Décadas después, en 1571 muere Conín, ya teniendo su posición de gobernador. A su deceso, esperan 10 años para que su hijo Diego crezca, sea mayor de edad y pueda ocupar su puesto.
Don Diego toma su puesto como gobernador y para retirarse satisfactoriamente en lo económico, le pide al virrey, en 1591, un rancho, deseo que le fue concedido. “Ese rancho lo logra quitándole terreno a La Cañada y dándole a la ciudad de Querétaro. Desde donde están actualmente el Santiago Peregrino, hasta el Pan de Dulce. A ese rancho le llama el rancho del Molino Colorado, porque en 1592 comienza con la construcción de uno, que le ayuda para hacer su producción de harina de trigo.
Ese molino estaba ubicado en donde está actualmente la fábrica Hércules. Diego de Tapia pinta de “colorado” su molino para no afectar el cromado ecológico del entorno, porque los cerros de alrededor son rojos. No tenía la idea de pintar de blanco, como se lo exigía el virreinato”, subraya.
De hecho, recuerda Pérez Lara Hernández, a la presa del Diablo se le conoce con ese nombre por su color, puesto que también la mandó hacer Diego de Tapia, como un contenedor hidráulico para cuando hubiera sequía y de esa manera hacer su molino producir todas las veces que quisiera con el movimiento de las aguas.
Cuando Diego muere esta propiedad pasa a manos de su hija María Luisa, que también fue fundadora del convento de Santa Clara y todas las hermanas de la caridad se dedicaban a la producción de la agricultura, para prioritariamente abastecer el negocio de las panaderías.
Con las guerras de Independencia y Reforma, las propiedades y poder del clero comienzan a desaparecer, y un regidor de Querétaro, de nombre Cayetano Rubio, se interesa, además de dedicarse a la política, también abocarse a la cuestión de la industria.
“Era originario de Cádiz, España. Ese tipo de personas se consideran como los ancestros de todos los lugares donde estén. Recurren a la mitología para demostrar que los nacidos en Cádiz están emparentados con seres mitológicos. Cayetano Rubio pone una fábrica de textiles y siderúrgica.
Se rumora que, incluso, los barandales de la Casa de los Cinco Patios, que perteneció a Cayetano, fueron fabricados en Hércules. Con la llegada de este empresa, en 1838, empieza a decirse que ya no es el rancho de molino colorado, sino que es el pueblo del Hércules, porque se le pone a la empresa ese nombre”, abunda.
Es Rubio quien comienza a construir casas iguales para que puedan vivir ahí sus trabajadores, siendo pionero en este rubro. Luego sólo la fábrica de El Hércules, se comenzó a abreviar sólo como Hércules, siendo una de las fábricas más grandes en América de su tipo.
Cayetano Rubio logró el funcionamiento de su fábrica porque notó que el viejo molino colorado aún funcionaba y podía ser productivo para su negocio.
“El pueblo de Hércules también es importante, porque al ser líder en producción, en algún momento sus trabajadores, según algunos documentos, se reúnen para hablar con Venustiano Carranza, cuando llega a este lugar, en 1916, y por ello le comentan las necesidades que tienen para que se den garantías laborales.
Entonces se dice que la fábrica de Hércules es el santuario donde se forjó el artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, justo por esa situación”, precisa.
Un barrio con tradiciones, pero también con historias, anécdotas y datos que se pierden en la oscuridad de los tiempos.