María Consuelo Hernández León, quien atiende el puesto de tamales y atoles que iniciaron sus padres a un costado del mercado de La Cruz hace más de tres décadas, revela que este 2 de febrero, Día de la Candelaria, aumenta la venta de estos productos hasta 70%, por quienes que tienen que pagar los tamales por haber encontrado el niño Dios en la Rosca de Reyes.
El olor a los tamales y al atole llena el aire. Al puesto, en la víspera del 2 de febrero, acuden los clientes que buscan entrar en calor; son constantes y fieles, explica Maía. “¿Tiene verdes?”, preguntan cuando llegan hasta donde ella y dos jóvenes más atienden a los comensales.
“La mayoría de los clientes se llevan bastantes tamales en la Candelaria. Un día antes está normal. Hemos tenido pedido para el 2 de febrero. Son de 80, 30, 100 tamales”, indica María.
Narra que hace 35 años sus papás, María Consuelo León Muñoz y J. Trinidad Hernández Rosas, empezaron el negocio. Su madre les vendía, en un inicio, a los Cómicos de la Legua. Les entregaba pedidos diariamente, durante aproximadamente tres años, durante la dirección de Wilfrido Murillo.
La jornada para María Consuelo inicia a las seis de la mañana, cuando llegan a su lugar de venta, y termina a las 11. Tras 35 años de venta, señala que tiene su clientela, a pesar de la competencia cercana, donde hay otro puesto de tamales. “Cada quien tiene su clientela. Estábamos solos, somos los que iniciamos aquí. Luego llegó la señora Alfreda, nuestra compañera. Siempre hemos tenido relación cordial con ellos”, dice.
Apunta que el tamal más vendido es el verde con carne de puerco. Los tamales oaxaqueños, también en su oferta, son bien recibidos por los comensales. Hacen cuatro: pollo y puerco, en salsa verde y roja.
Una mujer llega preguntando si tienen tamales rojos y verdes. María responde que vienen en camino más tamales, para satisfacer la demanda del tradicional antojito de la comida mexicana, y que no pierde adeptos, pues es de los más queridos.
Las tortas de tamal o guajolotas el 2 de febrero casi no se venden, pero en días comunes son muy buscadas por la gente. Venden alrededor de 50 al día, principalmente entre originarios de la Ciudad de México.
“Se empezaron a vender alrededor de los ochenta, cuando fue el temblor (1985) cuando se vino mucha gente de allá. Nos las pedían y se las empezamos a hacer, pero antes no se vendían las tortas de tamal. Es en esos años cuando se dio el auge de la torta de tamal”, enfatiza.
La oferta de atoles incluye regularmente guayaba, chocolate y arroz con leche, variando con sabores como cajeta, fresa y nuez. Así como café de olla.
María y los dos jóvenes, ahora apoyados por un tercero que se suma al puesto, no se dan abasto para atender a los clientes que llegan. Es casi media mañana, pero aún los queretanos buscan un tamal y un atole para calentar el cuerpo ante bajas temperaturas y llovizna.
María dice que en estos días de frío se vende un poco más que cuando hace calor, aunque las ventas siempre son buenas. Ello, a pesar que en estas fechas los clientes no acuden como en otras temporadas por la construcción del estacionamiento del mercado de La Cruz. Aunque, por otro lado, los trabajadores de la obra van a comprar su desayuno con ellos. Se compensa una cosa por la otra.
La oferta de tamales se da en diferentes puntos de la capital queretana. Los mercados son algunos de los lugares donde los comensales acuden por sus tamales para pagar la deuda de la Rosca de Reyes. Pero también lo hacen en la calle de Arteaga, en el primer cuadro de la capital del estado, famosa por sus locales especializados en el antojito.
Ahí, los clientes pueden elegir entre los locales que ofrecen su sazón. Al respeccto, indica la tradición que no deben prepararse con la cocinera enojada, pues no tendrán una cocción uniforme y estarán crudos.
Las calles también se convierten en centros de abasto de tamales. En las esquinas, ya sea en puestos semifijos, como los que se ubican en las esquinas de la plazuela Mariano de las Casas o los triciclos que se ubican en la esquina de Madero y Ezequiel Montes, o en avenida Universidad y Juárez, los queretanos se surten para pagar la tamaliza.
Este viernes, ya sea en las casas, oficinas y talleres, en familia, con los compañeros de trabajo o los amigos, los queretanos cumplirán nuevamente con la tradición de comprar y compartir los tamales. Ello sin importar el gasto que se haga para pagarlos. El momento de convivencia y la tradición, al final, es lo que cuenta a pesar de las nuevas costumbres y de la modernidad.