Jesús González termina un arreglo floral. El joven de apenas 18 años de edad, originario de Torreón, Coahuila, dice que llegó a este negocio por casualidad, pues no tenía trabajo y poco a poco le encontró el gusto al giro.
Narra que llegó a Querétaro hace seis años, cuando apenas contaba con 12 años de edad, buscando un mejor porvenir, pues en su ciudad natal había abandonado la escuela, para la cual, dice, nunca fue bueno.
Señala que desde hace cinco años se dedica a la florería, que aprendió el oficio viendo. “Eso es esencial para aprender… y regándola, claro. Unos me salían bien feos, pero para todo hay gusto”, dice bromeando.
Indica que los primeros arreglos que hizo eran muy sencillos, y que llegó a este giro de casualidad porque no tenía trabajo. Entonces vio la oportunidad de entrar a laborar en una florería y poco a poco le fue “encontrando el gusto”.
“Como me gusta dibujar, me gusta combinar colores, todo eso, y ya ahora me gusta mi jale. Ya no seguí estudiando. Acabé la secundaria. No salí bueno para la escuela, salí bueno para los golpes. Estuve aprendiendo un rato box”, recuerda.
Jesús no para de trabajar. Acomoda diferentes tipos de flores en arreglos que elabora para lucir en la florería, en espera de que un cliente lo encuentre atractivo y lo compre.
Los arreglos y ramos que ofrecen en la florería donde trabaja son para toda ocasión. Lo mismo para un cumpleaños que para un regalo de pareja, como para un difunto. Son versátiles.
Una pareja se acerca a la florería. Observa con detenimiento los arreglos y ramos que están en la puerta y en unas repisas. Otro joven que trabaja en la florería se encarga de atender a la pareja, la cual pide ver algunos arreglos y ramos. Luego de unos minutos se decide por llevar un ramo que les es entregado.
Jesús observa a la pareja que atiende su compañero. No deja de hacer el arreglo floral.
En la florería, por la cercanía con el panteón Cimatario, es común que la gente acuda a comprar flores para llevar a las tumbas de sus seres queridos, pero también acuden personas sabedoras de la oferta que hay en esta calle, que van por un regalo para la pareja en su cumpleaños, o como un presente sin que medie una ocasión especial.
Jesús dice que antes de trabajar en la florería en Cimatario, laboraba en una ubicada sobre la avenida Ezequiel Montes.
Explica que el chiste es encontrar la manera de sobrevivir y forjarse un futuro. “La perseverancia es estar listo. Te aferras, te aferras, tarde o temprano le vas a pegar. Hay que estar bien listo, aprovechar las oportunidades”, precisa.
Asevera que en Querétaro ha encontrado un buen lugar para vivir, una ciudad llena de oportunidades y muy tranquila, aunque el año pasado, por la emergencia sanitaria por el Covid-19, se vio en una situación más complicada.
Añade que como las florerías no eran negocios esenciales, se mantuvieron cerradas durante el confinamiento para contener el avance del Covid-19. Durante ese lapso trabajaron a puerta cerrada, pero la autoridad sanitaria llegó a hacerles inspecciones.
Por ello, tuvo que regresar a su natal Torreón, con su familia, por unos meses. Luego, cuando las condiciones sanitarias mejoraron y comenzaron a abrir los negocios, pudo volver nuevamente a Querétaro.
“Nos cerraron. Cada quien se fue a su rancho. Me regresé a Torreón, pues aquí no dejaban trabajar. Me aventé allá como dos meses. Cuando nos dejaron trabajar me regresé”.
Jesús precisa que su familia le decía que se quedara en Torreón, que ya no regresara a Querétaro, pero él tomó la decisión de volver, de regresar a su trabajo y a continuar buscando su futuro en su empleo.
Añade que también está tranquila la ciudad y el clima es bueno. En el futuro, asevera, le gustaría seguir haciendo lo mismo, pues la florería se ha convertido en su pasión.
El arreglo que elabora Jesús comienza a tomar forma e inicia con otro que ya está comenzado. Con destreza corta las hojas y espinas de una rosa y la coloca en el arreglo que ya tiene unas flores blancas.
Mientras, no para de ver a la calle, en espera de que ingresen los clientes. La última semana de octubre y la primera de noviembre, en su giro se registran mayores ventas por la celebración del Día de Muertos. Una época para recuperar lo mucho que se perdió durante el confinamiento por la pandemia.
Jesús tiene un pensamiento sencillo. Es consciente de que el dinero no es la felicidad, pero da cierta estabilidad en la vida que permite que ésta sea más llevadera. Algo que aprendió durante este tiempo es que con dinero, si se padece una enfermedad, se tienen los recursos para curarse, para obtener buena atención médica. “Te da una estabilidad”, comenta.
El joven lagunero continúa con su trabajo entre las flores. Observa por todos lados el arreglo terminado, mientras avanza en el otro. Al mismo tiempo, aclara una duda de su también joven compañero de trabajo. Hacen buena mancuerna.
Ambos regresan a sus actividades rutinarias. El compañero de Jesús vuelve a tomar un manojo de flor a la cual le quita las hojas de los tallos, mientras el joven coahuilense acomoda el recién terminado arreglo junto a los otros.