Jaime dice llamarse así, Jaime, a secas, o Jimmy, y asegura que no le interesa la riqueza desmedida. Este ciudadano brasileño radicado en Querétaro sólo busca trabajo y un poco de sol.
En el estacionamiento de una plaza comercial en la carretera a Huimilpan, Jimmy ofrece a un conductor lavar su auto. “No tardo más de 20 minutos; en lo que haces tus compras, lavo tu coche”, ofrece. El conductor accede y el hombre inicia su labor.
Dice que le gusta mucho México y Querétaro, en particular. “Es muy buena la gente. Gracias a Dios tengo este trabajo para mí, le doy muchas gracias a la gente, porque me da recursos. Soy una persona buena, sólo quiero vivir en paz”, indica.
Afirma que México es un país muy grande y muy bonito, aunque reconoce que hay muchas cosas por mejorar.
Junto a Jimmy hay un par de hombres más en el estacionamiento del centro comercial. También se ganan la vida de la misma manera: caminan entre los vehículos, esperando para ganarse unos pesos.
Jimmy cuenta que vivió en Estados Unidos, específicamente en la ciudad de Chicago, durante 20 años.
Agrega que nunca tuvo problemas con el gobierno o políticos. Únicamente se dedicó a trabajar y ganarse la vida.
Sin embargo, dice, el clima era terrible, por lo que decidió migrar a un lugar con más sol. Por eso llegó a Querétaro. Precisa que se casó en México, en Salamanca, Guanajuato, y tiene una hija de 10 años de edad.
El hombre sigue con su trabajo; quita el polvo de la carrocería. Dice que acude a trabajar a ese centro comercial tres días a la semana, aunque en ocasiones apenas lava un carro al día. Cuando hay trabajo son ocho. Aun así, dice que le gusta mucho vivir en México, “me gusta la comida, la cultura, me gusta el clima, es muy bonito, porque en Chicago hace mucho frío”.
En aquella ciudad trabajaba en un pizzería de un ciudadano italiano. Ahora, en México, lava coches, explica mientras ríe.
Reflexiona un poco de la vida. Platica que no le importa el dinero de manera exagerada, que basta con ganar para vivir.
“A mí no me importa el dinero. Tengo una familia que es más rica en Brasil, pero dejé todo, dejé el dinero. Sólo quiero vivir, porque un día vamos a morir, un día nos vamos a ir y ya.
“Mucho dinero hace que se peleen los hermanos. Soy pacífico, no me gusta pelear por dinero, no me importa el dinero, me importa ser feliz, respeto a la gente, vivo en paz, soy feliz. Nada más”, subraya.
Jimmy sigue lavando el coche. Una mujer se le acerca y le da un plato con comida, el cual agradece y coloca bajo la sombra de un árbol, donde también guarda sus cosas, como cubetas y algunas franelas.
Añade que algunas ocasiones las personas no le hablan cuando notan que es extranjero.
Sólo quiere ganarse la vida lavando coches mientras encuentra otro trabajo que no lo obligue a estar sólo en la calle.
Sin embargo, señala que por su edad, 60 años, no le dan trabajo tan fácil. Pone como ejemplo una experiencia que tuvo en días pasados, cuando acudió a pedir empleo a una gasolinería, pero el puesto sólo era para jóvenes de 18 a 35 años.
Añade que no tiene vicios y se ha conservado en buen estado de salud, por lo que, a pesar de su edad, se siente fuerte.
El ciudadano carioca termina de lavar el coche del cliente. Otro hombre pasa a un lado y lo saluda. Jimmy le pregunta si quiere que le lave el vehículo. Responde que “esta vez no”.
El cliente que lavó su automóvil regresa tras comprar en el súpermercado de la plaza comercial. Jimmy no tardó más de 20 minutos. Cobra 60 pesos por la lavada. Agradece la confianza al cliente.
Luego, exprime sus franelas y las vuelve a colgar en los tubos para que el sol de media mañana las seque.
También lleva sus botes, los coloca en donde no estorben a los automovilistas que llegan a comprar a la zona.
Dos mujeres llegan al punto y cuando pasan cerca de Jimmy lo saludan con familiaridad. El hombre responde de la misma manera. Camina de un lado a otro del estacionamiento.
Espera a otro cliente para lavar otro coche y tener el sustento diario, mientras encuentra un empleo más formal.
Por ahora, con optimismo, sigue con su trabajo, con su actividad en el estacionamiento. Va de un lado a otro, espera la llegada de los clientes y así poder lavar un auto más.
A lo lejos, las otras personas que trabajan en el estacionamiento esperan lo mismo.
Los clientes de la plaza comercial también pueden ser sus clientes, esperan bajo el sol matinal, en otro día en el estacionamiento.