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Josefina Fuentes, vendedora de ropones de Niños Dios, viste a uno con la ropa del Niño de la Salud, por petición de Juan Córdova, quien de esa manera agradece los favores recibidos por haberse recuperado de una enfermedad.
Como él, muchos devotos queretanos cumplen con la tradición religiosa de vestir a sus niños para conmemorar el Día de la Candelaria.
La comerciante espera a sus clientes a un costado del mercado de La Cruz, donde tradicionalmente se instalan quienes se dedican a vestir Niños Dios. Hasta ahí llegan los devotos queretanos que cumplen con la tradición de vestirlos y llevarlos a misa este 2 de febrero.
La comerciante es de las primeras en instalar su puesto. A las 10 de la mañana está listo para la venta y los clientes, como Juan, no tardan en llegar.
Juan precisa: “Me operaron hace poco. Se me reventó la apéndice, entonces se me regó a los intestinos [peritonitis]. Fueron como seis operaciones. Es una forma de darle gracias, más que nada, esto tiene ya año y medio. Ahorita me acaban de reconectar y la última operación fue hace como seis meses”.
Reconoce que la atención médica que recibió fue de primera, en el Hospital del IMSS en El Marqués. Apunta que el Niño Dios es de su mamá, quien lo tiene desde hace cuatro años. Antes lo vestían de otro tipo de atuendos más sencillos, pero este año hay que dar gracias.
Josefina termina de vestir al Niño Dios y lo entrega a Juan, quien observa con satisfacción el trabajo. Coloca al Niño de la Salud dentro de una mochila, asegurándolo bien, pues viajará en motocicleta y debe de llevarlo firmemente sujeto.
Este año los puestos de ropones de Niño Dios son menos que en años anteriores. Así lo obliga la construcción del estacionamiento del mercado de La Cruz, pues no pueden usar estacionamientos que quedan libres y que llegan a ser insuficientes para la clientela. Pese a ello, los feligreses llegan al mercado para buscar, previo al Día de la Candelaria, el ropón ideal.
Al puesto de Josefina también llega Mireya Torres, quien pide presupuesto y ropón para su Niño Dios, de dimensiones más pequeñas que el de Juan. Explica que el Niño es de su nieta de ocho años, su única nieta. Su hijo, destaca, después de 15 años de casado se convirtió en papá y a ella en abuela, y “cómo no darle todo a la única nieta. Entonces, todo lo que quiere. Todo sea por la nieta”.
La orgullosa abuela elige el ropón y la cobija para el Niño. Le falta la silla, pero no hay del tamaño para la figura.
Josefina recuerda que desde hace más de 40 años se dedica a vender ropones para Niños Dios en el mercado de La Cruz, siendo una tradición familiar.
Señala que es un oficio muy especial que conservan y que se transmite de generación en generación, sin que se pierda el gusto por hacerlo.
Antes, dice, se vendían trajes de santos, como San Judas Tadeo, el Sagrado Corazón y el Niño de la Salud, siendo los más buscados. “Otros santos son menos reconocidos y actualmente aquí, en Querétaro, los padres [católicos] han estado inculcando a los feligreses la compra de ropones, que los Niños Dios tiene que ir vestidos de blanco, de colores cálidos, para que no se confunda con ningún santo, porque al final de cuentas es un Niño”, explica.
Comenta que en Querétaro no es común que los devotos pidan ropajes “exóticos”, como el Niño futbolista, Niño luchador. Aunque el que sí llegan a pedir con cierta regularidad es el Niño doctor, que es más reconocido en el estado de Puebla, al igual que el Niño cirujano. Sin embargo, este año los ropones se han impuesto en las ventas.
“Incluso, el pasado fin de semana cuando nos pusimos, la gente buscaba tallas 40, tallas 45. Fue mucha la demanda, entonces fue mucha la venta. Ahorita ya sólo tengo tallas chicas de ropón. Se puede decir que se terminó”, abunda.
Precisa que el costo del ropón y los accesorios depende en mucho del tamaño del Niño Dios, pero lo que busca es que la clientela se vaya contenta, pues gusta de ofrecer productos de calidad y a buen precio.
“Mis precios de vestidos no ostentan más allá de 500, 550 pesos. Hay lugares que cuestan hasta 600, 850 pesos. El bolsillo del consumidor no está para pagar esos precios. Nosotros también tenemos que adaptarnos a las situaciones económicas que está pasando la ciudadanía con la cuesta de enero. Pero aún así, la cuestión de la fe mueve, y los católicos vienen y compran nuestros productos relacionados con el Niño Dios, para que estas festividades no se pierdan”, destaca Josefina.