Construida hace 12 años, la Capilla de las Ánimas o Capilla de los Exorcismos, como se le conoce comúnmente, es uno de los sitios más enigmáticos de la Basílica de Soriano, en Colón, en el estado de Querétaro, en la cual, tras una serie de protocolos, un cura autorizado puede llevar a cabo el ritual para expulsar al “maligno” de las personas poseídas.
Edificada bajo la tutela del padre Juan Manuel Pérez Romero, quien falleciera hace un año por complicaciones derivadas de la Covid-19, la capilla sirve para las liberaciones y los exorcismos del rito antiguo.
El viento frío mueve las copas de los árboles que se ubican afuera de la capilla. Fernando Piña Hernández, padre confesor en la Basílica de Soriano, camina hacia la misma.
Para llegar hay que acceder por la parte de atrás de la basílica, pasar por varios pasillos, bajar unas escaleras y cruzar un jardín amplio.
La capilla luce sencilla; en los vitrales se representa el purgatorio, donde las almas que expían sus culpas se preparan para ascender al cielo. Una imagen de Jesús a un costado, con un altar libre de imágenes, sólo con una pequeña cruz, bancas para una decena de personas y dos figuras de los arcángeles Gabriel y Rafael al fondo de la capilla, es lo que se puede observar.
Afuera del lugar, un gran espacio al aire libre, con árboles altos, cuyas ramas “rechinan” cuando las mueve el viento, completan el entorno.
Fue bendecida el 7 de febrero de 2010, con funciones propias para la oración y la eucaristía para las benditas ánimas del purgatorio. Además, fue consagrada con una oración especial para realizar en ella ritos liberadores, como la realización de exorcismos.
Su estilo es antiguo, otomí por su techo en medio de cañón, como las capillas de ánimas de esta región, explica el padre Piña Hernández.
El párroco explica que el exorcismo es una bendición. Para realizarlo primero tiene que existir un padre autorizado exprofeso, un exorcista nombrado por el obispo de la diócesis en la cual se encuentre. Ese padre tiene que solicitar al obispo realizar el exorcismo cuando el poseso tiene ciertas características.
Pasa por un proceso, explica el padre, durante el cual a quien se le realizará el ritual se le hace entrevista, es visto por un psicólogo y además debe existir una manifestación como la levitación de objetos, que se muevan muebles, que la persona hable lenguas muertas o antiguas, que la persona tenga aversión a lo sagrado o rechace cualquier objeto sagrado sin que él sepa que tiene esta característica. Cuando cumple con esto ya se puede hacer el exorcismo.
“Es un ritual que se realiza en latín, ese es el rito antiguo. Hay otros adaptados a las conferencias episcopales y ya vienen en español. Aquí [la capilla] fue construida para el rito antiguo, el rito completo, que tiene toda una estructura, desde que se recibe [a la persona], la profesión del credo, la renovación de las promesas bautismales, la lectura del Evangelio y de algunos Salmos.
“Después vienen oraciones deprecativas, luego vienen las imperativas, y se sigue el proceso. El exorcista está acompañado de un equipo que le ayuda a que al poseso no le ocurra [hacer] un daño físico.
“Normalmente hay una enfermera o un médico. Hay algunas otras personas que le ayudan a hacer oración y otras que le ayudan a discernir”, dice.
Agrega que un cura para ser exorcista tiene que ser ejemplar, de buenas costumbres, que se destaque por esas virtudes y que esté dedicado a la oración.
A veces se le pide que tenga ciertos estudios en espiritualidad o Licenciatura en Sagradas Escrituras, por todo lo que enfrenta. Además, tiene que ser elegido por el obispo de su diócesis y debe de tener una formación que se imparte en Roma.
El padre Fernando pone un ejemplo. Durante una confesión ocurrió un incidente: la persona que se confesaba comenzó a gritar y maldecir, lo que se considera una manifestación de un demonio, ya que se presentó durante un sacramento.
Durante esa manifestación, agrega, se trata de que la persona haga una oración, increpar al espíritu que está haciendo esas cosas, pues no es la persona, y por medio de la oración hacer que el espíritu salga.
“Uno sabe que no es la persona, sino algo que está dentro de la persona y hace uno la liberación. Puede ser que en ese momento quede liberada la persona o puede ser que se le pida que venga a la capilla, le hacemos la oración quede sin esa perturbación y quede liberado”, abunda el sacerdote.
Precisa que cualquier persona puede ser poseída, aunque una persona en gracia de Dios es difícil que caiga. Es más fácil en personas que están amancebadas, que han hecho un pacto con fuerzas oscuras, o que han buscado a través de la brujería la sanación, o personas que han hecho daño a otras personas a través de ciertos ritos de hechicería o brujería.
Para no caer en ello, el padre recomienda no sugestionarse, “no invocar o no asistir a lugares donde haya brujería, no jugar con objetos como la ouija, no meterse en ámbitos oscuros, y la tercera y la mejor buscar la cercanía con Dios y los sacramentos. Es la mejor protección de todas, estar cerca de Dios”.