Pasa del mediodía en Querétaro y al interior del mercado de La Cruz clientes y comerciantes hacen las compras de último momento para la celebración del grito de Independencia.
Muchas familias queretanas pasarán esta conmemoración en casa. Para algunas no será una noche especial. Pero para otras será motivo de festejo, de celebrar, de estar con la familia más cercana y recordar el nacimiento de México.
En el mercado, los locales con más personas son las carnicerías, cuyos encargados ofrecen los diferentes cortes de cerdo para la elaboración del tradicional pozole.
Maciza, cabeza, espinazo, son los más buscados por los compradores. Esas piezas del cerdo son las que, dicen, dan sabor al platillo que, aunque se consume todo el año, estas fechas son de lo más socorrido.
“Échele gordito”, dice un cliente al carnicero que, con habilidad con el cuchillo, hace un corte a un pedazo de carne para quitar el “gordito” (la zona donde se acumula el tejido adiposo) para un mejor sabor.
Otros locales se preparan para cerrar. Las ventas han sido buenas y es hora de marcharse a descansar.
Los puestos de vegetales que se instalan en un costado del mercado ofrecen grandes manojos de rábanos, que junto con la lechuga y la cebolla picada decorarán y aderezarán los platos de pozole en la noche.
"No ha venido mucha gente. Ha estado tranquilo", dice una de las vendedoras mientras acomoda las piezas de tal manera que emulan los colores de la bandera mexicana.
No es lo único que ofrecen estos puestos, atendidos en su mayoría por mujeres, pues además los aguacates, higos, granadas, chapulines, cilantro, pápalo, calabacitas, zanahorias, terminan de decorar el cuadro, además de llenar el aire del mercado con los aromas de las diferentes hortalizas.
La música suena por todos lados, los locatarios tratan con ello de atraer a los clientes que deambulan por los pasillos buscando los ingredientes para la cena de la noche del 15.
En las fondas del mercado los clientes esperan su turno para ordenar un plato de comida.
En el menú no podía faltar el pozole, que se sirve en grandes platos de barro y se decoran, según el gusto del cliente, con cebolla, rábano y lechuga, así como una pizca de orégano. Las tostadas son hechas con tortillas en el mismo local.
Al transcurrir la tarde, los pasillos del mercado se vacían, al igual que las carnicerías que han registrado buenas ventas.
Otros giros comerciales, como los pescados y mariscos, tienen ventas de regulares a bajas. Hoy no se come esos alimentos. Hoy el menú es diferente.
Las notas de Caminos de Guanajuato, de José Alfredo Jiménez, se escuchan en el cada vez más vacío mercado. A excepción de las fondas que aún permanecen llenas de comensales, el resto comienza a ver mermada su actividad.
“El secreto de un buen pozole es la sazón de la cocinera”, dice una mujer mientras prepara su plato de esta sopa, elaborada con granos de maíz, carne de cerdo, chile guajillo y, para los más exigentes, con pollo.
En otros locales, como los que ofrecen carnitas, también hay clientes que acuden a comprar por kilo el producto.
Unos tacos de carnitas en la noche no caen mal a la mayoría. Un tequila “para cortar la grasa” es el complemento apropiado.
En diferentes puntos de Querétaro se ofrecen, a través de cartulinas pegadas en las puertas de las viviendas, chiles en nogada, cuyos precios más económicos llegan a los 99 pesos.
Dependiendo de los gustos y presupuestos, la cena de la noche del grito puede estar compuesta de diferentes platillos y antojitos. Los sabores dulces y salados están presentes, desde guajolotes, sopes, gorditas, enchiladas y pozole, hasta buñuelos, jericayas, atole y tamales, se pueden encontrar en la mesa de las familias.
A pesar de la distancia y la pandemia de Covid-19, las familias mexicanas esperan tener una noche especial.
Muchas han perdido a integrantes que han caído por el virus o por complicaciones en enfermedades crónicas que no se atendieron a tiempo.
Pareciera que no hay motivos para celebrar, pero estar vivos, aunque a la distancia, se convierte en una fiesta para muchas familias en el país.
Para algunos más, quienes no buscan mayores complicaciones, unos tacos al pastor o de suadero se convierten en una cena digna, para no dejar pasar la ocasión. Una cerveza o un refresco de manzana complementan el menú de la tradicional noche mexicana.
Los servicios de entrega de alimentos a domicilio se convierten en una opción para no salir de casa y no dejar pasar la ocasión patria.
Para otros, mercados como Garibaldi son la alternativa para evitar cocinar o darle gusto a todos los integrantes de la familia, pues cada uno podrá elegir qué quiere cenar la más mexicana de todas las noches.
Los recuerdos de reuniones familiares, con amigos, o en lugares públicos, escuchando música de mariachis, cantando canciones de José Alfredo Jiménez y brindando con tequila, parecen recuerdos lejanos, de otras épocas, de otras vidas.
Para muchos mexicanos ya nada volverá a ser igual, pues haber sufrido el fallecimiento de un ser querido o, incluso, haber padecido la Covid-19 cambia la concepción del mundo, de la existencia misma.
Pero para todos, un “Viva México” se convierte, más que un grito patriota, en una arenga para salir adelante, para luchar por superar la adversidad.