Cremas desmanchadoras, pomadas y remedios ahora de patente son algunos de los productos por los cuales las personas acuden a la farmacia Francesa, uno de los negocios más antiguos de la ciudad de Querétaro.
Ubicado en la calle Independencia en “Los Portales”, este pequeño negocio sigue atendiendo a sus clientes, muchos de ellos ya de generaciones y otros más que se ven atraídos por la estética de sus anaqueles elaborados de madera, y que lo han convertido en lugar de interés turístico.
Fernando Orozco, quien es la tercera generación al frente de la farmacia y acompañado de su madre, comparte que son ya casi 90 años de atender a los queretanos ya sea con remedios elaborados primero por su abuelo y luego su padre don Feliciano, pero también con la venta de medicamentos de patente.
“Vendemos cremitas desmanchadoras, pomadas y remedios que son de patentes, pero que la gente las busca. Antes se preparaban los remedios y fórmulas, pero ahora ya vienen de patente, fabricados y procesados. La gente viene y los sigue buscando”.
Recuerda, sin embargo, que a partir de que el negocio dejó de ser botica, el establecimiento ha venido en decadencia.
Puntualiza que al no vender antibióticos, ni medicamentos controlados o similares, la farmacia atraviesa serias dificultades para mantenerse en el mercado, dada la alta competencia que se tiene con farmacias de cadena, que al comprar en grandes volúmenes los medicamentos, están en posibilidades de ofrecer importantes descuentos que un pequeño negocio familiar no tiene.
“No es el gran negocio por tanta competencia que hemos tenido; subsistimos por cariño a mi papá”, señala.
En medio de las dificultades, dice que el turismo en la zona del centro de la ciudad se ha convertido en un aliado clave para seguir abiertos.
Recuerda que años atrás los principales clientes de la farmacia era gente de la zona rural, misma que con el paso de los años se ha perdido porque las grandes cadenas ahí están también presentes, adicional a la problemática de movilidad.
“Venía sobre todo gente de campo que nos confiaba mucho, sobre todo a mi papá lo buscaban mucho porque le recomendaba los medicamentos y eso estaba permitido, pero ahora ya no se puede hacer”.
Insiste en que los clientes de generaciones cada vez son menos, debido a la proliferación de farmacias de cadena tanto en la zona urbana como rural y quienes hoy concentran el mayor mercado, pues además son negocios que han sumado facilidades de compra a los clientes al ofrecer el servicio de entrega a domicilio.
Lo anterior, aunado al comercio electrónico, que no se tiene la capacidad de adoptar, expone Fernando. “La modernidad nos ha absorbido bastante, nosotros tenemos la farmacia por cariño y por estar aquí por mi papá y por tener productos y detallitos que todavía la gente busca”.
Fernando Orozco habla sobre el golpe severo que ha dejado la pandemia de Covid-19, que incluso llevó a la farmacia a punto de cerrar de manera definitiva.
“La pandemia fue muy fuerte, incluso estuvimos a punto de cerrar porque no había movimiento, aparte no vendíamos nada de medicamentos, no había nada que ofrecerles como antibióticos, somos además una farmacia pequeña que no tiene capital para invertirle al negocio”. Asegura que se ha intentado buscar apoyos para tratar de evitar el cierre, pero sin que al momento se haya logrado este objetivo, situación que lo ha llevado a optar por buscar otras opciones ajenas a la farmacia.
Fernando advierte que, para la farmacia Francesa, que con el paso de los años se ha convertido en un atractivo para el turismo por su mobiliario antiguo, donde además de medicamentos se aprecia una colección de carros de juguete de don Feliciano, el panorama no resulta nada favorecedor.