Alicia Villalpando tiene 80 años y más de 40 dedicados al comercio, actividad que inició con la venta de calzado y años posteriores amplió su oferta a productos de barro en el mercado Escobedo, de la capital queretana.
Originaria del municipio de Irapuato, del estado vecino de Guanajuato, dice que, por azares del destino, de ser ama de casa se convirtió en comerciante al llegar a Querétaro.
Es una labor que, desde temprana hora, todos los días de la semana realiza y espera seguir desempeñado, aunque, por su edad, comenta que sus hijas le piden que cese.
“Ya no me quieren dejar venir mis hijas, pero yo les digo que me dejen porque ya estoy acostumbrada, ya tengo 40 años fuera de mi casa. Dios solito me dirá ‘mujer, ya vete a tu casita’”.
Al frente de su local, recuerda con exactitud que llegó al mercado el 17 de noviembre de 1981, lugar en el que ha transcurrido poco más de cuatro décadas de su vida.
Sin embargo, hoy lamenta lo complicado que resulta mantenerse al no haber dinero en la población, condición que se refleja en la poca afluencia de compradores en este punto.
“No vienen las personas porque no hay dinero, las ventas están mucho muy bajas, a pesar de que ya se está saliendo de la enfermedad [de Covid], pero desgraciadamente sí hay todavía algunos casos, entonces la situación no se compone, por ejemplo, ayer y antier [martes y miércoles] no vendí nada y, luego, todo sube de precio”, indica.
“El problema es que tenemos dos años sin vender bien por la pandemia, esperemos a ver si mañana [jueves] ya se compone”, agrega doña Alicia, quien no pierde la esperanza de que haya mejores condiciones en la economía local.
Por lo pronto, y a la espera de los clientes, aprovecha el tiempo para acomodar la mercancía, que lo mismo son platos, que cazuelas, jarros, molcajetes y comales, pero también el calzado, del que espera haya movimiento de ventas para poder renovar y adquirir nuevos modelos que sean atractivos a los clientes.
“No me desanimo porque tengo fe en Dios, a veces cuando un día no vendo, viene otro día donde vendemos más y logro recuperarme. Debo tener fe”.
Alicia Villalpando acepta que hoy son otras las condiciones del mercado, y que los días fuertes de venta que se tenían años atrás, de viernes a lunes, han desaparecido, pero se sigue al frente de su local.
Comparte que, en medio de la modernidad y mayores opciones de consumo, la gente sigue adquiriendo en los mercados los productos de barro, porque en estos lugares encuentra buenos materiales, resistentes y más económicos, ya que, en tiendas de autoservicio, el precio resulta hasta tres veces más caro.
Alicia comenta que los productos que ofrece provienen de artesanos de Dolores, Hidalgo, del Estado de México, además de Michoacán, Puebla y alrededores del municipio queretano de Amealco de Bonfil.
“Los productos de barro son muy vendidos, sobre todo para las fiestas buscan mucho las ollas de a litro, para hacer centros de mesa, saleros o platos”.
En este sentido, refiere que septiembre y diciembre son los meses de mayor consumo de sus productos, “por ejemplo, para el 16 de septiembre se vende mucho el plato pozolero, por las fiestas patrias; mientras que en diciembre, es el jarro para el ponche y atole, pero también hay comales de barro para tostar semilla o gordita de trigo. El barro sigue jalando”, afirma.
Dice que los principales clientes del negocio son amas de casa, que acuden por estos utensilios, pero también quienes realizan compras con motivo de celebraciones familiares.
Con toda una vida dedicada al comercio y gran lucidez en la conversación, reflexiona que la vocación por el comercio seguramente viene de su abuelo y madre, quienes en su momento se dedicaron a la venta de leña, naranjas y cepillos.
Ante un inicio de año complicado por la falta de dinero y el incremento constante en precios, que de igual manera se han dado en los artículos de barro, doña Alicia, una de las comerciantes más antiguas de este centro de abasto, espera seguir adelante del local y recuperar las ventas que desde hace más de 24 meses no tienen.