La nueva realidad económica a nivel global y la imposición de aranceles si bien arrastrará dificultades, también traerá oportunidades de desarrollar tecnología propia, para lo cual las alianzas entre las universidades y las empresas serán importantes, afirma la doctora Magdalena Trujillo Barragán, encargada del laboratorio de procesamiento de plásticos y materiales de la Unidad de Alta Tecnología de la Facultad de Ingeniería de la UNAM Campus Juriquilla.

“Es muy importante porque estamos en un cambio en donde la impuesta de aranceles y demás ha estado permeando. Ahorita, por ejemplo, la presidenta (Claudia Sheinbaum) dijo que quería impulsar la industria local. Eso es un nicho de oportunidades para impulsarla”, señala la también profesora de tiempo completo.

La especialista explica, como experta en plásticos y su uso sustentable, que se puede usar el ingenio y los materiales que hay a la mano —como los residuos de agave, de caña de azúcar y sargazo— para la creación y desarrollo de materiales nuevos, a precios más económicos, o al menos cercanos a los costos de los materiales actuales.

Recuerda que, por ejemplo, en la industria automotriz utilizan unas cubiertas de plástico en las puertas que no tienen más función que cubrir los mecanismos de las puertas, porque no son parte de los acabados estéticos, que se pueden hacer con plásticos biodegradables o con fibras naturales.

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“El chiste es que artículos que no son de uso ingenieril, que no necesiten resistencia, y que estén resguardados del medio ambiente, como los interiores de la puerta de un automóvil, eso hay que hacerlo de materiales más amigables con el ambiente”, explica.

Agrega que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el actual T-MEC ayudaron a México, aunque los aumentos que se estiman en otros productos del resto del mundo obligan a que en México se trate de sustituir este tipo de materiales.

Destaca que en el caso de otros materiales, como el acero y el aluminio, no se puede hacer nada, esos son los más utilizados en la industria automotriz, el gobierno debe de negociar los aranceles que tienen ambos productos; sin embargo, en otros se puede buscar la sustitución para abaratar la producción de las empresas mexicanas y hacerlas más competitivas.

Trujillo Barragán se especializa en la investigación y desarrollo de materiales plásticos amigables con el ambiente, haciendo mezclas con fibras naturales, como agave, bambú y caña.

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El trabajo de Magdalena tiene mucho que ver con conceptos como la sustentabilidad, como materiales compostables, que aunque siguen usando polietilenos, de la familia de las poliolefinas, las fibras naturales pueden ser muy finas, ello le da cierta resistencia a los productos plásticos.

La especialista muestra una maceta elaborada por una empresa con plásticos y aserrín mezclado, dando como resultado un producto de un terminado suave. Añade que las mismas compañías ya se han dado cuenta que los productos de plástico deben de ser más amigables con el medio ambiente.

Trujillo Barragán trabaja principalmente con desechos de agave, pues se pueden extraer fibras resistentes que se mezclan bien con los polímeros de los plásticos, creando materiales más amigables y que son compostables.

Explica que en el proceso para obtener la fibra de agave lo primero es limpiar la materia prima. Posteriormente se va a separar, hasta conseguir con el tamizaje el material, que ha demostrado ser el ideal para la mezcla que se quiere obtener, pues no siempre el material más fino es el mejor para una mezcla.

Después de obtener la mezcla pasa a otra máquina, donde se coloca en una tolva donde se termina de combinar. Se buscan los materiales con mejores propiedades. Esto último se logra con las pruebas de resistencia. Luego se hace el peletizado, para que las fibras estén dentro del plástico, donde se funde los dos materiales y se buscan mejores propiedades, porque la fibra ya está bien mezclada, además de ver a través del microscopio.

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Magdalena aclara que el caso de la empresa que hace macetas plásticas con aserrín usan poliolefinas, mientras que en el laboratorio emplean plástico a base de almidón, éste último con mayor grado de degradación.

Actualmente, precisa, el uso de estos plásticos más amigables con el medio ambiente radica en el costo, pues aún son caros comparados con los tradicionales. Hace 10 años eran cinco veces más costosos. Hoy en día son tres veces más caros. Han disminuido, aunque no lo suficiente.

“El problema es que no se quiere invertir en eso. No obstante, ya se usan más otras alternativas de plástico. Por ejemplo, actualmente hay cepillos de dientes con mango de bambú. El bambú ha sido muy estudiado en Asia, pero aquí también tenemos y nosotros también lo podríamos utilizar. Otra alternativa con el bambú es hacer pisos o almohadas. Es cuestión de cambiar esta cultura, de usar lo que tenemos, sobre todo que tenemos muchas cosas".

“Tenemos que aprovechar las fibras. Si tenemos agave, seguir aprovechándolo y buscar cuál sería el producto final”, puntualiza Trujillo.

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