Alicia Sánchez se apresura a atender a dos jóvenes que se acercan a su puesto de frutas y dulces, sobre la avenida Ejército Republicano, frente a un jardín de niños que luce vacío en este regreso a clases. Las ventas no han sido buenas desde marzo, cuando las autoridades ordenaron a la población a permanecer en casa.
Sus clientes, en su mayoría, son alumnos del jardín de niños y de la escuela que está en la acera de enfrente. Actualmente, dice, sólo la gente que pasa por el lugar le compra, pues muchas oficinas cerraron desde el inicio de la jornada de distanciamiento social, para evitar los contagios de SARS CoV-2 y no han regresaron a las actividades.
Alicia, con voz amable, conversa sobre lo que ha pasado durante estos meses. Aunque no la obligaron a quedarse en casa, decidió permanecer en aislamiento. No tenía mucho caso salir a la calle, dice pues no había gente.
“Hoy no es como todos los años. Hoy está para llorar. [Sólo] dos o tres vasos de fruta se venden, y los otros se quedan. En lugar de ganar le pierde uno. Lo que más se vende con los niños, en la escuela, son los dulces, la fruta, las aguas, pero ahora nada. Ahorita mis clientes son las personas que van de paso”, comenta.
Explica que desde marzo sus ventas disminuyeron, reanudó sus actividades a mediados de junio, pero se volvió a ausentar por las bajas ventas. Se vio en la necesidad de tomar otro trabajo, pero se terminó el contrato, por lo que decidió regresar de nueva cuenta a su negocio.
Por Ejército Republicano se ve poco movimiento, contrario a otros años, cuando la calle lucía llena de niños en el primer día de clases, con algunos llorando por su primer día en la escuela.
Este año cambiaron las dinámicas de toda la sociedad. Los niños estudian en casa, frente a la televisión o a una computadora. Para Alicia —y muchas personas que se ganan la vida vendiendo diferentes productos en las inmediaciones de las escuelas— esta nueva normalidad es desoladora.
Una radio acompaña a Alicia en su jornada de trabajo. De las 10:30 a las 17:00 horas, en promedio, para vender un poco más, tratando de recuperarse de la crisis económica que trajo consigo la pandemia.
“A las 11 y media comienzo a trabajar, en lo que me acomodo. A las cinco de la tarde comienzo a recoger, y en lo que termino me dan las seis y media. A veces me llevo algo. Pero ahorita está bien muerto. Sólo la gente que pasa, los de las oficinas, pero creo que tampoco hay. Creo que están vacías. Por eso me ha bajado la venta, porque no hay oficinas funcionando, porque están vacías. Con lo poquito de gente que pasa, esa es mi venta”, comenta.
Todavía semanas después de que las autoridades estatales dieran la orden de cerrar todas las actividades no esenciales, Alicia acudió a trabajar; recuerda que había movimiento en algunas oficinas, pero la mayoría cerraron. Algunas ya no abrieron.
No sólo es Ejército Republicano. Muchas calles de la ciudad de Querétaro lucen solitarias durante la mañana. Los niños reciben las actividades escolares en su casa. No hay aglomeraciones.
La comerciante dice que por fortuna fue una de las beneficiadas con los apoyos alimentarios otorgados por las autoridades. Fue de ayuda en su casa.
La desventaja de los productos que vende es que son perecederos. Lo que no se vende se echa a perder y son pérdidas para ella.
“Solamente Dios sabe cómo nos va a ir. No nos queda más que aguantar, trabajar y buscar otra cosa en qué emplearse, aunque sea fin de semana, aunque sea a lavar, con eso ya me ayudo, para salir adelante”, asegura.
Precisa que en estos momentos tiene una licencia en trámite que espera pronto se la otorguen, para al menos estar más segura.
Alicia asegura que igual que ella hay muchos comerciantes, en la vía pública, que pasan por la misma situación, teniendo bajas ventas, sobreviviendo apenas con lo necesario, pues muchas personas aún no se animan a comprar en la calle, además de que muchas personas la pasan mal económicamente.
Un joven se acerca al puesto de Alicia, quiere un vaso de mango, un antojo que con el calor de pasado el mediodía viene bien, además de dar ese plus de energía para llegar a la hora de la comida.
La mujer considera que las medidas sanitarias aún afectan no sólo a los comerciantes de la vía pública, también a los establecidos, lo que provoca que no repunten sus ventas. Hay restricciones y miedo de parte de mucha gente. Se nota en la calle, donde a ciertas horas hay pocas las personas.
Alicia termina de atender al joven que lleva su vaso de mango. Ya hay otro cliente que espera para ser atendido. Mientras otra persona se lleva cuatro mazapanes, dulce tradicional que a muchos queretanos gustan.
En unos minutos Alicia logra un buen número de ventas. No está mal, aunque todavía hay muchos vasos de jícama, granada, mango, jicaletas que se bañan en una mezcla de chile agridulce, muy populares, en espera de los clientes que se fueron con la pandemia y que en la nueva normalidad aún no regresan; además con las escuelas cerradas tardarán varios meses en volver a presentarse.