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Rogelio trabaja en la lavandería del Hospital General del ISSSTE. Desde ahí combate la pandemia, con los riesgos que ello significa para él y su familia. Lleva en el rostro un cubrebocas con el dibujo de la quijada de un cráneo, como si fuera una especie de defensa ante el virus que cambió, por completo, la dinámica de vida en el planeta.
El hombre, de estatura media, no ha de pasar de los 40 años de edad. La forma en la que platica denota gusto por su trabajo, pero también el temor de laborar todos los días en una zona poco reconocida del ISSSTE que, aunque no es Covid, ya ha tenido varios casos de esta enfermedad y que han sido enviados al Hospital General de la Secretaría de Salud de Querétaro, de acuerdo con su personal médico.
“Soy personal suplente de lavandería. Ya llevo nueve años trabajando aquí, esperando una base. La lavandería es un foco de infección, desde donde se pueden transmitir enfermedades a todo el hospital, sin embargo es un área muy abandonada.
“Nunca le hacen una limpieza. No tenemos un protocolo para lavar la ropa. La ropa infectada se lava con la misma ropa de otras áreas. Toda se junta porque sólo tenemos una máquina funcionando. Imagínese qué tanta propagación puede existir”, platica el trabajador.
De vez en cuando Rogelio mira a su alrededor. Lleva ropa de calle. En su pecho, su gafete que lo identifica como trabajador del ISSSTE, aunque no tenga base.
“Yo soy suplente. En este momento estoy arriesgándome. Llevo nueve años esperando una base. Sin embargo nosotros no contamos con seguro. Nosotros si nos enfermamos tenemos que ir al otro doctor. Aquí nos ayudan algunas enfermeras a darnos algún medicamento, pero darnos un tratamiento como tal, no podemos. Los suplentes no tenemos eso”, abunda.
Explica que un día laboral en la lavandería es muy pesado. Deben portar los uniformes de seguridad necesarios y adecuados para no entrar en contacto directo con la ropa de cama que se baja de las diferentes áreas de este centro de salud.
“Yo, que me encargo de lavar la ropa, no me puedo quitar el traje ni me puedo acercar a otras personas. Para hacer mis necesidades tengo que cambiarme el traje y ponerme uno nuevo. En todo el hospital ando disfrazado completamente.
Lamentablemente, como sólo contamos con un solo elevador, en ese subimos pacientes, los alimentos, se tira la basura, la ropa sucia, todas las enfermeras pasan por ahí”, comenta.
En la lavandería del hospital del ISSSTE trabajan 15 personas en diferentes turnos, que deben de lidiar todos los días con el estrés. “Es parte de nosotros en el día a día”, apunta el hombre.
Dice que en su trabajo no sólo se deben de preocupar por el Covid-19. Siempre han existido otras enfermedades, virus y bacterias que pueden contraerse por el contacto físico con las prendas que fueron utilizadas por los diferentes pacientes.
Además de las deposiciones de las personas con alguna enfermedad . “Con eso es con lo que lidiamos, eso es lo que respiramos”, abunda.
Agrega que parte de su rutina como trabajador de la lavandería, le aplican las vacunas. Él y sus demás compañeros deben inmunizarse de manera constante, por lo regular los hacen cada tres meses. Sarampión, tétanos, influenza. El consumo de paracetamol es una constante cuando se sienten mal. A veces los remedios son en casa, los tradicionales.
Rogelio revela que es diabético desde hace cinco años. Señala que si llegara a ausentarse en estos momentos, le podrían quitar su puesto. “Así estamos de castigados aquí”.
Abigail Molina, enfermera desde hace 12 años en el ISSSTE, lidia con su segunda epidemia. La primera fue en 2009, con la influenza A-H1N1. No es la misma situación de 2009 y 2010.
En la actualidad el coronavirus es más violento, más contagioso, más letal. Hay una propagación acelerada de contagios y el número de pacientes sube rápido.
Ambos trabajadores de la salud deben lidiar con el miedo, el estrés, las condiciones precarias de trabajo, pero aún así, saben que deben cumplir con su deber, al igual que sus compañeros que todos los días realizan sus labores con el miedo si éste o mañana será el día en que se enfrenten al virus que paralizó al mundo.