Los tres trabajadores del municipio observan la maniobra de su compañero en el mini bulldozer que entra al dren Vía Láctea, en la colonia El Tintero, donde las autoridades municipales llevan a cabo trabajos de limpieza para evitar que se sature con las lluvias y evitar inundaciones.
Las pocas personas que pasan por el lugar miran el trabajo que hacen los empleados enfundados en sus uniformes amarillos. Dentro del dren, como afuera, una decena de hombres y mujeres remozan la zona.
La mañana del viernes es inusual en la zona. Los locales comerciales que se ubican en una plaza comercial cercana reciben a sus clientes. Del otro lado, los alumnos de la primaria de la colonia siguen en clases. El arribo de varias camionetas blancas y patrullas llama la atención de quienes circulan por el lugar. Son funcionarios municipales, encabezados por la secretaria de Servicios Públicos, Alejandra Haro de la Torre.
Los funcionarios supervisan las faenas que se llevan a cabo. Los trabajadores limpian la maleza que está a las orillas del dren.
Con podadoras se encargan de retirar la maleza que se encuentra alrededor, para dejar sólo las cactáceas y los árboles que fueron sembrados en la zona.
Con la actividad de los trabajadores, un par de ratas de proporciones generosas se asustan y corren de un lado a otro, en un intento de escapar para no ser atrapadas y eliminadas.
Dentro del dren también se llevan a cabo trabajos. Son los más importantes, pues de la limpieza del dren depende que no se generen inundaciones cuando las lluvias sean constantes o muy fuertes.
Los trabajadores municipales rodean un montón de hierba y lodo. “Todo lo sacamos del dren. Sólo de este pedacito”, dice orgulloso un hombre, mientras otro de sus compañeros levanta la carretilla llena de maleza y sedimento para llevarla a un camión.
La máquina vuelve a entrar al dren. Adentro aún hay maleza y esa especie de lodo negro con olor a caño y huevo podrido que se forma en el fondo del canal. Sin importarles mucho, los empleados continúan con su trabajo, a pesar de que el sol que comienza a elevar la temperatura evapora parte del agua del dren y aumenta el fétido olor.
Mientras los funcionarios entran a un parque aledaño, la actividad en el dren continúa.
En otra parte del mismo, los trabajadores pintan los muros que han sido grafiteados, mientras que otros, podadoras en manos, eliminan las vegetación que se forma en las piedras.
El Tintero luce tranquilo. En la escuela cercana a donde se hace la limpieza del dren una mamá lleva el lunch a sus hijas. Pasa por las rejas vasos con jugo, y las niñas los toman.
En otro lado de la avenida Vía Láctea, madre e hija caminan. Cruzan al otro lado de la calle. Cuando pasan por el puente sobre el dren voltean a ver lo que los hombres de amarillo hacen al interior del canal.
Haro de la Torre explica los trabajos que se han hecho en el dren Vía Láctea, que tiene una distancia de 2 mil 71 metros, desde avenida Revolución hasta la planta tratadora Santa María, sobre la calle Vía Láctea.
Señala que la limpieza de abril a junio ha derivado en la recolección de 6.6 toneladas de basura, lodo, maleza, tiliches, así como desechos en general.
“Ahorita tenemos a 70 personas de Servicios Públicos Municipales trabajando en la zona. Estamos entrando constantemente en estos drenes, y el desmalezado que se ha hecho en el talud ha sido de 13 mil 200 metros cuadrados”, señala.
La funcionaria explica que en todos los drenes de la ciudad de Querétaro se han recolectado 910 toneladas de enero a junio en los 26 tramos de drenes, que suman un total de 80 kilómetros.
Agregó que como parte de los trabajos de limpieza, se sembrarán algunos árboles, para lo cual hacen un estudio con la Dirección de Áreas Verdes para sustituir todos los árboles que han muerto y plantar los nuevos que producen en viveros.
Destaca que desde que empezó el programa Respira Querétaro han sembrado 11 mil árboles, pero que se sembrarán los que se requieran.
La comitiva de funcionarios municipales se retira. Con ellos, el séquito que los acompaña. Sólo se quedan los empleados que se ensucian las manos, que se mojan los pies, y cuyas gotas de sudor escurren por sus mejillas.
El conductor del bulldozer termina su labor en un punto del dren. Saca con esfuerzo la máquina, pues por lo mojado de los neumáticos y el sedimento que queda en el piso, se patina. Después de unos segundos, la máquina sale. Sólo queda esperar al camión que se llevará los desechos.
Las camionetas que los trasladan se comienzan a acercar a donde trabajan los hombres, preludio de que la jornada en ese lugar está a punto de terminar.
Quienes limpiaron las jardineras han concluido su labor, mientras que los pintores, usando rodillos y largas garrochas, aplican varias manos de pintura sobre los grafitis que se resisten a desaparecer.
El trabajo está casi hecho. El dren queda limpio de maleza y sedimento, para que el agua corra sin obstáculos y se eviten afectaciones a los vecinos de la zona, que son principalmente comercios y un par de conjuntos de casas en dos niveles.