“Mientras no suene el silbatazo, no puedes dejar de correr”, dice Lore, coach de basquetbol y quien lleva un año recuperada de cáncer de seno. Además de dar clases a niños, atiende a personas con discapacidad, a quienes motiva a no darse por vencidos ante las adversidades de la vida.
Al interior del Centro de Deporte Adaptado, en el parque Querétaro 2000, Lorena Sánchez Salmón, la coach Lore para quienes la conocen, da clases a dos menores quienes juegan con dos balones de basquetbol. Los niños con Síndrome de Down acuden al centro como parte de sus terapias y de su crecimiento personal.
Con 36 años de edad, originaria del Estado de México, pero criada en Gómez Palacio, Durango, tiene alrededor de cinco años siendo coach de basquetbol de niños, jóvenes y de personas con discapacidad física, intelectual y motriz.
“Primero empecé con personas con discapacidad, y posteriormente con personas convencionales. Empecé como jugadora [de basquetbol] a los seis años. Estuve toda la primaria, en la secundaria, en la preparatoria. Desde la secundaria estuve en preselección nacional, estuve en la selección Coahuila y Durango. En la universidad también tuve participación como jugadora.
"Soy egresada de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad La Salle Laguna”, comenta.
Agrega que el basquetbol es una enseñanza para la vida. Muestra de ello es lo que le pasó. El cáncer que la atacó. Las enseñanzas son esas, nunca dejar de pelear, nunca dejar de correr, nunca bajar los brazos, respetar al rival, porque no hay rival pequeño; también debe tener el valor de enfrentar lo que se tiene enfrente y dar lo mejor.
Lorena se enteró que padecía cáncer de seno a finales de 2018, tenía una “bola” muy grande en el seno izquierdo. Su madre falleció por este tipo de enfermedad, por lo que sus chequeos eran constantes. El diagnóstico, en su caso, la sorprendió.
“Resultó ser cáncer en etapa tres en el seno izquierdo, pero afortunadamente no había metástasis. Al momento que recibo esta noticia fue impactante por el hecho de no esperarlo. Es una noticia que uno no espera, pero siempre estuvo ahí la enseñanza del basquetbol. Siempre estuvo presente la parte de que no me rendía en la cancha, que no dejaba de correr, en la cual no bajaba los brazos, en la cual era disciplinada, que era constante. Esa parte ayudó muchísimo para afrontar lo que se vive en una enfermedad como el cáncer”, comenta la entrenadora.
En ese entonces, recuerda, sus hijas tenían 10 y siete años. Sus pequeñas, dice, fueron el motor para luchar con más fuerza contra la enfermedad. “Yo sé lo que es no estar con tu madre, no tener a tu madre para las cosas difíciles, o las alegrías, o todo lo que te sucede y pensaba en mis hijas y pensaba que no quería que pasaran por eso ahora que todavía necesitan esa compañía, que se queden sin esa protección.
“Siempre les hablé con la verdad, siempre les dije lo que tenía, lo que pasaba. Yo recomiendo mucho no dejar a los niños fuera de las cosas. No les podemos decir las cosas tal cual, pero sí hablar con ellos, porque luego se ponen muy nerviosos, muy angustiados de lo que nos pasa y por querer no dañarlos, los dañamos más. Mi motivación siempre fueron mis hijas, no dejarlas solas, verlas crecer, acompañarlas y que vieran que su mamá no se iba a dejar”, dice.
Agrega que no fue fácil. Había días malos, en los cuales el dolor físico, aunado a la desesperación y la impotencia de antes tener buena salud y luego ya no. Además, el simple hecho de caminar y fatigarse, no poder cumplir al 100% con las actividades laborales.
Los días malos son duros, son tristes, son desesperantes, pero pasaban y eso al final del día cambia la situación y se sale más fuerte, sostiene.
Actualmente, Lorena tiene un año en remisión y sin medicamento. Sin embargo, cada cuatro meses se tiene que hacer chequeos generales para comprobar que el cáncer se ha ido.
El espíritu de lucha está presente en ella, aunque menciona que de las personas con discapacidad y niños con autismo es ella quien aprende de resiliencia y resistencia, porque, menciona, son niños y jóvenes que superan todo, son unos guerreros, se nutre de ellos y de todo lo que sus familias atraviesan para salir adelante.
Añade que, incluso, hay personas que han perdido alguna extremidad, y son quienes la motivan.
“Inclusive hablo con sus mamás, porque tienen depresión por los hijos, o por la forma en la que los niños van a afrontar la vida cuando ellas ya no estén. Les platico cómo es que estuve en una situación parecida. No es lo mismo una enfermedad a tener alguna discapacidad, pero hablo mucho con ellas también. Les hago énfasis en que tienen que disfrutar el tiempo que están aquí, ahora, que tienen que estar contentas y disfrutar a sus hijos”, enfatiza.
Para la coach Lore hay un camino largo. Su primer objetivo es ver a sus dos hijas crecer, con todo lo humanamente posible que pueda nutrirlas y enseñarles.
En las duelas, señala que le gustaría llevar a unos de sus equipos a una competencia estatal o un nacional, “pero definitivamente me veo dentro de las canchas por el resto de mis días”.
La coach Lore destaca que lo que les aconseja a los chicos que entrena que independientemente de una enfermedad, “ellos van a enfrentar situaciones adversas en su vida, como una mala calificación, un mal trabajo, alguna mala relación, enfermedades de los abuelitos, de los papás, pero que siempre hay esperanza, hay que correr hasta el último segundo de juego”.