Imaginemos que una poderosa máquina del tiempo trae al 2019 a un nativo del año 1531, año en que se vivió la supuesta aparición de Santiago Apóstol en el cielo queretano. ¿Reconocería algo de esta ciudad?, ¿Tal vez los muros de los conventos que él mismo construyó bajo las órdenes de extranjeros?, ¿Dónde encontraría sus antiguas parcelas o sus establos?
Si existe algún lugar que preserva aunque sea un poco de aquel espíritu rural, sin duda es el barrio de San Francisquito, donde los trazos imperfectos de sus calles, las cuchillas y avenidas en forma de “y” son huellas indelebles de lo que alguna vez fue una de las primeras congregas de indios.
Tal vez aquel nativo se guíe por su instinto y sus recuerdos lo llevan de regreso al lugar donde nació, creció y procreó a su familia; donde cuidaba a sus animales de pastoreo o sembraba sus parcelas, pues lo que ahora conocemos como San Francisquito y La Cruz eran zonas rurales, alejadas del primer cuadro de la ciudad, donde se edificaban enormes cúpulas, conventos y casonas para las familias más adineradas del pueblo.
El antropólogo Edgardo Moreno Pérez, afirma que la verdadera esencia de Querétaro no se encuentra en la grandeza del acueducto a el monumento de un apóstol a caballo, sino en los barrios tradicionales de la ciudad, esos barrios que a 488 años de la fundación de la ciudad, siguen de pie, resistiéndose a perder su esencia ante el crecimiento desmedido de la ciudad y la migración de cientos de nuevas familias al año.
Los barrios más representativos de Querétaro son tal vez el de La Cruz y San Francisquito, aunque éstos no son los más antiguos. La ciudad comenzó a crecer en San Francisco, donde se edificó el primer convento.
Lo que ahora conocemos como barrios tradicionales fueron las primeras congregaciones de indios, es decir, grupos de 40 o 50 familias que fueron reubicadas por los españoles para realizar todo tipo de trabajos.
Después vino la consolidación de los barrios, donde las familias queretanas han vivido durante casi 500 años, creando un sentido de pertenencia y arraigo sin igual.
“La esencia de una ciudad está en sus barrios, en las fiestas patronales que todavía se realizan, en los vecinos que arreglan el templo con flores, que forman grupos de danzantes, familias en las que todas sus generaciones han vivido ahí, sus padres, sus abuelos y bisabuelos; la identidad está en el arraigo y el orgullo que los vecinos tienen al decir ‘Soy de San Roque’ o ‘Soy de La Cruz o de San Francisquito. Familias que han resistido durante cientos de años, que mantienen vivas las tradiciones de la ciudad”, comenta el antropólogo.
Edgardo Moreno Pérez señala que los barrios tradicionales, raíces vivas de la esencia queretana, son tal vez las zonas más olvidadas por los tres niveles de gobier no, asediadas por las grandes inmobiliarias que insisten en comprar las centenarias fincas para crear bares, cafés u hoteles.
Lamentablemente, la supervivencia de los barrios tradicionales no es un tema relevante para las autoridades durante la conmemoración del aniversario de Querétaro. Más bien el tema por excelencia es la supuesta aparición del apóstol Santiago. ¿Pero qué tanta verdad hay en este mito? ¿A quién benefició la aparición del santo a caballo con todo y espada desenvainada?
El cronista de Querétaro, Andrés Garrido del Toral, detalla que la aparición de Santiago Apóstol en lo que ahora conocemos como el barrio de La Cruz, no es más que un invento de los cronistas franciscanos para demostrar que tanto el templo como el convento eran fundamentales en la historia de la ciudad; leyenda que comenzó a difundirse más de 100 años después de la conquista del pueblo de indios de Querétaro, es decir, en 1665.
“La fecha del 25 de julio de 1531 fue una deducción, un invento de Fray Isidro Félix de Espinosa, cronista que tenía a cargo la crónica del Convento de la Santa Cruz; en 1665 fue cuando se asoció el escudo con el Santiago, el eclipse, la cruz y con toda la identidad de la ciudad”.
¿A quién benefició la leyenda de la aparición de Santiago o de las supuestas batallas sangrientas de la conquista? A cada una de las partes involucradas, dependiendo de sus intereses.
“Muchos grupos querían a Querétaro, lo querían el Obispado de Michoacán y el Arzobispado de México, se pelearon durante muchos años por las limosnas, querían la gloria los franciscanos y el clero de los obispos y curas, querían la gloria los de Nueva España y los de Guadalajara Nueva Galicia, fuimos botín de muchos apetitos económicos. Entonces ¿Quién escribe su versión? Pues el que tiene interés”.
Sin embargo, el cronista reconoce que las leyendas queratanas, sobre todo la aparición de Santiago Apóstol, son un aspecto fundamental que crea identidad entre los distintos grupos sociales, así como las tradiciones milenarias que todavía habitan en los barrios tradicionales.