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Marco Antonio Estrada Arreola, comunicador y papá desde hace casi siete años, dice que su vida cambió para bien con la paternidad, aunque no ha sido fácil, pues en su caso perdió a su padre cuando tenía nueve años, y no tuvo más tiempo una figura paterna.
Su vida, dice Marco, padre de dos hijos: Emiliano, a punto de cumplir siete años y de Victoria, de cinco, cambió totalmente. “En el ámbito personal, profesional, tienes que ajustar tiempos, formas de vida. En lo económico no se diga. En el ámbito personal se enriquece mucho el sentido humano cuando eres papá. Sin embargo, también te cambia completamente el ámbito social, el laboral. Se tiene que transformar en torno a ellos (los hijos). Ellos son la prioridad y tenemos que alinear todos esos rubros para que ellos estén bien”, indica.
Confiesa que se imaginaba la paternidad más fácil, pero los retos de la paternidad siempre son diferentes y se tienen que asumir, lo que también ha sido complicado, al no tener una figura paterna, por la pérdida de su padre.
“Sólo crecí con mi mamá. Mi papá falleció cuando yo era muy joven, entonces, como dicen, nadie te enseña a ser papá, y menos cuando hay una ausencia. Entonces la verdad pensaba que era más fácil (ser papá). En mis tiempos, mi mamá nos podía dejar más independientes.
Ahora no. Las condiciones de la cotidianeidad nos requieren estar más presentes, somos más exigidos. Hay veces que es bastante estresante estar combinando todos los rubros para poder llegar a tiempo a las escuelas, estar en los festivales, en los cursos, ayudar en tareas. Conforme van creciendo creo que se vuelve más complicado”, resalta.
Marco dice que recuerda muy poco de su padre. El tiempo ha ido borrando los recuerdos de la niñez. “Me acuerdo de que le gustaba mucho jugar. Lo que recuerdo como muy cariñoso. Lo que recuerdo mucho es que desde muy pequeño trabajé con él. Era mesero y me llevaba a ayudarle. Lo recuerdo como una persona muy cercana. Son pocos los recuerdos que tengo porque si estaba muy pequeño”.
Cuando fallece su padre, comenta, es una etapa difícil, porque veía a sus compañeros de escuela disfrutando con sus papás. Ahora él hace con sus hijos lo que le hubiera gustado vivir.
“Desconozco completamente de consejos, del deber ser de un papá, del ideal de cómo llevar la paternidad, pero trato de ir inventándome a mí el perfil que quiero ser, el ejemplo que les quiero demostrar, y pensar en un futuro cuando me toque ya no estar, cómo quiero que me recuerden. Eso es lo que trato de plasmar o de hacer con ellos, para que en su momento tengan una buena imagen”, subraya.
Con su esposa, Lupita, dice que es una relación de aprendizaje. Hay comunicación entre los dos y aportan a la educación de los niños, señalando qué deben de hacer, cómo deben de interactuar y como deben de guiar a sus dos hijos, o darles más tiempo. La retroalimentación de la pareja es mutua, para ser mejores, pese a que los papás de Lupita estuvieron presentes y son sus aliados, no es lo mismo vivirlo en carne propia.
“Hay una comunicación y retroalimentación constante para tratar de mejorar nuestra educación con los niños, nuestro aprendizaje como papás y también para afrontar los retos que se nos van presentando, porque también ellos nos quieren tomar la medida, y si tantito aflojamos como equipo nos hacen montón los niños”, enfatiza.
Agrega que trata de no caer en la estrategia que hacen los niños cuando mamá les dice no y van a buscar a papá buscando el sí. Aunque reconoce que muchas veces dobla las manos con sus hijos, pues ganan las emociones y querer estar bien con ellos.
“Te gana el deseo de estar bien con ellos. Inclusive, si lo queremos ver como una competencia, te gana el querer ser el favorito. Quieres ser siempre el papá buena onda. Te ganan ellos. Son unas personas muy inteligentes a pesar de su corta edad, y saben cómo llegarte a donde más frágil eres”, enfatiza.
Las dinámicas con sus hijos cambian conforme crecen. Llevan a cabo actividades lúdicas, donde los chicos tengan un mayor aprendizaje. Aunque en el caso de Emiliano, por la edad, se interesa más en pasatiempos que tengan que ver con tecnología y plataformas digitales, por lo que van derivando en esos hobbies, aunque los pasatiempos clásicos no pasan de moda.
“Me gusta jugar con ellos futbol, llevarlos a los parques a que anden las bicicletas, a correr. Luego por los tiempos es complicado, y lo que terminamos haciendo ocasionalmente, el mucho o poco tiempo, descansando, viendo películas, disfrutando en familia y creo que lo disfrutan mucho, pues, aunque no es juego, es una actividad familiar”, resalta.
Más allá de los roles de género, Marco ve la paternidad como algo que se debe de disfrutar, gozar la etapa de acompañamiento de los hijos. Cada momento y proceso que se vive con lo hijos, enfatiza, es enriquecedor y satisfactorio, que esas sería la recomendación: Disfrutar el momento.
“Estar ahí para disfrutarlo. Hacerles de comer para mi es gratificante, es divertido. Es placentero ayudarlos a recoger su cuarto, más allá de que tradicionalmente se veía como una actividad que le tocaba exclusivamente a las mamás. Es para mí como una educación, que crezcan como mejores personas".
“Hay que disfrutar cada momento, cada proceso, cada etapa, cada actividad, porque independientemente de cómo hayamos crecido, nosotros tenemos que generar las condiciones y las herramientas para que nuestros hijos sean mejores personas. Creo que estar ahí para los hijos es lo mejor que podemos hacer como papás”, puntualiza.