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Los Reyes Magos salieron a las calles del centro de Querétaro, sin mantener la sana distancia, caminando en las aceras muy cerca unos de otros, eligiendo los regalos para los más chicos de casa. Las calles queretanas, en Escenario C de la pandemia de Covid 19, están a “reventar”.
La calle de Corregidora, con sus negocios abiertos de ropa, electrónicos y comida, son atractivos para los ciudadanos que, junto con los magos de Oriente, salen a las calles a buscar regalos para la noche del 5 y madrugada del 6 de enero.
Las aceras son insuficientes para los peatones y compradores. La sana distancia es sólo un buen propósito y el “quédate en casa” es una frase recurrente que en esta fecha no pasa de ser sólo eso: una frase recurrente.
La gente sale en parejas, incluso en familia a la calle, lo que provoca aglomeraciones. A los negocios puede entrar una sola persona, pero afuera la gente se “amontona” esperando a sus familiares.
Avenida Zaragoza también luce llena de personas, como en los tiempos “AdC: Antes del Coronavirus”. Las zapaterías y jugueterías son los negocios más buscados. Quienes ya encontraron los productos que buscaban, caminan hacia las paradas del transporte público cargando grandes bolsas negras, que golpean a las demás personas a su paso.
Quienes no soportan el calor “picoso” que se siente pasado el mediodía caminan mientras beben un refresco o un agua de sabor. Otros comen paletas de hielo. Todo mientras caminan despacio viendo los productos exhibidos en las entradas de los negocios.
Entre persona y persona no hay ni un metro. Al interior de los negocios, los comerciantes ven a la gente como un alivio después de meses cerrados, de escasas ventas, de amenazas de bancarrota.
“Sólo puedes entrar tú o yo”, dice un joven a la mujer con quien acude a comprar al primer cuadro.
Entra ella, mientras el hombre espera afuera junto con una decena más de personas.
Algunos fuman un cigarrillo para hacer más ligera la espera. Otros más caminan con tranquilidad sin el cubrebocas puesto, sin respeto de las medidas sanitarias para prevenir un mayor número de contagios de Covid-19.
Las filas en los bancos del primer cuadro son extensas. Los clientes de esas instituciones esperan con paciencia su turno en los cajeros automáticos, que resultan insuficientes para la demanda.
En las tiendas departamentales también se forman filas en la calle. Los accesos son controlados al interior, pero al exterior, en la calle, las filas se cierran y los compradores caminan muy cerca unos de otros, y esperan a entrar a las tiendas muy cerca entre sí.
Algunos esperan afuera sin cubrebocas puestos. Los usan sólo para entrar a la tienda, donde en algunos casos, los vigilantes toman la temperatura de los clientes con termómetros con las baterías bajas y que no funcionan, pero cumplen con las medidas sanitarias, al menos en teoría, que las autoridades del estado imponen.
Los botes de gel antibacterial están colocados en las puertas, pero no todos los clientes los usan, a menos que los vigilantes o empleados de los negocios les indiquen que deben de aplicarse un poco en las manos.
Los jardines del centro están cerrados. Las bancas ubicadas en los mismos están “selladas” con cintas amarillas de “precaución”. A muchos eso poco les importa y se sientan sobre ellas, a pesar de la notoria prohibición de hacerlo, como medida sanitaria contra el Covid-19.
Algunos otros se sientan en las jardineras, bajo la sombra de los árboles, donde además se reúnen tomándose un respiro de la caminata por el centro. Las sombras se convierten en lugar de reunión.
Zaragoza, Corregidora, el andador 5 de Mayo, Juárez y Madero lucen como en cualquier día, como si no existiera la pandemia, como si los hospitales no estuvieran saturados de pacientes contagiados del virus SARS-CoV-2.
Es más importante cumplir con las tradiciones, aunque en ello vaya la vida de por medio.
Sobre avenida Zaragoza los agentes de movilidad tratan de dar fluidez al tránsito vehicular y la multitud que cruza la vía en ambos sentidos.
Las calles del centro y los mercados no son los únicos lugares donde los compradores y los ayudantes de los Reyes Magos se dan cita. Por su parte, las plazas comerciales registran también largas filas para ingresar a los estacionamientos y a las tiendas de autoservicio, donde se les recuerda con grabaciones que deben de conservar la sana distancia y entrar uno sola persona por familia.
Ya dentro de las tiendas la distancia social se olvida. Los clientes buscan sus productos. Pasan rozándose en los pasillos.
Los “con permiso” de poco o nada sirven, no parecen ser escuchados. Se concentran en las compras, en salir a prisa para entrar a otra tienda, donde repiten la misma operación.
Una persona puede entrar a dos o tres tiendas en menos de una hora. Tener contacto con al menos tres encargados de negocios, que a la vez han tenido interacción con al menos cinco personas en una hora de trabajo.
Los clientes se apuran. Las tiendas deben cerrar a las 17:00 horas. Los ayudantes de los Reyes Magos compran de manera apurada, caminan de manera apurada, muy cerca unos de otros, con un sólo propósito y olvidando la sana distancia, a pesar de la prevalencia de la pandemia y de las advertencias de las autoridades a salir lo menos posible.