Macedonia Blas Flores, artesana originaria de la comunidad de San Ildefonso, en el municipio de Amealco, nominada al Premio Nobel de la Paz en 2005, comercializa productos en el Centro de Desarrollo Artesanal Indígena (CEDAI) ubicado en la capital queretana.
En un recorrido por el centro de la capital queretana, EL UNIVERSAL Querétaro encontró a quien es un referente de las mujeres provenientes de comunidades indígenas en México, ofreciendo sus artesanías que van desde muñecas Lele, hasta bolsas, fundas de almohadas y caminos de mesa.
“Hago servilletas, también capas, mantelitos, muchas cosas, morrales, bolsitas chiquitas, monederos, buscamos de todo, porque si no se vende una cosa se vende otra”, comenta.
Para ella y sus compañeras artesanas, cuenta, la pandemia fue una época difícil, sobre todo porque tuvieron que regresar a su comunidad de origen y la afluencia de turistas o posibles clientes fue menor.
Añade que, lo poquito que percibían durante la contingencia sanitaria era empleado para comprar alimento y dar manutención a sus hijos o familiares.
“Soy artesana desde los 8 años, a los 10 años empecé a bordar y hasta ahorita me sigue gustando bordar porque ese es mi trabajo y me gusta (…) Tenemos siete años de estar vendiendo aquí en el CEDAI, pero a veces no hay venta, no hay clientes, pero hemos aguantado así, porque trabajamos aquí la artesanía, estamos bordando y eso es lo que venimos a hacer, aquí hemos estado contentas”, dice.
Ella está de miércoles a domingo instalada en el CEDAI, aunque reconoce que a veces tiene cosas que atender en su casa, con sus hijas y por eso sus compañeras artesanas le cuidan su local por uno o dos días.
“Esa es la ventaja que hemos tenido, porque nos ayudamos, porque si no, nos daría tiempo para estar aquí todos los días, todas las artesanas, por eso nos turnamos para que podamos abrir aquí este lugar”, explica.
Blas Flores cuenta que heredó está tradición a sus hijas, quienes desde pequeñas aprendieron a hacer las muñecas y a bordar, por lo que nunca se fueron a la ciudad y actualmente es su fuente de ingreso.
Destaca que lo que más le compran son las muñecas, los cojines y caminos de mesa, artículos cuyos precios oscilan entre 50 y 800 pesos.
Lo que más hace la mujer son cojines, servilletas y si le pone velocidad, se tarda dos días en terminar cada diseños.
“Todo a mano lo estamos bordando, porque hay máquinas para bordar, pero nosotros no sabemos y no tenemos dinero para comprarlas”, confiesa.
Recuerda que en el 2005 fue nominada al Premio Nobel de la Paz y a raíz de eso sigue compartiendo su experiencia en pláticas para estudiantes y a quien se los solicite.
Ella fue acreedora a este reconocimiento por el activismo que hizo en pro de las mujeres de su comunidad contra la violencia intrafamiliar.
“Estamos compartiendo esas pláticas [quiero] decirles a las mujeres que no se dejen, [buscamos evitar] la violencia y discriminación que había antes y uno sufrió”, comenta.
Actualmente, asegura, no ha sido víctima de discriminación, pese a que porta su vestimenta tradicional y habla su lengua materna, que es el otomí, sin que nadie la “vea feo” o la trate mal.
Explica que las pláticas que ha dado últimamente han sido en línea, ya que a raíz de la pandemia la dinámica cambió, pero a pesar de que tiene menos audiencia ella habla de su experiencia.
“Me gusta dar estas pláticas, porque hay que ayudar a otras mujeres”, comenta.
Además de haber sido nominada a un premio de talla internacional, a nivel local, Macedonia Blas recibió la medalla Nelson Mandela, reconocimiento que se otorga a la trayectoria ejemplar en la promoción y defensa de los derechos humanos, esto fue en 2017, como parte de los eventos conmemorativos por la fundación de la ciudad de Querétaro.
La mujer fue nominada al Premio Nobel de la Paz pero a lo largo de la historia tres mexicanos han recibido el galardón.
Mario Molina, logró obtener el Premio Nobel de Química, en 1995, por advertir del peligro que significaba el adelgazamiento de la capa de ozono que rodea la tierra.
En 1990, Octavio Paz obtuvo el Nobel de Literatura. El primer mexicano en obtener este premio fue Alfonso García Robles, en 1982, por incursionar en la búsqueda de la prohibición de los armamentos nucleares.
Macedonia hace el llamado a los queretanos y a los visitantes para que ayuden a comprar sus artesanías, confiesa que necesita más ingresos porque una de sus hijas tiene insuficiencia renal y aunque recibe ayuda para el tratamiento, necesita más recursos para solventar los gastos de los traslados al hospital, porque va cada determinado tiempo desde su comunidad hasta San Juan del Río.