“Yo me estoy volviendo loca, nosotros somos muy vagas (...) esta situación es muy frustrante”, expresó Dulce Vidal Figueroa, queretana que radica en Calgary, Canadá, en relación a la cuarentena que llevan ella y su familia con motivo de la pandemia ocasionada por el Covid-19.

Ella vive en un edificio en el centro de la ciudad con sus dos hijas, de 3 años y 6 meses, su esposo y su mamá.

Esta familia lleva, en condiciones de aislamiento, alrededor de 5 semanas y aún no saben cuándo podrían reanudar sus actividades de forma cotidiana.

Dulce es editora bilingüe y no estaba trabajando porque, explicó, allá tienen todo un año de permiso por maternidad, del cual todavía le faltan 6 meses.

“Aquí dan un año de maternidad para poder estar con mi bebé y me pagan, yo estoy en ese año, pero todos mis compañeros están trabajando desde casa, desde que entramos nos proporcionan computadoras”, puntualizó.

Para su hija de tres años, cuenta, es algo difícil de entender porque a pesar de que le han tratado de explicar que hay algo que la puede enfermar, lo siente como un regaño o castigo.

“Ella pide calle, pide salir o que vayamos a la tienda (...) Vivo en el centro de Calgary y a ella le gustaba ir a un centro comercial donde había pescados y siempre pide ir ahí, ahora está completamente cerrado, no hay forma de llevarla”, narró mientras daba de comer a la menor.

Para hacer un poco menos pesado el encierro ya han descargado todas las aplicaciones de películas y programas infantiles, también la ponen a dibujar y con sus juguetes.

Dulce asegura que ella no se quiere arriesgar a salir a la calle con las niñas, porque son más vulnerables y sabe que si se llegan a contagiar las hospitalizan y no las podrán ver o estar con ellas.

En la provincia de Alberta, que es a donde pertenece Calgary, dijo, hay alrededor de 600 casos y dos personas fallecidas; en donde hay más casos es en Montreal.

“En Montreal es donde más casos en hay en Canadá, la policía está más al pendiente, no como aquí, allá sí se multa de forma más estricta, allá están más nerviosos y pendientes”, aseveró.

Mientras se escuchaba a la pequeña de tres años pedir ayuda para ver algo, Dulce continuó narrando que las veces que ha salido a la calle, las personas se atraviesan a la banqueta de enfrente o se meten a sus casas para evitar cualquier tipo de contacto, acción que también consideró frustrante porque pareciera que estas enfermo y “te hacen cara de fuchi”.

En lo referente al desabasto en productos de primera necesidad, asegura que, en la primera semana que salió a hacer compras, se dio cuenta que en las tiendas los estantes de papel de baño, arroz, pasta, harinas, enlatados, estaban vacíos.

“No encontraba leche para mi bebé; la mayor toma leche de vaca y la venden por galón, no había, a cualquier lugar que fuera no había; una de mis tías estaba por la calle y me ayudó a comprar, la segunda semana sufrimos un poco, pero ya está todo tranquilo, porque ahora sólo te puedes llevar cierto número de artículos por cuenta”, explicó.

Para su esposo es diferente la dinámica; él todavía sale a trabajar al poblado de Canmore, donde se desarrolla como carpintero, ahí no hay casos registrados de Covid-19, por eso se arriesga.

También lo hace para no solicitar los 14 días equivalentes al seguro de desempleo, porque esta prestación ha sido solicitada por más de un millón de personas y se desconoce cuándo le podría llegar el recurso correspondiente.

“Mi esposo llega el fin de semana y me dice que quiere ir a su tienda para comprar material, pero le digo que si se va no regresa, se queda en casa de su hermano, hay que estarle recordando que se lave las manos y esas cosas (...) En Canadá es costumbre quitarte los zapatos en la entrada, porque las casas tienen alfombra o duela, entonces se quedan en la entrada”, añadió mientras se escuchaba llorar a la bebé de seis meses al fondo.

Dulce reconoció que hace unos días fueron a visitar a unos tíos que no viven en el centro; lo decidieron así porque la hija de tres años ya no podía estar más tiempo encerrada, además de que los parientes aseguraron que tampoco habían salido de su casa, por eso el peligro era menor.

“Nos subimos en el auto y nos atrevimos porque ellos no habían salido tampoco; mi tío trabaja en casa y ya no aguanta el cuello, me dice que se siente frustrado porque su trabajo era afuera y su casa su santuario, ahora ha mezclado las cosas”. Una de las actividades que ha notado que hacen en Calgary para dar apoyo moral a los doctores y enfermeras es que cada que se hace el cambio de turno, a las 19:00 horas, las patrullas encienden sus sirenas y luces para reconocer la valiente labor que realizan.

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