Miriam Villegas tenía 49 años de edad cuando la diagnosticaron con cáncer de mama. A cinco años de ese momento, relata cómo ha sido este proceso, que la ha llevado a ser un ejemplo de la lucha contra esta enfermedad. Ella hace un llamado a la población para acudir a chequeos constantes y, así, lograr una detección temprana.

Hace cinco años, relata, detectó una bolita en su seno izquierdo; en ese momento era Semana Santa y no encontró disponibilidad de doctores para hacer una consulta médica.

“Nos dimos cuenta mi esposo y yo que en mi cuerpo estaba una bolita, en mi seno izquierdo. Lamentablemente en esos días estaba solo: vivo en San Luis de la Paz, Guanajuato, y no había doctores a quienes acudir. Entonces fueron unos días angustiantes... de no saber qué estaba pasando”.

Después de momentos de incertidumbre, Miriam asistió con un radiólogo, quien le confirmó el diagnóstico de cáncer de mama avanzado. “Cuando ya logré asistir con un radiólogo, la primera palabra que me mencionó fue: ‘Señora, usted tiene cáncer muy avanzado, de ahorita no, de al menos dos años’.

Miriam; la mujer, esposa y madre que lleva cinco años de lucha contra el cáncer de mama
Miriam; la mujer, esposa y madre que lleva cinco años de lucha contra el cáncer de mama

“Sí me asusté mucho, lloré mucho, me dolió, pensé que me iba a morir y pues salí a darle la noticia a una hermana que me acompañó, mi esposo me estaba esperando en casa con mis hijas y mi demás familia”.

Miriam comparte que cuando llegó a su casa, ante su familia reunida, dio la noticia de lo que entonces sería el inicio de su lucha contra el cáncer.

“Llegué y estaban todos reunidos, les dije que tenía cáncer; mis hijas, con un dolor muy grande, se abrazaron de mi esposo, de sus esposos, y toda mi familia. La única que no lloró fue mi mamá y ella lo que me dijo fue que íbamos a hacer todo lo posible por salir adelante, que tuviéramos fe”.

En los días siguientes se realizó una biopsia. Tras esperar los ocho días reglamentarios, Miriam regresó con el doctor y le confirmó que el tumor era de 24 centímetros, que se trataba de un cáncer avanzado.

“Pasaron dos o tres días [del primer diagnóstico] cuando ya [me] estaba haciendo una biopsia, me esperé los ocho días reglamentarios y cuando regreso con el doctor me comunica que tengo un cáncer ya muy avanzado, tenía un tumor de 24 centímetros, [me dijo] que muy probablemente sólo viviría cinco meses”, añade.

Entonces, comenzó su tratamiento, iniciaron las primeras quimioterapias y el tumor no reducía como era esperado; conforme avanzaba el tiempo, la incertidumbre crecía, pero fue entre la cuarta y quinta quimioterapia que el tumor disminuyó.

“El tumor no reducía y me hicieron unos tratamientos feos, me abrían mucho la piel, no aguantaba mucho y no lograban reducir [el tumor].

“Entre más pasaba el tiempo, pues más era mi espanto y de quienes me rodeaban. Milagrosamente, a la cuarta y quinta [quimioterapias], llegué y sí redujo en ese mes todo lo que debió haber reducido en las anteriores quimioterapias”.

Tras la reducción del tumor, Miriam estaba lista para una intervención quirúrgica; sin embargo, el riesgo de la operación era alto, pues el tumor estaba muy cercano a su corazón.

“Me hicieron firmar unos papeles donde deslindaba a los doctores de la responsabilidad porque la operación era de alto riesgo, ya que el tumor estaba pegado a mi corazón... y sí la firmé, me puse en manos de Dios, me pusieron los Santos Óleos, platiqué con mi familia, prácticamente me despedí de ella, de mis hijas sobre todo, de mi esposo, de mi mamá”.

Aquel día eran las 07:00 de la mañana y todo estaba listo para la operación; recuerda ese momento como uno de los dolores más grandes al pensar que no volvería a ver a su familia. “En mis adentros creí que no iba a volver a verlas y créanme que era el más grande dolor que tuve, nunca me dio miedo morir porque estaba segura de que iba a vencer”.

La operación fue exitosa, Miriam despertó y comenzó a reconocer el lugar en el que estaba: un cuarto de hospital; desde entonces comenzó a mejorar su estado de salud y continuó con quimioterapias. Durante ese lapso, relata, tuvo dos recaídas; en total recibió alrededor de 72 quimioterapias, así como 31 radiaciones y la operación, una mastectomía radical.

“Cuando desperté, recorrí mi vista hacia todos lados, cuando empecé a ver lámparas, paredes, lo primero que dije fue ‘esto no es el cielo, no me morí, es un cuarto de hospital’. Y así transcurrió. Empecé a mejorar”.

Cuando le retiraron su seno izquierdo, comparte, se despidió de él con un agradecimiento. Sin embargo, reconoce que fue un proceso doloroso y posteriormente de extrañamiento, pero Miriam agradece que su salud haya mejorado.

“Cuando me retiraron mi seno hice mi despedida, le di las gracias, porque alimentaron a mis hijas, también, ¿por qué no decirlo?, le di placer a mi esposo, a mi relación; pero sí, también me dolió, me dolió mucho, durante mucho tiempo estuve, no sé cómo explicarlo, la extrañaba mucho, me veía y me veía fea, mal, no estaba contenta con esa parte. De lo demás todo el tiempo he estado muy agradecida con Dios. (…) Muy agradecida con todos, con mi esposo, con mis hijas, con el mundo”.

El 15 de agosto de 2022 Miriam cumple cinco años de haber detectado el cáncer; confía en que pronto la den de alta y deje de tomar quimioterapias.

Junto a ella, Luis Manuel Rangel, su esposo, comparte su sentir como apoyo y como uno de sus soportes para dar esta lucha: “Estoy muy agradecido con Dios, tengo una esposa muy fuerte, cuenta siempre con todo mi apoyo, todo mi cariño, todo mi amor y es seguir luchando hasta que ella esté completamente bien y nada más, agradecerle mucho a Dios”.

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