Genaro Zacarías Velázquez rueda por las calles de Querétaro a bordo de su bicicleta todos los días colocando carteles en los puntos en el que lo dejan hacerlo. A sus 91 años sigue activo, pues dice que en su casa se aburre y que para vivir mucho tiempo hay que mantenerse activo.
Genaro fue el creador de la Carrera de la Libertad, que parte de la ciudad de Querétaro a San Miguel de Allende desde hace 69 años cada 15 de septiembre, para conmemorar el inicio de la lucha de Independencia.
Genaro llega al Museo de la Ciudad. Entra y un par de minutos después sale con un rollo de carteles para pegar en puestos de periódicos, mamparas y oficinas públicas.
“Ahorita me dedico a pegar publicidad, la poca que hay porque ya en realidad no hay la cantidad que había porque en el 2000 quitaron las mamparas donde pegábamos con atole. Entonces sí había mucho futbol, había tres lienzos.
“Yo comencé con esto cuando trabajaba en el ISSSTE, pues quien era mi jefe ahí me mandaba pegar a pegar. Posteriormente Marco Castro, de la universidad, me dijo que le pegara los de él, y así fue como empecé a pegar”, narra. De eso ya pasaron casi 50 años.
Queretano de nacimiento, recuerda que nació en el Callejón de la Luz, hoy calle Quintana Roo, el 2 de diciembre de 1929. Muy cerca de donde se ubicaba la empresa Queretana Textil, donde trabajó hasta que cerró la fábrica, y en donde actualmente hay unos funerales, sobre la calle de Ezequiel Montes.
Genaro da una clase de historia. Dice que la empresa también era conocida como La Bonetera, y antes de que estuviera asentada ahí había una fábrica de tabacos de nivel internacional.
Anteriormente ahí estuvo la primera plaza de toros que hubo en Querétaro, que fue la Plaza de Toros Occidente. Señala que aún en la avenida Del 57 permanecen de pie las bardas originales.
Genaro aún recorre las calles del primer cuadro de la ciudad de Querétaro en su bicicleta, pues dice que se mueve más rápido que a pie. Son entre dos y cuatro horas al día las que destina a esta actividad, recorriendo museos para pegar la publicidad, principalmente de eventos y exposiciones.
“Me buscan y todavía puedo. Dígame ¿qué hago en la casa? Nosotros somos como las máquinas de los carros, como cualquier máquina, que si nos dejan parados nos atrofiamos, hay que moverse.
“Yo viví en una temporada en Obrajes, lo que es hoy 15 de Mayo, frente a la vecindad de Obrajes, en el número 20. Yo barría calles. Me daban un centavo por cada calle. Como mi madre vendía leche en Pasteur, me paraba muy temprano a acompañarla”, comenta.
Apunta que la vecindad de Obrajes era muy grande, pues llegaba casi hasta donde está el río, sobre la calle de Corregidora y las calles pequeñas que están cercanas a avenida Universidad.
Esa vecindad, dice, le narraban sus abuelos que fue una especie de cárcel o taller, porque ahí había todos los oficios. Cuando a un hombre se le olvidaba dar el gasto y se iba de parranda iban a la presidencia municipal para que lo buscaran y lo llevaran para que trabajara o trabajara.
La señora le tenía que llevar el desayuno, la comida y la cena. El sábado le pagaban y tenía que dar el gasto. Ahí lo tenían y lo soltaban tiempo después. Si se componía era bueno, si no le doblaban la pena.
Los ojos de Genaro han visto los cambios de Querétaro. “Tenía que crecer”, señala, y menciona que llegaron muchas fábricas, pero los queretanos no estaban capacitados para esos empleos, y las industrias vinieron con su gente.
Las tradiciones se han ido perdiendo, como el carnaval, que comenzaba por estas fechas en El Pueblito y se trajo a Querétaro. “Se está perdiendo lo que era la Nochebuena. Ahora ya hay cenas, cuando nos íbamos a misa de 12, saliendo de la misa de Gallo, veíamos los carros bíblicos, que eran 24 carros, y al último venía un misterio, que era San José y la virgen María, que eran una imágenes grandes, mientras los pastorcillos bailaban en el piso. Iban por Madero, Ezequiel Montes hasta Ocampo”
.Dice que por desgracia las tradiciones originales se perdieron.
En 1944 vio nacer el teatro Plaza, que decían que duraría 50 años. Él pensaba que nadie lo vería caer, pero desafortunadamente así fue. Le dio tristeza ver que se convertía en unos almacenes frente al jardín Zenea.
Apunta que también dentro de su historia de vida formó parte de los primeros bomberos voluntarios de Querétaro, y que cuartel estaba en Guerrero, el edificio que fue sede la presidencia municipal, y antes la 17 Zona Militar. De quienes iniciaron en 1949, sólo queda él. El bautizo de fuego que tuvieron fue el incendio de la fábrica de tabacos de Irapuato, al cual acudieron con su jeep Willys y una bomba, que era todo el equipo con el que contaban.
Incluso, los cascos eran de la segunda guerra mundial, hechos de acero, que les había regalado el general Rodríguez Familiar, gobernador de Querétaro. Incluso llegaron a Irapuato sin uniformes.
Fueron “despreciados” por sus homólogos de León, Salamanca e Irapuato, pero por su valentía y combatividad los queretanos controlaron el fuego.
La gente, en agradecimiento a los bomberos de Querétaro, llegóaron con el desayuno para ellos. Genaro duró 25 años como bombero voluntario. Hoy uno de sus hijos y dos nietos siguen sus pasos.
Nada mal para un queretano que ha sido testigo del paso de los cambios en el estado.