Querétaro, Qro.-
Dulce María Aguilera Bermudez afirma que la elaboración de muñecas artesanales ha sido su pasión, pues desde niña sintió interés de crear cosas con sus manos y, desde su experiencia, aconseja que durante los días que aún pasan muchas familias en casa, con los niños en clases a distancia y los padres haciendo home office, encuentren en las creaciones “orgánicas” una especie de terapia ocupacional, para reforzar los vínculos familiares distrayendo la mente de lo que pasa alrededor.
“Me gustan mucho los juguetes, porque es la representación social y cultural de lo que vemos actualmente. Si nosotros inculcamos a los niños esos valores, no habrá diferencias de color, de clase, no tendrían por qué existir, pues dependerá de ellos lo que quieran ser, pero a través de ellos, de impulsarlos”, indica.
En su taller, Dulce María habla del último año, con altibajos, con el SARS-CoV-2, con las ganas de seguir trabajando, de no darse por vencida.
Protesista dental de profesión, es esposa de Antonio Arredondo, mago, escultor y maestro de idiomas, pero desde niña le gustó hacer artesanías y manualidades. Con los concursos hechos en la entidad, ha creado diferentes diseños para sus creaciones.
Comenta que durante el confinamiento su trabajo artesanal se detuvo por algunos meses. “Estoy muy consciente. Trato de fomentar mucho la artesanía, pero traté de enfocarme en la otra área, que era lo que la gente iba a comprar, que eran suministros médicos, medicamentos. Decidí enfocarme en esa área, pero sin dejar la artesanía”
El año pasado me bajó el trabajo [de protesista]. Hice de todo. El trabajo fue tratar de absorber todas las capacidades y habilidades que tenía y todas las ayudas que tenía para sacar el año. Nosotros que hacíamos shows [con su esposo] y otras cosas, nos mermó mucho, pero seguimos creando. La creatividad no paró, pero viendo otras opciones, como la parte digital”, abunda.
El estudio de Dulce María está lleno de su trabajo: muñecas artesanales tradicionales, los primeros muñecos con forma de conejos, y una muñeca con la que ganó un concurso, lucen en especial, así como dinosaurios y aves que usan en los espectáculos.
No detuvieron su labor, pero sí cambió su dinámica, pues tenían que ser responsables con la salud de las personas, sin dejar de presentarse y con responsabilidad.
Las presentaciones en vivo se detuvieron por completo. Ella tuvo que parar las actividades en el laboratorio de prótesis dentales, por respeto a los protocolos de higiene, además de que la inmensa mayoría de los consultorios dentales detuvieron sus actividades por el altísimo riesgo de contagio en estos lugares. Asimismo, la gente tenía temor de salir.
El Covid la orilló a dedicarse a la venta de otros productos, además de terminar otros pedidos de sus actividades.
Comenta que por lo regular vendía las muñecas en las ferias artesanales, donde también promovía sus creaciones.
Al cancelarse esos eventos, volteó a plataformas digitales para “mover” los productos, buscando un equilibrio económico para ellos y para los compradores.
Destaca que en el caso de las presentaciones con su esposo hubo, durante el confinamiento y los meses siguientes, personas que les llamaban para hacer fiestas infantiles, a las que se negaban para evitar más contagios.
“La gente se aventaba todavía. Yo soy muy consciente. Por mi familia, y eso que nos cuidabamos tanto, nos dio Covid. Yo pienso mucho en los niños. Dicen que no les afecta. Claro que les va a afectar. Nos afecta a todos”, dice.
Apunta que cuando era niña su mamá cosía y con los retazos de tela ella hacía juguetes.
De adolescente se adentró en la historia de las muñecas y los juguetes artesanales y le gustó conocer sus orígenes. Inició haciendo conejos y vacas de manta, de diseños muy sencillos. También utilizaba medias usadas.
“Empezaban a hacerse concursos nacionales de juguete de rescate. Se hacían muñecas con materiales originales, que eran de trapo, de aserrín, semillas. Era realmente hacer juguetes de rescate. Ahí empezó mi gusto por las muñecas. Busqué algo diferente, para apoyar la artesanía queretana, y aportando a la modernidad de Querétaro”, comenta, mientras atiende sus redes sociales que llevan su nombre.
Dice que una parte importante es que los niños se sientan identificados con las raíces queretanas y que aprecien el valor de los juguetes tradicionales.
“Eso lo pude aplicar hace unos años en un curso de verano en el Parque Bicentenario, con un taller de teatro y títeres”, afirma.
“La creatividad de los niños fue bien padre, porque es crear de cero algo que los identificara. Los niños expresaban una imaginación increíble. Creaban sus muñecos de trapo o de fieltro, y ellos los diseñaban por completo. Eso me motivó a seguir haciendo y promoviendo el juguete popular y tradicional”, precisa.
Dulce María enfatiza que la creación de estas piezas debe buscar mantenerse viva y nutrirse. Si bien son artículos tradicionales, deben de sumar a sus diseños expresiones modernas, y mantener viva la cultura, pues una expresión artística que permanece estática está condenada a su desaparición.
“No porque sea lo típico, lo tradicional, debe permanecer así, sino qué podemos llevar sobre lo típico, sobre el origen, insertar algo actual, porque es lo que nos representa como sociedad. Es evolutivo. Como es en la actualidad, como es la sociedad actual, qué es lo que los niños de hoy ven, para conservar nuestras culturas originarias, buscando el equilibrio”.
No ha sido tan sencillo para Dulce María, pues por su piel clara ha sido señalada. Ella responde que al final también es mexicana, es mestiza y que está orgullosa de sus raíces indígenas y aprender de ellas.
Agrega que la modernidad y la tecnología son buenas herramientas, pero que al mismo tiempo provocan un alejamiento de lo esencial, algo que se debe rescatar para no perder las raíces.