La vida de Arturo Esponda pende de un hilo. Por segunda ocasión sufrió negligencia médica en el ISSSTE Querétaro. Esta vez una hernia mal diagnosticada provocó una cirugía de emergencia, pues parte de su intestino, al obstruirse, se necrosó, por lo que se le tuvo que retirar.

Apenas en octubre del año pasado, Arturo fue víctima de una estafa, cuando en un cajero automático le cambiaron su tarjeta donde recibía su pensión. Del coraje, sufrió un estallamiento de apéndice, que también en el ISSSTE fue diagnosticado con un episodio de gastroenteritis.

Arturo vivió 10 días con el mal diagnóstico que le dieron en la institución médica, hasta que fue operado de emergencia. Para ese entonces su cuerpo se resistía a la infección que se reproducía dentro de él. Fue operado en el mismo ISSSTE, pero una bacteria afectó su cerebro, disminuyendo sus capacidades cognitivas y físicas.

Su hijo, Sergio Esponda, explica que en esta ocasión todo comenzó el martes de la semana pasada, cuando de la casa de retiro donde su padre reside recibió una llamada, en la cual le informaban que su padre tenía vómito. Acudió al lugar, donde le dijeron que el lunes en la noche había comenzado con los síntomas, pero el médico del lugar diagnosticó un malestar estomacal.

Sin embargo, a pesar de los medicamentos, el vómito no disminuyó, por lo que el médico de la casa de retiro recomendó llevar a un hospital. Sergio narra que así lo hizo, llevándolo a una institución privada, donde los doctores le dijeron que el estado de salud de su padre era grave, pues el vómito de color negro era sangre.

“En el hospital prácticamente me regañaron. Me dijeron que mi papá iba muy deshidratado, que lo que vomitaba era sangre, y estaba muy grave”, narra.

Los costos de la atención médica era muy onerosa, por lo que decide trasladarlo al ISSSTE, donde estuvo en observación durante una noche.

Al otro día, miércoles, cuando le dan informes del estado de salud de su padre, le comentan que no era necesaria la operación, pues la obstrucción en su aparato digestivo que se había complicado, que era materia fecal que con un lavado se podía remover para que no interrumpiera el proceso digestivo.

Sin embargo, a pesar del tratamiento, explica, le dijeron que no había evolucionado como esperaban, siguiendo en observación.

Pasaron los días y el jueves le notificaron que le quitaron la sonda y que le estaban dando líquidos para alimentarlo. Sin embargo, cuando él alimentó a su padre a la media hora volvió a vomitar, a lo cual en el ISSSTE le decían que era normal por no tener nada en el estómago, y que le siguiera dando los alimentos.

Luego de pasarlo a piso, pensó que sería cuestión de horas para que a su padre lo dieran de alta. Sin embargo, el médico de guardia del fin de semana, pues ya era sábado, le dijo que era necesario operarlo.

La decisión del galeno le sorprendió, pues aunque su padre presentaba cierta inflamación ya comía. Le vuelven a poner sonda y comienza a expulsar líquidos. La operación era inminente, aunque el doctor le dijo que era una intervención de riesgo, debido a que no tenían el paquete de plaquetas para la cirugía.

Los días hospitalizado pasaron factura a Arturo, pues ya presentaba desnutrición, incluso estaba deshidratado. Pese a todo, la operación se llevó a cabo, pues era de vida o muerte.

La operación, narra Sergio, se llevó a cabo el domingo 16 de junio en la mañana. Al terminar la intervención el médico le dijo que su padre tenía una hernia que estaba obstruyendo el intestino y como lo estaba apretando, el mismo intestino se necrosó, teniendo que cortar una parte del mismo.

“Ahorita mi papá está en terapia intensiva, con un respirador artificial, y en espera de que el intestino vuelva a soldar, en el pedazo que le cortaron”, abunda.

Ahora, en el mismo ISSSTE reconocen que pasó mucho tiempo para ser operado, pues su cirugía se debió de realizar casi en el momento que ingresó al nosocomio.

Apunta que hubo una mala decisión de los médicos, que no actuaron a tiempo para atender a su padre, y por cuya inacción el intestino de su padre tuvo un mayor daño.

Sergio recuerda que desde la ocasión pasada se vivió un caso de negligencia médica y que ahora tiene a su padre debatiéndose entre la vida y la muerte.

Además, precisa, la atención del personal médico fue muy mala para con su padre, pues las enfermeras rara vez se presentaban a revisarlo y ayudarlo, pese a que era un paciente con discapacidad.

Asimismo, dice que pudo observar que hay poco personal médico. “Prácticamente yo tuve que cambiarle el pañal a mi papá, porque me dijeron que era mi responsabilidad estar al pendiente.

“Incluso, tenía que estar al pendiente del cambio de las sábanas, pues por lo mismo que vomitaba estaban muy sucias. Estuvo seis horas con las mismas sábanas, hasta que le comenté que había que cambiarlas. Me respondió (una enfermera): a poco se vomitó. También fue una mala atención por parte de las enfermeras”.

Precisa que gracias al médico de fin de semana, que vio la gravedad de su padre, es que ahora su progenitor sigue con vida, aunque en un estado muy delicado, ya que la negligencia de la institución y de su personal lo hicieron colocarse entre la vida y la muerte.

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