Cuando Alejandra Mejía llevó a su perrita Layla a que le realizaran una cirugía de esterilización, nunca imaginó que la vida de su mascota estaría en riesgo, debido a una fuerte hemorragia que se presentó horas después de la operación.

La perrita mestiza de un año y ocho meses de edad fue llevada de emergencia a un hospital veterinario donde lograron detener la hemorragia; actualmente se encuentra en recuperación, pero Alejandra dice que el problema principal en esta historia fue que inicialmente acudió a un veterinario que no cuenta con licencia profesional de operación.

“Cuando veo todas estas complicaciones en mi mascota es que me doy cuenta que en la receta de la primera veterinaria no tenía numero de cédula, ella me explica que no la tiene, que su documento aún está en trámite.

“Todos cometemos errores, pero me molesta la falta de profesionalismo, no puedes hacer cirugías si no tienes una cédula, si no hay nada que te respalde, desgraciadamente yo no sabía esto”, comenta Alejandra.

La actividad de personas que trabajan como veterinarios sin tener un título profesional es una constante entre las denuncias recibidas ante el Colegio Médico de Veterinarios Zootecnistas del Estado de Querétaro.

Édgar Muñoz, presidente de dicho organismo, señala que mensualmente reciben al menos una denuncia relacionada con clínicas veterinarias que son atendidas por profesionales no certificados.

El presidente del Colegio de Veterinarios detalla que en 2019 fueron clausuradas 14 clínicas veterinarias por operar sin los documentos necesarios que acrediten la confiabilidad de los médicos.

“Mensualmente recibimos cuando menos una denuncia de este tipo de establecimientos, son casos de personas que trabajaron en una veterinaria o en una estética canina, aprendieron algo de medicina, algo de cirugía y después deciden poner su propia clínica y es aquí cuando escuchamos este tipo de historias.

“Estas denuncias las recibimos en el colegio y nosotros las hacemos llegar a la autoridad municipal, quienes a través de Inspección y Vigilancia revisan estos lugares y, si no tienen lo necesario, los clausuran. Este año no tenemos conocimiento de lugares clausurados, pero el año pasado se cerraron 14 veterinarias por estas razones”, comenta.

Edgar Muñoz recomienda a los ciudadanos confirmar que los veterinarios a los que acudan tengan cédula profesional, y no sólo eso, sino también una especialidad en pequeñas especies. Esta información puede conseguirse a través del Colegio de Médicos Veterinarios de Querétaro.

Alejandra conoció a Layla en un refugio animal. Quedó tan enamorada de ella que la adoptó y la hizo parte de su familia junto con su esposo y su otro perro, Güero, un golden retriver.

Pasados unos meses de la adopción, Alejandra sacó cita en la veterinaria Esteti Can, para que esterilizaran a Layla, acudió a este lugar debido a que su veterinario de cabecera se encontraba fuera de la ciudad por motivos de salud.

Cuando la cirugía terminó y Alejandra volvió para recoger a su perrita, notó un charco de sangre en el lugar donde su mascota descansaba; de inmediato supo que no era normal, pero la veterinaria Diana Moreno sólo dio medicamentos para la coagulación y pidió tiempo para que los medicamentos hicieran efecto.

Sin embargo, la hemorragia no se detenía y la veterinaria sostenía que la pérdida de sangre se debía a otros motivos y no a la cirugía que ella misma había realizado.

Alejandra no esperó más y llevó a Layla al Centro de Salud Animal, donde los veterinarios consideraron que la cirugía de esterilización se había realizado con varias irregularidades, pues detectaron que la hemorragia provenía de las ligaduras.

Güero tuvo que donar sangre a Layla, quien permaneció internada cuatro días y tres noches.

Alejandra y la anterior veterinaria siguieron en contacto para ponerse al tanto de la situación de Layla. Según Alejandra Mejía, la veterinaria siempre se mantuvo en contacto y reconoció que la perrita no debió salir de su consultorio sin antes detener la hemorragia, por lo que pidió disculpas, pero nunca reconoció que su cirugía había sido el problema.

Lo más preocupante, dice Alejandra, fue darse cuenta que había acudido a una persona sin documentos que la avalen como profesional.

“Me di cuenta que no tenía número de cédula, le pregunté por esa situación y me dijo: ‘No incluye el número de cédula porque todavía está en trámite’, eso me molestó porque me parece que es falta de profesionalismo, de honestidad, no puedes realizar este tipo de trabajos tan delicados sin tener estos documentos que avalan tu trabajo.

“Yo no creo que sea una mala médico, y se lo dije, yo sé que un error lo comete cualquiera, pero esto de insinuar que en el otro hospital me ayudaron con Layla sólo porque querían cobrar, poner en duda el trabajo de los demás cuando de hecho tienes complicaciones por algo que ella hizo, eso es lo que me molesta”, cuenta.

Explica que la lección que aprendió es que muchas veces este tipo de servicios son más baratos, “pero en verdad no vale la pena, si tienes la posibilidad de invertir en la salud de tu mascota hazlo, en un lugar seguro, con un profesional que tenga el equipo necesario”, enfatiza Alejandra, quien no piensa proceder legalmente, pero sí considera presentar el caso ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

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