La que antes era una fiesta importante para los locatarios del Mercado Escobedo, en el municipio de Querétaro, por las altas ventas que registraban, hoy es un día más en el calendario. “En lo que va del año no he vendido ni un vestidito, en otros años esta fiesta me dejaba ganar mucho, ahora no hay nada de eso”, dice Irma Otero, locataria del mercado desde hace 30 años, y se refiere a la tradicional fiesta de la Candelaria, que se celebra el 2 de febrero, y que más que un acto religioso se ha convertido en una fiesta popular para las familias.
La pandemia opaca la tradición
La Candelaria es una celebración religiosa relacionada con la presentación del niño Jesús al templo. Por lo que muchas familias toman al niño Dios de sus nacimientos, lo visten elegantemente (para lo que compran vestidos y camisones) y acuden a misa para recibir la bendición.
En esta celebración también se crean lazos de compadrazgos (dependiendo de quien apadrine al niño ese año) y culmina con una cena en familia, en donde los tamales son el plato principal.
Sin embargo, este año es diferente. La contingencia sanitaria por Covid-19 no sólo ha modificado la dinámica social, sino también la economía de las familias, por lo que muchas personas no tienen los recursos económicos para comprarle ropa nueva al niñito Dios, ni tampoco para organizar una cena con tamales.
En otros años, para estas mismas fechas Irma ya había vendido casi todos los cambios de ropa para los niños Dios, también había vendido varios tronos de madera, sombreritos tejidos y demás artículos para embellecer al niño Dios de cada familia.
No obstante, este año no ha vendido ni una sola de estas piezas, situación que nunca le había ocurrido en sus 30 años como comerciante.
“Tengo 30 años de comerciante, vendo ropa y varios productos, pero lo principal son los vestidos para el niño Dios, vestidos de muchos tamaños precios, colores. Ya estamos a menos de una semana de que sea lo de la Candelaria, y no he vendido ni un vestidito, que es lo que más se vende en estas fechas”, lamenta.
“En otros años, para estas fechas ya había vendido todo, porque la gente se prepara con tiempo para levantar al niño, viene, ve vestidos, escoge el que le gusta, después vuelven por alguna otra cosita, pero hoy no ha habido nada de eso, ya estamos a muy pocos días, yo creo que este año las ventas ni se van a notar”.
En la experiencia de Irma, la Candelaria no es la única fiesta en donde las familias queretanas compran nuevos atuendos para su niño Dios, algunas personas lo hacen también para Navidad o Día de Reyes, pero este año tampoco se registraron ventas en esas fechas.
“En Navidad o Día de Reyes es cuando algunos les compran vestiditos nuevos, como un regalo que le hacen al niño, algunos lo visten de ‘indito’ y lo presentan a la virgen el 12 de diciembre, pero por lo del Covid no tuve ventas en ninguna de esas fechas, y lo entiendo, pues esque la gente no tiene dinero. Esta fecha era muy buena para nosotros, pero mire cómo estamos ahora, prácticamente sin vender”.
Irma señala que las bajas ventas iniciaron desde el año pasado, cuando por la contingencia sanitaria todos los locatarios del Mercado Escobedo se mantuvieron cerrados durante tres meses, desde entonces no ha podido recuperar lo que invirtió en traer mercancía.
De hecho, para la fiesta de la Candelaria de este año, ni siquiera compró nuevas prendas para los niños Dios, sino que trató de vender la mercancía que tenía almacenada desde el año pasado.
Hay esperanza de captar clientes
Todos los días, Irma Otero empaca y vuelve a desempacar los vestidos para los niños Dios que están en venta, los cuida del polvo, del paso del tiempo, espera que se vendan pronto.
Los clientes que recorren los pasillos del mercado siempre se detienen en el local, los atrae el brillo y el encaje con el que están hechos los vestidos y camisones, preguntan por el precio y la disponibilidad en distintos colores, Irma los aborda de inmediato, se los muestra, les dice que los precios van desde los 40 hasta los 500 pesos, pero eso es todo, las ventas no se concretan.
Con decepción, la comerciante dice: “Siempre es así, todos preguntan pero no compran, la gente no tiene dinero”.
La fiesta de la candelaria no es la única festividad en la que Irma ha detectado bajas ventas, dice que así ha sido todo el último año, calcula que sus ventas cayeron un 70%, desde que inició la contingencia por Covid.
“Desde el año pasado las ventas han bajado muchísimo, yo creo que un 70% y esque ademas ahorita todos cerramos temprano, todo tiene que estar cerrado a las 5 de la tarde, entonces desde las 4 o 4:30 tenemos que empezar a guardar todo para bajar las cortinas de los locales”
Espera que en los próximos días, cuando esté más cercana la fiesta de la Candelaria, sus ventas mejoren, pero lo ve difícil, mientras tanto, seguirá manteniendo sus actividades en el mercado.
“A la gente le decimos que aquí estamos listos, con todo lo que necesitan para esta fiesta que es cuando en las familias se levanta al niñito Jesús, y les decimos a todos que se cuiden porque si estamos en está situación es porque cada día hay más enfermos, hay que cuidarnos todos”, finaliza la comerciante.