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La mirada de los adultos mayores que acuden a vacunarse al Parque Bicentenario es de felicidad. Tras poco más de un año de confinamiento, de encierro, de no ver a los hijos, nietos, hermanos, todo parece mejorar con la aplicación de vacunas contra la Covid-19.
Llegan contentos, en su mayoría. Otros llegan aún escépticos. Desconfían un poco de la efectividad de la vacuna. Los informes de reacciones severas les preocupan. Sin embargo, se inmunizan. Todo sea por retomar la normalidad.
El espacio es abierto. Ideal para mantener la sana distancia y que esté ventilado. Los adultos mayores esperan su turno sentados a la sombra. Quienes tienen alguna discapacidad, lo hacen en sus sillas de ruedas, pero manteniendo la sana distancia. Esperan pacientes.
La voz de Margarita, de 81 años de edad, se escucha tranquila. Luego de recibir la vacuna contra la Covid-19, al igual que su esposo, Román. En un principio dudó en aplicarse el biológico. Los rumores sobre los efectos secundarios graves de la vacuna no la detuvieron.
De buen humor, Margarita recuerda cómo ha sido el último año con la emergencia sanitaria, que se ensaña más con los adultos mayores.
“Desde que se inició esto de la pandemia no hemos salido. Hemos salido poquito. Estamos encerrados. Tratamos de cuidarnos. A lo de la vacuna, le tenía mucho recelo, no por la vacuna, sino por la que tocó aquí, en el estado de Querétaro.
“Soy hipertensa, la circulación no me funciona bien, tenía la preocupación de que me diera un infarto o algo. No tenía el deseo de ponerme la vacuna. Pero me convencieron y me puse esta vacuna y hasta ahorita estoy normal, no me dolió”, dice.
Narra que son tres personas las encargadas del proceso de vacunación. En ocasiones, agrega, se ven desorganizadas, pues no van siguiendo un orden en las filas, pero todo lo demás le pareció adecuado.
Comenta que el proceso se divide en tres etapas. Primero les colocan una pulsera, para identificar que será vacunada. Luego, con el INE le dan un folio, pasa a la segunda carpa. Están sentados y separados. Ahí le toman sus datos: años, enfermedades que padezcan y domicilio. En la tercera carpa aplican la vacuna y se espera media hora, para verificar que no se tenga una reacción adversa. Al no presentar ninguna anomalía se pueden retirar.
“La vacuna no me dolió nada. No se siente nada, ni el piquetito, como es muy delgadita la aguja no se siente. Las señoritas le permiten a uno salir por la parte de atrás, para que entren por la derecha las personas que van a vacunarse y nosotros salimos por atrás después de la media hora de espera luego de vacunarse”, menciona.
Margarita dice que el trato que recibieron ella y su esposo fue bueno. Algunas personas más amables que otras, cuenta, pero en términos generales, bien.
Confiesa que no se quería poner la vacuna porque es hipertensa, y en los noticiarios había visto que la vacuna de AstraZeneca (la que recibió) había provocado reacciones en adultos mayores que la recibieron, como infartos.
“A mí, como me dio trombosis hace como 10 años, traigo un coágulo en el ojo izquierdo, estaba temerosa. Pero me convencieron una de mis nietas y mis dos hijos y pasé, tranquila y hasta el momento no he tenido ninguna complicación”, subraya.
Añade que en dos meses recibirá la segunda dosis de la vacuna contra Covid, les van a llamar vía telefónica.
En el caso de su esposo, Román, explica que él era el más renuente a vacunarse, pero su nieta lo convenció que debía inmunizarse. “Me platica que tampoco le dolió, que se siente bien, pero con un poco de dolor en el brazo”. Añade que su esposo es diabético.
Hablando de vacunas, Margarita recuerda la primera vez que se puso la vacuna contra la influenza le provocó efectos secundarios serios, pues estuvo casi 15 días con fiebre alta. Desde ese entonces no se ha puesto nuevamente la vacuna contra esa enfermedad.
Ahora, dice que se puso la vacuna contra la Covid-19 porque se lo aconsejó su familia, pues no quería inmunizarse. “Esperemos en Dios que no haya consecuencias”, acota.
Sin embargo, reconoce que las vacunas son importantes. Pone como ejemplo las campañas hechas décadas atrás que ayudaron a erradicar enfermedades como la poliomielitis y el sarampión (en su momento).
Confiesa que en el caso de la vacuna contra el SARS CoV-2 tenía ciertas dudas, pues el tiempo en el cual estuvo lista fue muy rápido, “casi al vapor, como que la hicieron a toda prisa por las consecuencias que ha habido, pero esperemos en Dios que sea favorable todo y les aconsejo que se la apliquen”.
Añade que con la aplicación de las vacunas puede ser que los casos de la pandemia disminuyan y ellos, los adultos mayores puedan salir a las calles, volver a sus vidas con menos riesgo.
Margarita y Román seguirán en confinamiento. Como lo han hecho durante el último año, sólo saldrán a un parque cercano a su casa. La despensa se las llevará una de sus hijas.
“Más vale cuidarnos. Yo tenía la idea de seguir cuidándome y no aplicarme la vacuna, pero esperemos en Dios que todo sea por salud”, expresa.