Desde la reapertura de los negocios considerados no esenciales, misma que se realizó el pasado 17 de junio, los gimnasios particulares también retomaron sus actividades, aunque con una rutina muy distinta a la que estábamos acostumbrados.

Con la llamada “nueva normalidad”, realizar las rutinas de ejercicio en un gimnasio pone a prueba no sólo la resistencia física de los deportistas, sino también su paciencia y habilidad para ejercitarse con el cubrebocas, que ahora es requisito indispensable para ingresar a estos espacios.

Rubén González es suscriptor desde hace varios meses en un gimnasio ubicado en el Centro Histórico de Querétaro. Debido a los horarios de trabajo, y a la zona en la que vive, ejercitarse en un gimnasio es la opción que más le conviene pues dispone de sólo dos horas libres al día para realizar esta actividad.

Desde que el gimnasio reabrió sus puertas, Ruben también retomó su rutinas, aunque con muchos cambios. ¿La molestia principal? El uso obligatorio del cubrebocas, que dificulta la rutina y no le permite respirar con comodidad, aunque asegura que es mejor tomar ese pequeño sacrificio, que renunciar por completo a sus actividades deportivas.

“La verdad es que sí es muy incomodo hacer ejercicio con el cubrebocas puesto, pero sabemos que es necesario, creo que todos los que venimos al gimnasio tenemos el compromiso de hacer nuestras rutinas al mismo tiempo que cuidamos a los demás y a nosotros mismos, entonces pues no tenemos de otra mas que acostumrbabros, porque yo creo que todas estas medidas ya no van a cambiar.

“Los tres meses que no pude hacer estas rutinas de ejercicio fue algo muy estresante, yo vivo en un departamento, en un segundo piso, entonces no tengo un área en donde pueda ejercitarme en casa, intenté salir a correr pero tampoco hay muchos espacios porque están cerrados, el ejercicio es una necesidad, no es un gusto, yo creo que es hasta benéfico, porque nos libera de la tensión y del estrés de los últimos meses”, comenta.

Capacidad limitada

Según lo dispuesto por las autoridades de salubridad, los gimnasios deben operar sólo a 30% de su capacidad, por lo que sólo funcionan menos de la mitad de los equipos; la mayoría caminadoras, bicicletas y demás aparatos están clausurados para cumplir con la sana distancia.

Todos los suscriptores al momento de ingresar al gimnasio deben permitir que les tomen la temperatura, deben lavarse las manos, usar gel antibacterial y pasar por los tapetes sanitizantes; en algunos sitios. Los encargados entregan a sus clientes un pequeño kit de limpieza, un desinfectante, trapitos húmedos y secos para que limpien constantemente las máquinas que utilizan.

El uso de cubrebocas es obligatorio, el tiempo máximo para usar estos espacios es de una hora y media, y tampoco se pueden usar las regaderas. En algunos gimnasios se tienen tiempos muertos en los que dejan que el lugar se ventile antes de que ingresen nuevos clientes.

Regreso difícil

Para María Cortés la nueva normalidad también es más que evidente en los gimnasios, ella y su familia asisten a una academia kickboxing todos los fines de semana, y además de los procesos de sanitización y el uso obligatorio del cubrebocas, la distancia entre los deportistas e instructores es otra de las herramientas principales para evitar contagios.

“Hay todo un protocolo de limpieza antes de ingresar a estos lugares, todos llegamos con cubrebocas y lo de siempre, el gel, la temperatura. La academia a la que nosotros asistimos tiene áreas al aire libre, ahí es donde todos trabajamos, sólo nos permiten trabajar los fines de semana y entre semana tomamos clases virtuales, somos un grupo de siete personas y solo tomamos una hora de entrenamiento.

“No requerimos aparatos para entrenar, todo lo hacemos con nuestro cuerpo, lo que sí es que es muy incomodo hacer ejercicio con cubrebocas, sientes que te sofocas, a la mitad del entrenamiento muchos ya traen el cubrebocas en la barbilla o de plano se lo quitan. Otra cosa muy evidente es la distancia, no hay ningún tipo de contacto, ni siquiera con los instructores, cosa que sí teníamos antes”, comenta.

Joel Herrera no tiene inconveniente en usar el cubrebocas para salir a correr, pues dice que lo protege del frío en las primeras horas de la mañana; sin embargo, reconoce que para los demás entrenamientos trabajar con el cubrebocas es un verdadero martirio. Para él, el principal cambio es que entre semana realizan los ejercicios de manera virtual.

“Para correr, el cubrebocas me funciona muy bien, me protege del frío y de hecho yo siempre lo usaba para correr antes de la contingencia. Para mí el cambio más drástico es el hecho de que ahora la mayoría de nuestras clases son el línea, tenemos un grupo de Facebook a través del que nos conectamos y hacemos las rutinas, creo que eso será parte de la nueva vida, tal vez sean medidas que tendremos que adoptar para siempre, lo que tampoco me desagrada por completo, tenemos que adaptarnos a estas nuevas medidas”, comparte.

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