El Marqués, Querétaro.-

La Catrina Aguacatera, “observa” a Raúl Altamirano López, maestro cartonero que, como todos los años durante octubre, lleva a cabo un taller de cartonería donde elaboran catrinas y figuras alusivas al Día de Muertos, pero que, en esta ocasión, a causa de la pandemia de Covid-19 se redujo el número de alumnos, pero ello no impidió seguir con la tradición.

En una mesa, en el patio central de la Casa de la Cultura de El Marqués, en La Cañada, Raúl trabaja junto con algunos de sus alumnos, en este caso, artistas del mismo municipio, quienes elaboran las catrinas de cartón. Este año, el curso no se pudo impartir con la misma cantidad de alumnos que en otras ocasiones, pues en tiempos de pandemia las reuniones de más de 10 personas pueden resultar peligrosas. En este lugar, todos los asistentes guardan la sana distancia, usan cubrebocas y sus asientos se encuentran separados.

En otros años el taller de cartonería contaba hasta con 35 alumnos. En esta ocasión sólo se admitieron a 10 personas. Fue complicado, pues siempre hay muchos interesados en participar en este taller, que se imparte durante todo el mes de octubre.

El maestro cartonero y sus alumnos presenciales preparan las figuras para celebrar el Día de Muertos de este 2020, año que pasará a la historia por la pandemia que se vive en México y el mundo, y que ha causado que las tradiciones, las fiestas, las costumbres se reinventen, se hagan de otra manera, a la distancia, en la intimidad de la casa.

Raúl explica que tiene alrededor de 15 años trabajando esta cartonería durante estas fechas, aunque por la emergencia sanitaria las personas temen acudir al curso. Pese a ello, el cupo limitado que se contempló se cumplió. Otros años, recuerda, tuvo más de 35 alumnos, muchos niños, que se interesaron en la elaboración de figuras con cartón. Actualmente, los grupos sólo pueden ser de 10, máximo 12 alumnos.

Sobre el arte de la cartonería, explica que en un principio se ve complicado, pero enseña a los alumnos todas las técnicas y los materiales, como el papel caple, palito de madera y después con papel bala y engrudo. Esos son los materiales que se usan para crear catrinas, catrines, madres con sus hijos, lo que la imaginación del creador quiera.

“Nosotros damos el curso alrededor de un mes, que es el tiempo que tarda alguien en hacer una pieza. Es todo octubre lo que dura el curso, para que después se exponga. Este año estamos viendo si las vamos a exponer aquí, en la Casa de la Cultura, o en el jardín que está a un lado. Vamos a exponer alrededor de 15 piezas”, abunda el profesor.

Explica que una pieza tarda dos días en elaborarse, para terminarla depende también del clima, pues el engrudo se seca mejor cuando hace calor y hay mucho sol.

Raúl dice que para perfeccionar su arte ha tomado varios cursos de cartonería, aprendiendo diferentes técnicas que transmite a sus alumnos.

Comenta que en La Cañada es habitual hacer máscaras para las fiestas patronales u otras artesanías, como los gallos, las farolas, o los flachicos. “Desde niño veía como mis tíos, con barro —que conseguían del cerro— hacían las máscaras, pero nada más veía, porque también de chiquito me decían que me hiciera a un lado, pero a uno se le queda en la mente. Aquí, La Cañada es un pueblo donde mucha gente es lírica, y son muy buenos. Nunca han tomado cursos o talleres, nada con ver lo hacen.

“A mí, aparte de lo lírico me interesó ir más allá. Tomé cursos en el Museo de Querétaro, con artistas que venían de San Miguel de Allende, [Guanajuato] de otras partes. Veía y aprovechaba para aprender sus técnicas, y es en donde aprendimos un poco más”, abunda.

En el taller no sólo se hacen las catrinas de cartón. Los alumnos pueden hacer otras piezas, como jarrones, o para la próxima temporada decembrina pesebres y nacimientos.

“Cuando se hace esto cada año hay mucho interés, porque los participantes aprenden. Cada año hay un concurso de catrinas. Este año no se podrá hacer, por la pandemia, porque no se permiten concentraciones de personas. Cuando se hace el concurso viene demasiada gente”, abunda.

Raúl precisa que las tradiciones en La Cañada no se han perdido a pesar de los años y el tiempo, pues los habitantes están orgullosos de las mismas. Se nota, destaca, en el “pique” que hay durante los concursos. Incluso algunos de sus alumnos compiten contra líricos del pueblo, que no han tomado cursos, pero que lo han aprendido a lo largo de los años.

Pone como ejemplo “La Aguacatera”, que rinde homenaje al pasado de La Cañada, donde había gran cantidad de huertas que había antes en el lugar. Incluso, destaca que sus aretes y el collar que porta la Catrina están elaborados con semillas de aguacate.

El maestro cartonero comenta que tratan de aleccionar a los más chicos sobre la historia de la Catrina, que en un inicio se conocía como “La garbancera”, y que gracias al mural de Diego Rivera, “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, comenzó a ser conocida como “Catrina”.

“El alumno cuando viene aquí no sabe qué va a hacer. Empieza a hacer el esqueleto”, comenta. El profesor pone como ejemplo a un alumno que este año decidió hacer a la fallecida cantante Jenny Rivera, a quien le puso su botella y su micrófono, pero es la creatividad de cada alumno y aprendiz de Raúl, pues gracias a su dedicación las tradiciones siguen vivas, a pesar todas las circunstancias y a la distancia.

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