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Papá policía. Su trabajo no lo separa de cuidar de su familia

Víctor Martínez González perdió a su esposa hace ocho años, a pesar de todo nunca se dio por vencido

Foto: Demian Chávez, El Universal
16/06/2019 |06:05Alma Gómez |
Redacción Querétaro
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Cuando su esposa Lourdes murió de un paro cardiorrespiratorio a la edad de 39 años, Víctor sintió que todo su mundo se vino abajo, pero no podía rendirse, sus hijos, Geovanny, Carmen y Héctor lo necesitaban.

Los primeros años al frente de la familia, sin la ayuda de su amada esposa fueron los más difíciles, comparte con EL UNIVERSAL Querétaro, Víctor Martínez González, elemento de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) desde hace casi 25 años.

“Yo imaginaba que iba a envejecer al lado de mi esposa, ver a nuestros hijos crecer, formar sus familias, y de repente tienes que hacerte a la idea de que ese sueño no será posible, y tienes que empezar desde cero, encargarte tú solo de la casa, de la familia, de la comida, de la escuela”, comenta Víctor, adscrito al Grupo Interpolicial Metropolitano.

Víctor Martínez González es originario del estado de San Luis Potosí, llegó a la ciudad de Querétaro cuando sólo tenía 21 años. El plan inicial era pasar unos meses en esta ciudad para después mudarse a Monterrey o Guadalajara, viajar por todo el país; sin embargo, el amor lo ancló a Querétaro.

Aquí conoció a María de Lourdes Torres Martínez, quien años después se convertiría en su esposa; después vinieron los hijos que actualmente tiene de 27, 23 y 17 años de edad.

Víctor Martínez recuerda con nostalgia y amor los años que pasaron juntos, recuerda ese gran pilar que siempre fue Lourdes para toda su familia.

No obstante, hace ocho años un infarto fulminante causó la muerte de Lourdes; Víctor y sus hijos vivieron una fuerte reestructura familiar.

A pesar del impacto tan potente y devastador que fue la muerte de su esposa, Víctor no se dejó vencer, sabía que en ese momento, más que nunca, su familia debía permanecer unida.

Se apoyó de sus familiares más cercanos, pero, sobre todo, de Giovanni y Carmen, sus hijos mayores que ayudaron siempre en el cuidado de su hermano Héctor, que en ese entonces tenía ocho años.

“Con la ausencia de mi esposa tuve que empezar desde cero, organizarme para la comida, para la escuela, para lavar ropa, y todo eso hay que compaginarlo con el trabajo, en el que no se tienen un turno fijo ni horas exactas de salidas, mis hijos siempre estuvieron conscientes de eso, a veces tenía que dejarlos algunos momentos a solas, fue muy difícil, pero mis hijos siempre fueron el impulso más grande que tuve.

“Con la muerte de mi esposa todos tuvimos cambios muy fuertes, tuvimos que administrarnos de nuevo, organizarnos de otra forma, mi esposa era un gran apoyo para nosotros. Mis hijos iban a la escuela, mi hija Carmen me ayudaba para llevar al niño más chico a la escuela, entre todos nos organizábamos”, señala.

Actualmente, a ocho años de la muerte de su esposa, Víctor se siente orgulloso de la valentía de sus hijos y de la unión familiar que lograron entre todos. En el camino ha vivido momentos importantes en los que se ha sentido inmensamente feliz y también profundamente triste, como el nacimiento de su primer y único nieto, Jacob, quien tiene un año y medio.

“Con el nacimiento de mi nieto me sentí muy feliz de poder vivir ese momento, pero al mismo tiempo pensaba en mi esposa, en que ella no pudo vivirlo junto conmigo. Lo más maravilloso es ver que mis hijos siguen estudiando y desarrollándose profesionalmente, ese es mi orgullo, ver que están saliendo adelante y que no se dejaron vencer”, menciona.

Como cualquier otro elemento de seguridad, Víctor Martínez González tiene horarios mixtos, a veces inflexibles, pues de su labor depende la seguridad de la sociedad queretana. El policía estatal comparte con orgullo que jamás pensó dejar de trabajar en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, pues la corporación se ha convertido en su casa, en una segunda familia.

Agradece también a sus compañeros de trabajo y a sus superiores, que siempre se mostraron comprensivos con su situación como jefe de familia y responsable de sacar a sus hijos adelante.

“Afortunadamente siempre he tenido el apoyo de todos los que han sido mis jefes aquí en el trabajo. Uno se enamora profundamente de este trabajo, jamás pensé en dejarlo, después de tantos años esto se vuelve tu familia, tu casa. Aprendes que para apoyar a la ciudadanía siempre tienes que estar listo y atento”, dice el policía.

Su hijo Giovanni ahora también es papá de Jacob, sabe en carne propia lo que un padre haría por sus hijos. Recuerda la fortaleza de su madre durante los días de enfermedad, y la valentía de su padre cuando tuvo que sacarlos adelante sin la ayuda de su esposa.

“Yo sé que en estas fechas todos dicen que sus padres son personas maravillosas, pero yo en verdad puedo decir eso, que no pudo tocarme un mejor padre que él. Desde que murió mi mamá se encargó de mantenernos juntos a todos, aunque no ha sido fácil, es una ausencia a la que nunca nos acostumbramos, pero mi padre nos mantuvo siempre unidos”, comenta con lágrimas en los ojos.