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Proyectadas como una mejora para los usuarios del transporte público o como parte del mobiliario urbano que pretendía mejorar la imagen de la capital, donde tendrían comodidades mientras esperaban a las unidades, las paradas de autobús de alta densidad, o conocidas como paradas tipo Dubái, ahora permanecen en el semiabandono, son usadas como comedor y dormitorio.
Construidas en la administración de Marcos Aguilar Vega (2015-2018). En el plan original se proyectó construir 13 paradas, sin embargo, únicamente se hicieron ocho que representaron una inversión de 33 millones 420 mil pesos.
La Entidad Superior de Fiscalización del Estado (ESFE), en la Cuenta Pública correspondiente al ejercicio 2018, formuló 78 observaciones a esta obra por irregularidades en el gasto, pues se hicieron erogaciones indebidas a los contratistas por un monto cercano a los 18 millones de pesos.
En la parada ubicada en Corregidora norte, a la altura del barrio de El Tepe, hay grafitis en los cristales; además, la gente prefiere esperar su camión afuera de la parada.
“Desde adentro no se alcanza a ver si ya viene el camión o la ruta. Y si no ven gente en la parada los choferes no se paran. Además, a veces hay personas que se duermen adentro y huelen muy mal”, dice una joven que espera su ruta.
Un hombre que escucha la conversación agrega que es un “bonito y grande bote de basura”, pues la gente no lo cuida, además de servir más de adorno que para esperar cómodamente el transporte público.
Cuando las unidades de transporte llegan a esa parada, se detienen metros más adelante en la bahía de descenso, por lo que los usuarios deben de “correr” para alcanzar el camión.
Uno de los casos más dramáticos, es el de la parada de avenida Zaragoza, entre las calles de Ocampo y Guerrero. Sirve de todo un poco, menos para esperar el camión. Dentro hay un cajero del gobierno, donde se pueden pagar algunos trámites.
“Es terrible. Adentro, la gente está comiendo, la parada está sucia, y ahora con la pandemia podría ser un foco de contagio. Adentro la gente se quita el cubrebocas para comer o hablar por teléfono”, señala Gabriela, mujer de mediana edad, quien acaba de hacer el pago de un trámite en el cajero.
De quienes están dentro de la parada, muy pocos están en espera del transporte público. Además, el interior luce oscuro y con cristales sucios. Además, al igual que la parada ubicada en El Tepe, desde adentro no se alcanza a ver cuál ruta viene, pues sobre Zaragoza confluyen varios derroteros.
“Imagínate sí estás adentro de la parada esperando tu camión y llega a la parada, pero no lo ves a tiempo. Cuando reaccionas, si hay mucha gente, no alcanzas a subir”, dice Gabriela.
Una de las estaciones más complejas estáen la esquina de Zaragoza y 5 de Febrero, a un costado del Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS). Ahí por la cantidad de personas que transitan y la cantidad de puestos ambulantes que se colocan fue de las primeras en cerrarse durante la pandemia del Covid-19, permaneciendo así durante mucho tiempo.
Sobre 5 de Febrero, muy cerca de avenida Cimatario, afuera de una tienda de autoservicio, se ubica otra parada “tipo Dubái”, llamadas así porque en la explicación que ofreció Marcos Aguilar, en su momento, comentó que se habían estudiado varios modelos, y que el más parecido era el implementado en la ciudad de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos.
En este caso, pasa lo mismo que en otras. Las personas no alcanzan a ver desde el interior de las estaciones las unidades de transporte público que se acerca, ello, a pesar de las “ventajas” de contar con Wifi.
Algo común en casi todas las estaciones es el vandalismo. Vidrios rayados y muros pintados, son el común denominador en las estaciones, que son vistas como una obra de “relumbrón” pero poco funcional hecha por el exalcalde Aguilar Vega.
El fin con el cual se construyeron no se ha concretado. Los usuarios del transporte públicode la capital del estado prefieren esperar afuera su camión (más en tiempos pandémicos) y otros casos, personas en situación de calle las usan como dormitorio. Esta última situación obligó al cierre de las mismas por las noches.
Al mediodía, la cantidad de personas que están en la parada Zaragoza aumenta. Los camiones de las diferentes rutas se detienen. Pasajeros suben y bajan, formando un caos de personas que caminan en todas direcciones, entre gritos de vendedores de chips de teléfonos celulares y el ruido habitual del tránsito.
Los usuarios del transporte público esperan a pie de banqueta el camión. Algunos para pasar descienden al arroyo vehicular, poniendo en riesgo su integridad. La mayor parte de la otrora amplia banqueta es ocupada por la parada tipo Dubái, que cual un elefante blanco, “roba” espacio a los peatones.