Juramentos de amor, remembranzas de una luna de miel e, incluso, referencias del término de una relación, son algunas de las consignas que cientos de enamorados han plasmado en los candados en uno de los puentes del río Querétaro, sobre avenida Universidad, en la capital del estado.
A este espacio se le conoce como el “puente de los candados”, con él se busca reproducir la tradición que nació en Roma, en el Puente Milvio, y después se extendió a París, en donde las parejas sellan su amor al colocar candados en la herrería.
“Nuestra luna de miel… agosto del 2018”, “Carlos–Abigail, 2023”, “Tania y Alan (2014)”, se lee en algunos de los candados de este lugar. En algunos casos, las letras fueron grabadas, así se aprecia en aquel cerrojo que consigna “Natasha Y Rubén 29-05-17”. Otros, marcados con alguna tinta: “Edith y Pablo”, “Fernando… Te amo pingüinito… Marilu 15/03/2021”.
Hay algunos más en los que el tiempo se ha llevado las palabras, pero donde aún se lee “Nuestro amor es lo más grande…” El resto fue difuminado, pues el tiempo ha desmembrado la capa de pintura.
Con tinta negra, en un candado dorado se lee “Gaby y Jany”, un letrero que en su reverso se acompaña de un “Mis cielas” y un corazoncito que adorna el lado superior derecho.
En otras piezas optaron por un poco de sigilo y sólo se escribieron las iniciales: “N & E 16-04-16” o “C y V”, lo oxidado de estropea la fecha, solamente se dilucida un “13”.
Un pequeño candado, en color dorado, ha sido amarrado con pequeños hilos, a simple vista se observan unos cuatro o cinco refrendos.
Sin embargo, hay elementos marcados por frases y palabras que sólo reflejan alguna parte de una historia: “Yessica q seas feliz…”, “Cerrado por amor, por lo vivido, no por compromiso”.
Aun con el fétido olor del río Querétaro -donde cruza el puente-, éste es un paso obligado para los transeúntes.
Este 14 de febrero, Sven y Ana Claudia, rodeados de frondosos árboles y frente a los cientos de candados ahí colocados, dicen “hoy es un día inolvidable, aquí nuestro amor se amarra para siempre y por siempre”.
Ambos jóvenes, tomados de la mano, ponen su candado, se toman la foto, duran tres minutos en el lugar y se retiran.
“Nos vamos a festejar, hoy es un momento para estar juntos todo el día y demostrarnos todo lo que nos queremos”.
Luis y Claudia, otra pareja de jóvenes, también pasan por el puente y se quedan sorprendidos de la cantidad de candados que hay, ellos no acceden a platicar con este diario porque tienen una reservación de una cafetería cercana, aunque se toman la foto junto con un regalo que lleva en mano el novio y rápidamente se retiran.
Antonio Rodríguez pasa sobre el puente, al ser cuestionado sobre la tradición de los candados, revira: “Hace rato los iba a venir a quitar, nada más que no encontré la llave para tanto candado”. Vive en las cercanías a este cruce peatonal, tras 60 años de habitar esta zona (su edad), relata que fue desde hace aproximadamente diez años cuando comenzó esta tendencia.
“Vienen los enamorados aquí a jurar su amor eterno, pero ya después ya se olvidan, me he encontrado algunos [candados] que ya están tirados, a lo mejor vienen y los rompen o se rompió el encanto”, relata.
El hombre comparte que años atrás era otro puente el que estaba en ese sitio, la renovación de éste llevó al inicio de esta tradición. “Antes había otro puente, hace como unos diez años lo renovaron, entonces empezó esa tradición, primero uno, luego otro y después ya se llenó de candados. Cuando hicieron esa renovación, fue como en el 2011, estamos hablando de poquito más de 10 años, entonces fue cuando empezaron a ponerlos, pero ya no hay lugar, hay que poner otro puente más grande o más enamorado”, externa.
Es la segunda vez que Maira Juárez camina sobre este puente, recuerda que desde la primera ocasión le extrañó ver los candados, pues no sabía a qué correspondían.
“Es la segunda vez que paso por aquí para verlo, pero sí me llaman la atención: algún significado tiene. Está bueno saberlo para ver de qué se trata o [venir] a poner el candado… mientras esté todo bien, todo está bien, mientras no tengan otra cosa que hacer más que distraerse en eso, no afecta”, comenta.
Mientras espera a una persona, Jesús Palacios comienza a observar los candados, se acerca para leerlos; para él, este puente ha sido una referencia de ubicación, que desconocía hasta antes de este día.
“Estoy esperando a una persona, me dijo que aquí en el puentecito, pero no sé cuál sea la tradición, desconozco de esto, no sabía. Me dijo que saliendo de Allende, que aquí lo esperara en el puentecito, donde hay hartos candados. De hecho, estaba parado en el otro puentecito, pero allá no vi los candados, pero aquí sí están”, comenta.
Mientras trata de encontrarle un sentido a lo que observa, Jesús comparte que es la primera vez que conoce este puente que, si bien era la referencia para encontrarse con alguien, no sabía con exactitud de qué puente se trataba y su tradición.
“Le veo como que es de parejas, ¿no? No sé si sellan ahí su amor, el noviazgo o algo. Soy de aquí de Querétaro, pero la verdad no sabía, ni había escuchado de esto, hasta ahorita que me quedé de ver con este señor, me dijo que en el puente de los candados, pero yo estaba en el otro puente y ya que me hice para acá dije ‘sí es aquí’”, añade.
Con un caminar apresurado, se acerca una mujer, quien externa que la colocación de estos cerrojos comenzó como una imitación de una tradición que se realiza en Francia.
Sin embargo, ella es clara y con voz firme externa que lo que cuenta son las acciones:
“[Colocan los candados] como un compromiso, un recordatorio de amor, muy inútil… pero bueno, el comportamiento es lo que cuenta”.