El grupo de teatro infantil La Providencia presentó su espectáculo de pantomima, teatro y música, a cargo del maestro Oliver Franco. Luego de cuatro meses de ensayos, los actores debutaron en el el Foro Experimental La Vía.
Tomando obras de Germán Berdiales, con Los Sordos, Arriba las Manos de Fabián Choque, dos interpretaciones del grupo infantil de los 80, Parchís, y una serie de sketches, durante 40 minutos divirtieron al público.
Mostrando una gran madurez en el escenario, los 21 estudiantes que conforman este grupo dejaron todo en el escenario en cada una de sus interpretaciones.
De inicio, las interpretaciones de la pantomima requirieron de una intensa preparación para lograr la comunicación no verbal y que, mediante la expresión corporal, se robaran las risas del público.
Sin pena alguna, los jóvenes actores hicieron suyos los personajes de cada fragmento de las obras. El calor no fue impedimento para realizar un trabajo actoral destacado.
El maestro Oliver Franco, junto con algunos padres de familia, prepararon a los actores antes de comenzar la presentación. Maquillaje, vestuario, memoria, afinación y muchos ánimos fueron algunas cosas que, al rayo del sol, rodearon a los actores que junto con su maestro desearon “romperse una pata” en el escenario.
Antes de comenzar, como cualquier niño entre los 6 y los 12 años, todos corrían, pocos atendían las indicaciones del director; además, mamás y papás les pedían que pusieran atención a las instrucciones, pero era difícil que atendieran.
Sin embargo, Oliver los llamó a tomarse de la mano, verse los unos a los otros, ya maquillados, peinados y vestidos. Fue un momento de total seriedad, como si todo el elenco fuera mayor de edad. Se animaron.
De una u otra manera el nervio en el profesor se fue; en los actores nunca se vio algún ápice de nerviosismo, todo lo contrario, se conducían con mucha naturalidad y control.
Llegó la tercera llamada y como si llevaran más de 100 funciones, cada uno de los actores interpretaron a sus personajes, dijeron sus diálogos y se notaban felices en el escenario, como si de ahí no los hubieran bajado en décadas. Las risas de los asistentes eran incontenibles.
Los actores tenían en sus manos a quenes ahí los escuchaban y veían.
Tras bambalinas, o más bien, frente a ellas, Oliver no dejaba de correr. Como lo hace un director actual, dirige, corrije, anima, pone la música, la escenografía y la iluminación.
El éxito llenó las instalaciones del foro. Y de ahí bajaron actores que, a pesar de su corta edad, han mostrado que el teatro no es para cualquiera.