Encontrar un lugar en la escuela para su hijo se convirtió para Laura en un peregrinar de escuela en escuela. Necesitaba un plantel que le quedara cerca de su trabajo para dejarlo y recogerlo a la salida. A poco de iniciar ciclo escolar aún buscaba una escuela, pues además le correspondió el turno vespertino, volviéndose complicada para ella y su marido la coordinación del cuidado del niño.
El hijo de Laura ingresará a primaria en este ciclo escolar. A lo primero que se enfrentó fue al nuevo sistema para poder inscribir a los alumnos, en donde asignan una escuela que esté cerca del domicilio del menor y los padres, pero sin tomar en cuenta las actividades laborales de los padres.
“Todo el día estoy en el trabajo. Entonces buscaba una escuela cerca de mi trabajo para coordinar el tema de llevarlo y recogerlo. Otra de las cosas era buscar una escuela de tiempo completo, porque quien iba a estar al pendiente de las juntas y todo eso era yo”, indica.
Narra que al hacer el proceso, al darse de alta por default le asignaron una escuela, pero no la aceptó porque quizá para dejarlo en la mañana, antes de ir a trabajar, no habría problema, pero para recogerlo a la salida sería complicado.
Rechazó la opción y decidió seleccionar una segunda. En el apartado de sugerencias solicitó una escuela cerca de su trabajo, que en su caso fue la primaria 21 de Marzo, siendo su primera opción y una escuela de alta demanda. Su segunda opción era la Vicente Riva Palacio, pero no pudo seleccionar otra primaria que era la Vicente Guerrero porque también es de alta demanda y el sistema no deja seleccionar dos primarias de ese tipo.
“Para cuando entregan resultados de esas opciones me dicen que ni una ni la otra. Me dan otra diferente, la Constituyentes de 1917, pero en turno vespertino. Yo entro a trabajar a las nueve de la mañana, y no tengo manera de que alguien me cuide al niño en la mañana, porque en las mañanas se supone que estaría en la escuela y mi mamá me apoyaría con el cuidado en la tarde.
“No tenía muchas opciones, había que buscar que estuviera en una escuela en la mañana para tener una rutina de acuerdo a lo planeado, que era dejarlo en la escuela, trabajar, ir por él, y que mi mamá me ayudara, y cuando se pudiera, que se quedara un rato conmigo en la oficina”, señala.
Laura se dio a la tarea de visitar diferentes escuelas, pues la USEBEQ publicó en su página web la disponibilidad de escuelas que iban a estar en estas fechas.
De manera inmediata fue a la 21 de Marzo, donde se entrevistó con la directora, quien le dijo que no había cupo, que estaba sobresaturada, que incluso tenía grupos de 50 alumnos, y no tenía forma de hacerle un espacio a su hijo.
En la misma página web de la dependencia vio que en la Vicente Guerrero también tenían disponibilidad, por lo que fue a esa primaria. Llegó, dice, como toda mamá, ilusionada y con la esperanza de que alguien se apiadara de su situación. Todas las mamás traen situaciones diferentes.
En esa escuela la directora le dijo que también estaban saturados los grupos, que incluso no tenía lugares desde febrero pasado. Incluso, narra Laura, la directora le dijo que el sistema estaba bloqueado, pues no se podía hacer ningún movimiento de niños, ni altas, ni bajas.
En la Vicente Guerrero le aconsejaron que no perdiera el lugar que ya tenía en la escuela donde está su hijo, pues iba a estar peregrinando aún más de lo que ya había estado buscando una mejor opción educativa para su hijo, y que más adelante buscara su cambio.
Esta situación la orilló a reajustar todos los planes que tenía para organizarse y tendría que apoyarse en su esposo, reajustar sus horarios. El esposo de Laura rola turnos en su empleo, pero logró que al menos por un tiempo le asignen un horario vespertino, para poder estar con su hijo en las mañanas y luego llevarlo a la escuela. La salida corresponderá a Laura.
Sin embargo, Laura se preocupa por la salud de su esposo, pues al tener un turno nocturno dormirá menos, y por la naturaleza de su empleo, donde opera maquinaria, debe estar en óptimas condiciones físicas.
La incertidumbre de no saber a qué escuela iba a ir su hijo provocó que Laura postergara la compra de uniformes y útiles escolares, por lo que apenas un par de días antes del inicio de clases se dedicó a buscar lo necesario para su pequeño.
“El fin de semana ponte a comprar útiles, ponte a comprar uniformes. De hecho en la escuela donde va a entrar, la maestra me dijo que no me preocupara, que los útiles escolares los fuera comprando poco a poco, pues dará hasta el 15 de septiembre para entregarlos completos”.
La semana pasada, precisa Laura, fueron de subidas y bajadas, pues ver en internet que había espacio la ilusionaba, pero cuando en la escuela le decían que no había lugar, la desmoralizaba.
Laura agradece que en su trabajo son flexibles en su horario, lo que le permite salir unos minutos antes para recoger a su hijo.
Una opción sería llevarlo a su trabajo, pero el menor no aguantaría estar toda la mañana con ella. Pagar una escuela particular no está a su alcance. Tendrá que dividirse y hacer esfuerzos sobrehumanos para que su hijo tenga educación. Historia que se repite en muchos hogares y familias.