En esta ocasión no se realizó el tradicional Paseo de El Gallo, pues los grupos de concheros no salieron a las calles para festejar a la Santísima Cruz de la Misión de los Milagros, debido que la pandemia que se vive por el Covid-19 se los impidió.
Únicamente hubo rezos en algunas casas –que se habilitaron como oratorios- como parte de este evento que se realiza el 13 de septiembre; una de las tradiciones pagano-religiosas más importantes de la ciudad. Se da en el Barrio de La Cruz, zona donde se fundó Querétaro el 25 de julio de 1531.
Ayer, el atrio del Templo de la Cruz, -hasta donde llegaban en años anteriores cientos de concheros-, lució desierto, además de que tampoco se observó la verbena que año con año se da con los vendedores de antojitos mexicanos.
En la fachada de esta iglesia, una de las de mayor tradición de la ciudad, no se olvidó la conmemoración debido a que se colocaron adornos alusivos a la fecha.
Con todas las medidas de seguridad, realizaron sus ritos casi en privado los 22 grupos de concheros –a cada uno se les da la denominación de Mesa- que pertenecen al Barrio La Cruz, pues únicamente tuvieron acceso a los oratorios familiares y amigos que, a lo máximo, sumaron 30 personas.
Esta tradición que data de hace aproximadamente 460 años, por primera ocasión incluyó la utilización cubrebocas, gel antibacterial, tapetes sanitizantes, toallas desinfectantes y en algunos casos se utilizaron guantes y aunque les recomendaron conservar una sana distancia a los participantes, fue difícil que lo cumplieran en un 100% por lo pequeño de los inmuebles.
Las fiestas arrancaban con el tradicional recorrido por el Barrio con El Gallo: “son gallos de papel monumentales, acompañados con música de viento”, explica el conchero Omar Ugalde Rodríguez, que pertenece a la Unión de Danza Azteca de Querétaro.
Agrega que antiguamente los frailes no permitían estos rituales, por eso todo se hacía dentro de las casas, “porque no podíamos salir a las calles como ahorita”
Ellos, dice, “venían a checar que nosotros como concheros alabáramos a Dios y no a las imágenes que para ellos eran paganas “se encubrían con ‘El Gallo’, y visitaban los altares y poco a poco nos fuimos abriendo paso hacia el exterior, haciendo esta fiesta popular”.
El conchero recibe al contingente en el oratorio al que pertenece, donde ofrecen café y pan a los visitantes, mientras que los eclesiásticos rezan y bendicen su altar.
Tras esta visita, el contingente retoma su recorrido, para visitar las capillas familiares de más de 20 agrupaciones tradicionales.
Cuando el jolgorio se va, y en su lugar arriba el silencio, las conchas y las sonajas de los danzantes comienzan a sonar; el aroma del copal inunda el ambiente de los oratorios, las alabanzas de los concheros empiezan a elevarse, y la expresión “¡Él es Dios!” se escucha.
La tradición marca que la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, dice Ugalde, está dividida en varios momentos. Inicia con la velación (que se realiza en los oratorios) la madrugada 13 de septiembre. Luego el Levantamiento del Chimal y el desfile, que este año se suspendieron junto con las danzas.
La fiesta concluye la madrugada de este 14 de septiembre, cuando los danzantes asisten al Templo a bendición de reliquias. Este año se tiene previsto que asistan grupos pequeños de concheros para evitar contagios de Covid-19.