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Las piñatas, las calles llenas de personas conviviendo tras pedir posada tendrán que esperar al menos un año más.
Este 2021, aún en emergencia sanitaria por la pandemia de Covid, aunque con medidas menos restrictivas, se pueden celebrar estas tradicionales fiestas, pero de manera diferente.
En el templo de La Cruz, cuyo barrio celebra de manera especial las posadas, las cosas son diferentes. Los tiempos en los que los habitantes del lugar se reunían de manera multitudinaria, haciendo las posadas en las calles angostas que cerraban al paso de vehículos para que todos, propios y extraños pudieran recibir sus aguinaldos, romper piñatas y pasar una noche conviviendo, parecen el recuerdo de una era lejana, casi olvidada.
El repique de las campanas del templo llama a los devotos a las posadas. Los preparativos de las personas que ayudan en la organización comienzan mucho antes de las 18:30 horas, cuando inician las posadas en La Cruz.
Colocan dos bancas a la mitad del templo para dividir a los asistentes. La parte más cercana al altar es para los niños, en tanto que laa parte posterior es para los adultos.
En la entrada al templo y a la capilla de la Asunción hay personas que ofrecen gel antibacterial a los asistentes.
Frente al altar, en una pantalla y con ayuda de un proyector, los devotos pueden ver los misterios del Rosario que se rezan de acuerdo al día de la semana. Poco a poco los fieles llegan.
Los niños corren hasta donde las personas del staff del templo los reciben y les dicen que pasen al frente del templo.
A los padres les dicen que ocupen las bancas apartadas en la parte posterior.
No todos los lugares son ocupados por los fieles. Cuando comienza el Rosario aún hay lugares desocupados en las bancas. Conforme avanza, las bancas se llenan de adultos. También llegan más menores.
Cuando termina el Rosario el templo ya está lleno. A lo largo del rezo llegan más personas, mientras que algunas otras permanecen afuera del templo.
En el atrio del templo, los puestos de comida reciben a los comensales que pasean en la zona y que son atraídos por el movimiento en el templo.
También se dan cita personas en situación de calle que ven en las posadas la oportunidad de tener algo que comer o algo de caridad de las personas que acuden a la celebración. Esperan afuera del templo.
Una mujer se sienta junto al monumento a los danzantes. Otra mujer, rodeada de cartones, se sienta entre la puerta principal del templo y la capilla de Asunción, por donde en unos minutos pasarán los peregrinos.
Dentro, la tos esporádica de alguno de los asistentes no incomoda a nadie. Siguen rezando siguiendo las oraciones.
Pasa casi una hora. Entre misterio y misterio del Rosario un coro canta villancicos navideños, luego de que se leen versículos de la Biblia referentes al anuncio de la concepción de María.
Al terminar, un grupo de sacerdotes carga a los peregrinos, que se ubican a un costado del altar del templo.
Luego se procede a explicar a todos los presentes la dinámica a seguir en esta nueva normalidad. Hay ansiedad entre los fieles queretanos, principalmente en los más chicos.
Se entona la letanía con la que se pide posada. Los peregrinos pasan del templo principal a la capilla. Salen y vuelven a entrar. En esta ocasión no hay caminatas hasta las calles del barrio, como se hacían antes de la pandemia, cuando se convocaba a cerca de mil personas para estos festejos, cuando las personas se reunían, cantaban uno al lado del otro pidiendo posada, o coreando el “Dale, dale, dale, no pierdas el tino”.
Días que parecen lejanos
Ahora, este año, toda la celebración se lleva a cabo en unos cuantos metros, con rostros cubiertos, tratando de no acercarse mucho a la persona que está a un lado… y al otro, y adelante, y atrás. Los peregrinos entran al templo. Pedir posada no se demora más de 15 minutos.
Afuera, en una mesa los vecinos de La Cruz que ofrecen la posada se preparan para repartir los aguinaldos entre los participantes, quienes forman una fila, en ocasiones sin respetar la sana distancia.
La gente avanza lentamente; se mezclan adultos y niños, formados para recibir su aguinaldo. Quienes reparten lo hacen de manera rápida, para “descongestionar” el templo y evitar que se aglomere la gente, que ya suma una centena en el lugar.
Todos acuden y son atraídos por la posada. Muchas de las personas en situación de calle entran para recibir unos alimentos que, dada su condición, no son mal recibidos.
Las artesanas indígenas que venden en Plaza Fundadores también acuden con sus hijos. Los vecinos del barrio y algunos turistas también se suman a la celebración religiosa.
Luego de recibir su aguinaldo, los fieles buscan un lugar cercano para pelar una naranja o una mandarina, comer una jugosa y dulce caña y pelar unos cacahuates.
Los aguinaldos se terminan en pocos minutos. Los vecinos que han dado la posada guardan sus cosas y caminan hasta sus casas acompañados por la imagen de los peregrinos. Tener la imagen de los peregrinos en sus domicilios es opcional. La mayoría acepta.
Algunos de ellos han esperado dos años para ello, pues en 2020, por la emergencia sanitaria, no se pudieron llevar a cabo las posadas.
Ahora, en 2021, aunque no de la manera en la que acostumbraban, cumplen con la tradición del barrio de La Cruz, en espera de mejores tiempos, libres de pandemias, para volver a las fiestas, las luces de colores, las piñatas, los vecinos sentados en las puertas de sus casas mientras ven a los niños aporrear piñatas de colores vivos. Hoy, todo no es más que un recuerdo.