Raquel Estrada Pacheco, trabajadora doméstica, es contundente: “No somos esclavas, no somos de su propiedad. Trabajamos para ellos, pero merecemos respeto y reconocimiento a nuestro trabajo”. Raquel, empleada en una casa en Jurica, dice que no sabe si le conviene tener Seguro Social, y si ella, como empleada de medio tiempo, puede tener esa prestación.

Para Verónica Álvarez Ramos, este tipo de beneficio le conviene, pues como madre soltera de dos hijas debe de cuidar la economía familiar cuando enferman.

Inició como trabajadora doméstica hace 15 años, porque a uno de sus hijos lo sacaron de la escuela donde estudiaba por problemas de conducta. Decidieron darle otra oportunidad y mandarlo a otro colegio en Querétaro, lo que representaba más gastos, por lo que comenzó a trabajar para ayudar a su marido.

El actual, es el cuarto trabajo que tiene, en tres le fue muy bien. En el primero le fue muy bien, pues su patrona fue comprensible con ella, accediendo a darle horarios flexibles. Además tuvo Seguro Social durante seis años.

Prestaciones, un futuro diferente para las trabajadoras domésticas
Prestaciones, un futuro diferente para las trabajadoras domésticas

Desgraciadamente, para el esposo de la señora, el que trabajara medio tiempo le molestaba, porque le pagaba completo.

En otro empleo tuvo la desgracia de caer con una patrona que era desconfiada y descuidada, llegando a insinuarle que le robaba. “Uno se siente humillado cuando le hacen esas preguntas”, indica.

Explica que después cuando limpiaban encontraban los objetos perdidos, pero expresiones como las que recibía de su ex patrona la molestaron por lo que terminó su relación laboral.

Además de trabajar en casa, Raquel debe de seguir con su doble jornada, pues debe de llegar a limpiar su vivienda.

Sobre la posibilidad de que por ley reciba Seguro Social, duda que para personas como ella que laboran mediodía se pueda dar, y quizá solo sea para personas que trabajan tiempo completo.

“Me he encontrado en la parada del autobús con compañeras que las maltratan hasta 16 horas diarias, y la hacen de cuidadoras de perros, lavadoras de carros o de nanas.

“Esa etapa de esclavitud ya se terminó, ya se acabó. Somos personas que ayudamos en el hogar, que no somos esclavas. Muchas de nuestras empleadoras son profesionistas, son personas que están haciendo una carrera, son líderes de una empresa. Están ahí gracias a nosotras, que les ayudamos en el hogar. No esperamos un gracias, pero si esperamos que valoren nuestro trabajo”, enfatiza Raquel.

Agrega que para algunas trabajadoras domésticas recibir prestaciones les puede beneficiar, principalmente a aquellas que son madres solteras, viudas, y que no tienen el apoyo de una pareja que les ayuda. “Nosotras, como ayudamos en nuestro hogar, no nos conviene mucho, para nosotros es más valioso recibir esa parte de dinero que nos van a quitar”, subraya.

Una de las hijas de Raquel ya se dedica también al trabajo doméstico. Es la tercera generación en la familia.

Verónica, en tanto, dice que tiene 20 años dedicándose al trabajo doméstico. Antes laboraba en una fábrica, pero no había guarderías como ahora, por lo que optó por un empleo donde pudiera disponer de más tiempo para atender a su hija.

Prestaciones, un futuro diferente para las trabajadoras domésticas
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“Tuve que buscar este empleo porque me daba la oportunidad de no descuidar tanto a mi hija. Ahorita en este trabajo en el que estoy me ha ido bien, porque la señora ha sido muy amable conmigo”

En su otro empleo no le fue tan bien, pues la señora con quien trabajaba le “levantó un falso”, diciendo que le había robado seis pedazos de carne, lo que terminó, incluso, en Conciliación y Arbitraje.

“No me apoyaron, no me ayudaron, la patrona me dio lo que quiso y me quedé sin trabajo”, precisa la mujer, quien indica que todo este conflicto se dio porque le pidió un aumento de sueldo a la señora que la contrataba. Nueve años de trabajo terminaron de manera abrupta.

Después de eso, las experiencias de Verónica han sido positivas y buenas. Ahora, con la posibilidad de tener seguridad social le da cierta certeza a su vida laboral, pues como madre soltera le ayudará para cuando sus hijas se enfermen.

“Me parece maravilloso. Después de tantos años sin recibir nada. Ahorita que me duele la cabeza, que ando agripada, ir a pagar médico particular, la ida es sólo de 500 pesos. Cada visita al doctor de los hijos son 500 pesos. Ni lo que se gana al día”, señala.

Con su actual patrona tiene suerte, pues cuando algunas de sus hijas está enferma, su jefa le dice que las lleve al médico y ella paga una parte de los gastos, también cuando ella está enferma.

Con seguridad social, añade, el futuro no se ve tan negativo, pues podrá aspirar a tener una pensión para cuando las fuerzas abandonen, pues la espalda se hace curva por los años y los pies se hacen más lentos, luego de años sirviendo a otros.

bft

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