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El Marqués, Querétaro
San Vicente de Ferrer, pequeña comunidad del municipio de El Marqués enclavada en una zona rural, es desde hace más de 40 años el principal aparador comercial y fabricante de artículos de piel de la zona, en especial del segmento de marroquinería, que incluye cinturones, bolsos y carteras.
Quienes llegan hasta San Vicente observan una modesta comunidad en donde pocas de sus calles se encuentran pavimentadas.
En San Vicente el atractivo es comprar bonito, barato y duradero, pero sobre la clientela que llega a este lugar se da el gusto de poner a trabajar ese olfato para oler la piel cuando ve un monedero o un cinturón nuevo.
A diferencia de la dinámica que se tiene en las tiendas de los grandes centros comerciales, donde hay precios ya fijos, en San Vicente es posible regatear, buscando encontrar la mejor oferta posible.
Es una población dedicada mayoritariamente a la venta de artículos de piel, entre ellos chamarras, cinturones, bolsos, carteras, mochilas y hasta zapatos, aunque este último producto ahí no lo fabrican, sino que lo traen de León, Guanajuato.
Al caminar por las empedradas calles de San Vicente se observan los innumerables locales comerciales que han sido construidos y adaptados en las viviendas de quienes viven en este lugar, el cual se localiza a escasos 30 minutos del centro de la capital del estado.
En San Vicente, la lucha es por no por dejarse comer el mercado que cada día abarcan más los productos chinos, que se distinguen por ofrecer precios bajos en artículos de baja calidad que duran muy poco, dice Esteban Martínez, quien junto con su madre Prisciliana Molina, tienen cerca de 35 años de dedicarse a la producción y comercio en el segmento de la marroquinería.
En un pequeño espacio de su casa, Esteban tiene un local comercial y su taller, en donde procesa la piel, principalmente de animal bovino. Es ahí donde realiza el corte y confección y le da vida a los productos que con diferentes diseños pondrá a la venta en sus aparadores o venderá a clientes que les surte por mayoreo.
El taller de Esteban no vive sus mejores épocas en este momento, pues en la actualidad únicamente emplea a una persona, Juan, quien se dedica a procesar y confeccionar la piel para darle vida a los diferentes productos que sacan la venta, muchos de ellos con diseños que se han ido adaptando de las diferentes tendencias de moda que han dejado una huella importante en el mercado, “aunque también hay diseños que surgen de la inspiración de uno”, menciona.
El taller y el local comercial de Esteban funcionan mayoritariamente con la aportación que da cada uno de los integrantes de su familia, pero a pesar de esta limitante, el negocio genera una producción que les permite abastecer pedidos que les hacen empresas mayoristas que se localizan en otros estados, “principalmente, vendo en los estados de Michoacán y Guanajuato”.
“En el taller hemos ido acumulado miles de molduras que nos permite sacar la producción” para su negocio que vive sus mejores momentos los fines de semana, principalmente domingos y días festivos.
San Vicente, dice Esteban quien se considera uno de los marroquineros más viejos del lugar, tiene una relación comercial muy estrecha con León, Guanajuato, la llamada capital mundial del calzado, “pues de allá traemos la piel con la que trabajamos y por otro lado ellos allá comercializan monederos y carteras que les vendemos nosotros a los mayoristas”.
“La gente desconoce que muchas de las cosas que compra en León, Guanajuato, en la conocida Zona Piel, ha sido producidas en San Vicente de Ferrer. Por ejemplo las carteras y monederos que se compran allá se hacen aquí”.
A pesar de ser un lugar conocido por los queretanos, dice que las mejores épocas de San Vicente se vivieron hace 20 años, pues había ventas que por día en un fin de semana se alcanzaba más de 5 mil pesos, “pero hoy además de que nos falta promoción también se tiene la competencia desleal de los productos sintéticos que provienen de China”.
Historia de cuatro décadas
Hace 40 años, Juan Briones, nacido en San Vicente, regresó a la comunidad después haber estado un buen tiempo trabajando en Guadalajara, Jalisco, donde aprendió el oficio de marroquinería y después abrió un pequeño taller en donde enseñó a las personas de aquí.
“Con él aprendimos ese amplio concepto de la marroquinería, lo que nos permite hacer una chamarra, un bolso, una cartera o monedero, un llavero o un cinturón”.
Por su parte Martha Molina, quien es empleada en un local que se dedica a la venta de bolsos y monederos en San Vicente, dice que la mayoría de las personas de la comunidad le agarraron cariño al trabajo de la piel, “abrieron sus pequeños talleres, nadie tiene una fábrica grande”.
Son alrededor de 50 locales, dice, los que operan en San Vicente, unos más grandes que otros, los cuales en este momento están sufriendo, asegura, una baja en las ventas, debido a que están haciendo unas obras de pavimentación y eso afecta, “debido a que los clientes que vienen en sus coches tienen problemas para estacionarse”.