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Colón, Qro.
Apesar de la pandemia de Covid-19, los artesanos de Colón no detienen sus telares y continúan con la elaboración de sarapes; artesanía que los ha posicionado como ganadores del Concurso Nacional del Sarape durante tres años consecutivos.
Tal es el caso de J. Ignacio Salvador Granados Sánchez, artesano desde los 11 años de edad, y que ha ganado primeros y segundos lugares a nivel nacional, debido a la fina elaboración de sus prendas hechas con lana.
Oficio familiar
“Recuerdo cuando yo era niño, en todas las casas había telares, todas las familias se dedicaban a eso, fabricaban sarapes, cobijas, muchas prendas de lana, esa era la actividad principal aquí en Colón, toda la gente trabajaba de eso”, recuerda Ignacio Granados, quien en sus más de 50 años como artesano, ha visto desaparecer lentamente el tejido de lana en el municipio.
Fue en 2018 cuando un grupo de aproximadamente ocho artesanos se organizó para presentar el proyecto del Concurso Nacional del Sarape al gobierno municipal de Colón. Los tejedores tocaron puertas en instancias municipales y estatales, explicando la urgencia de rescatar la tradición del tejido de lana y la importancia de mostrar a todo el país el trabajo de los artesanos colonenses.
De esa forma, lo que parecía una locura se hizo realidad ese mismo año, cuando se llevó a cabo la primera edición del Concurso Nacional del Sarape.
En 2018 participaron sólo 8 artesanos, en 2019 fueron 55 tejedores y para el 2020, cuando se realizó la tercera edición de este concurso, participaron 83 artesanos.
“Todo inició porque nosotros tocamos puertas en todo el estado para crear el Concurso Nacional del Sarape, nos escuchó el gobierno municipal y lo que parecía una locura se hizo realidad, con el paso de los años vemos que el concurso está tomando un auge muy bonito. El concurso no lo hacemos sólo para que conozcan a los artesanos de Colón, sino para que la gente se fije en todas las artesanías mexicanas”.
Ignacio cuenta con orgullo que el Concurso Nacional del Sarape, impulsado por artesanos locales, ha recibido a tejedores del Estado de México, Tlaxcala, Zacatecas, Oaxaca y demás estados de la República.
“Los ganadores del concurso han vendido muy bien los sarapes con los que ganaron, algunos incluso han enviado piezas a Estados Unidos. Estamos logrando algo que hace 50 años nadie se imaginaba, queremos que esta expresión cultural nunca muera”, comenta.
El certamen ha tomado tanto auge entre los tejedores de lana, que realizaron el concurso en 2020, sin importar la contingencia sanitaria. Para esto, los concursantes enviaron sus prendas por correo, para que fueran examinadas por el jurado, una vez anunciados los ganadores, las prendas fueron devueltas a su lugar de origen.
“Cuando supimos que los concursos se iban a realizar, aunque de forma diferente, nosotros como anfitriones no quisimos dejar de participar, y entonces empieza uno a imaginar un diseño, algo que sea digno del concurso, yo quería hacer algo con imágenes de la charrería, por eso en mi sarape plasmé las suertes de la charrería”.
Ignacio Granados Sánchez ha ganado primeros lugares en el Concurso Nacional del Sarape. En 2018 ganó el segundo lugar, en 2019 obtuvo un primer lugar, y en la última edición realizada en 2020 ganó nuevamente un segundo lugar.
Dignifican trabajo artesanal en Colón
Aunque es tejedor de lana desde que tenía once años de edad, Ignacio reconoce que en su trabajo es sumamente perfeccionista, y que difícilmente está conforme con los sarapes que teje, pues siempre busca hacerlos mejor y con una gran cantidad de detalles.
En la última edición del concurso, Ignacio participó con un hermoso sarape en el que muestra algunas de las suertes charras, y al ser una prenda con un alto nivel de detalles y complejidad, obtuvo el segundo lugar en el certamen.
“Uno es muy exigente con sus propios diseños, cuando lo ves terminado siempre sientes que le faltó algo, o que pudo haber quedado mejor, pero ya descansas hasta que la gente te empieza a decir que quedó bonito”, afirma.
“Yo digo con orgullo que soy de los artesanos viejos, de los que no teníamos escuela y teníamos que ayudar en la producción, seleccionar la lana y demás”.
“Yo aprendí a tejer a los 11 años, en cuanto alcanzas el telar tus papás te enseñaban a tejer, en vez de que andes por ahí de callejero, empiezas a hacer tus propios diseños. En mi época pedían grandes cantidades de prendas hechas de lana, cientos de prendas, entonces tú tejías, peinabas, hacías de todo”, recuerda.
Para el artesano, el Concurso Nacional del Sarape ha dignificado el trabajo de los tejedores de lana y ha posicionado a Colón como uno de los puntos más importantes en donde se producen todo tipo de sarapes, gabanes o jorongos.
Sin embargo, pese al éxito alcanzado, reconoce que la artesanía mexicana aún necesita de grandes impulsos, pues vender un sarape cuyo precio en promedio es de 800 pesos, aún es una tarea muy difícil. Los sarapes ganadores de este concurso, se han valuado hasta en 28 mil pesos, debido al delicado trabajo hecho a mano por los artesanos mexicanos.