Más Información
Esta ocasión no es como en los dos últimos años, cuando había urgencia de vacunarse contra la influenza. Ahora, una vez controlada la emergencia sanitaria por la Covid-19, los queretanos se toman con más calma la vacuna para evitar el AH1N1.
Hace dos años, en 2020, cuando se hizo el anuncio de la vacunación contra la influenza y que sería abierta para toda la población, las filas eran comunes en los módulos, donde familias enteras esperaban a ser inmunizadas con este biológico, a falta de la vacuna contra la Covid-19, que aún no llegaba.
Este año, a unos días del arranque de la campaña de vacunación contra la influenza, que en su primera etapa estará dirigida a menores de cinco años de edad, adultos mayores y personas con enfermedades crónico-degenerativas, el panorama es diferente, pues la población no muestra el mismo nivel de interés por inocularse.
Leticia, mujer de mediana edad, quien hace dos años junto con su familia acudió a vacunarse contra la influenza en los primeros días de la campaña, recuerda que tuvo que mentir para ser vacunada junto con sus hijos y su esposo.
“Sí, tuve que mentir. El miedo era mucho y pensábamos que una vacuna, la que fuera, nos salvaría la vida.
“Le dije a la enfermera que todos éramos hipertensos. Nos vacunó, porque como estamos medio gorditos, no dudó que teníamos la presión alta. En ese año había filas para vacunarse”, comenta mientras ríe.
Ahora, incluso los módulos de vacunación, como el instalado en Plaza de Armas, cierran antes de las 14:00 horas, ante la falta de personas.
El flujo de personas para vacunarse es similar al de antes de la pandemia de Covid 19, cuando la ciudadanía tomaba con desidia inmunizarse contra esta enfermedad que se convirtió en pandemia en 2009 en México y que puso en alerta a todo el mundo; pensando que 90 años antes la llamada gripa española, que surgió en un campamento militar de Estados Unidos, se había convertido en la última pandemia en azotar a la humanidad.
Hoy, con medidas anticovid relajadas, con uso voluntario de cubrebocas, y la sana distancia como un sano recuerdo a la distancia, crea una falsa idea de seguridad que puede ser peligrosa para la salud pública.
En todos los negocios, desde boutiques, hasta tiendas de conveniencia, pasando por cafeterías, paleterías y loncherías, los clientes, y en algunos casos los encargados, ya se despojan del cubrebocas. Dejar de usar mascarilla aumentará los riesgos de contraer enfermedades.
“En [la ciudad de] Querétaro tienen suerte. Acá las vacunas las aplican rápido. En la Ciudad de México vas a los centros de salud y te dicen que ‘no hay vacunas’, que sólo aplican 180 dosis todos los días, que hay que llegar temprano a sacar ficha o formarse temprano para ser de los 180 afortunados”, dice Aurora, adulta mayor radicada en la capital del país.
Señala que ojalá en la Ciudad de México los protocolos de vacunación fueran como en la capital de Querétaro, donde en las plazas públicas hay módulos donde vacunarse.
“En los primeros días de las campañas es imposible vacunarse. Todo mundo quiere la vacuna, aunque no les toque y nos dejan sin vacuna a quienes somos de la tercera edad, pero que por una u otra razón no podemos ir temprano”, indica.
Hace un año, en la capital queretana, aún se podían observar largas filas para vacunarse contra la influenza.
Había responsabilidad, con una pizca de temor, entre la población adulta mayor, quienes son los primeros siempre en las campañas de vacunación.
Quienes llegan para inmunizarse, lo hacen en pareja o solos. Las parejas son esposos que han estado juntos los últimos 50 años y que han sobrevivido a la pandemia de la Covid 19.