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Las haciendas queretanas de Atongo,Chichimequillas y Miranda jugaron un papel importante en la guerra y consumación de la Independencia, afirma Gustavo Pérez Lara Hernández, historiador y promotor cultural de la Secretaría Adjunta de la Presidencia Municipal de El Marqués, quien señala que este rol protagónico no ha recibido el reconocimiento que se merecen.
Es un día nublado en Atongo. Las mujeres de la comunidad se preparan para ir por los niños a las escuela. Los negocios, como tlapalerías, refaccionarias, y tiendas de abarrotes, están abiertos.
Al igual que en La Cañada, no se ven tiendas de conveniencia o minisuper.
La barda que delimita el espacio de la Hacienda de Atongo comienza junto a una escuela. En la puerta, grandes letras anuncian la hacienda.
La comunidad es pequeña, acogedora. Hay tranquilidad en las calles.
Pérez Lara Hernández recuerda que tras iniciar la lucha armada en Dolores y tomar la alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, Miguel Hidalgo y su ejército independentista se dirigieron a Querétaro, como parte de su itinerario rumbo a la capital del país.
Sin embargo, en la ciudad de Querétaro ya los esperaba el ejército virreinal, para confrontarse.
“El 6 de octubre de 1810 se libra una fuerte batalla entre estos dos bandos, insurgentes y ejército virreinal, en un lugar llamado Puerto Carroza, que está muy próximo a la llegada a San José Iturbide, (llamado en aquel entonces San José Casas Viejas) y que es una batalla que pierden los insurgentes. Por eso, José María Calleja, en ese entonces general realista, honra a su ejército como los ganadores de esa batalla, y hace una misa donde corona generala a la Virgen del Pueblito, porque se dice que los soldados del ejército virreinal se encomendaron a ella”.
El historiador explica que en las tres haciendas que pertenecen al actual municipio de El Marqués, el estado de Querétaro vivieron muchos de quienes una vez comenzada la insurrección se sumaron a la lucha contra la corona española.
Atongo, es la hacienda más antigua de la zona. Data de 1591, y está ubicada en la comunidad del mismo nombre. De clima fresco, debido a los cerros cercanos.
“Chichimequillas es de 1602, y Miranda se dice es de la segunda mitad del siglo XVIII. En Atongo, además de la hacienda, existen algunos montes que, se comenta, estos conspiradores se internaban para no ser descubiertos por el ejército virreinal y en el momento en que se requería que se unieran al ejército insurgente, se comunicaban con mensajeros que guardaban su identidad” mencionó.
En tanto, Antonio Fuentes Cortés, arquitecto y restaurador de la hacienda, explica que en Atongo se ubicaba el primer baño para caballos de la Nueva España. En la entrada de la hacienda se encuentra un poso, de unos tres metros de profundidad. Para ingresar hay una escaleras, en esa época era el lugar donde ejercitaban a los caballos.
El nivel del agua, apunta, era alto, por lo que el caballo para no ahogarse pataleaba y con eso fortalecía las patas. Ese era el principal ingreso de la hacienda en 1717, vender caballos fortalecidos.
En tanto Pérez Lara Hernández apunta, a manera de contexto, que un personaje a quien el país debe de reconocer como uno de los artífices de la Independencia es Alexander Von Humboldt, quien gracias a sus estudios es considerado el padre de la geografía moderna.
“Von Humboldt hizo posible la independencia de México porque gracias a su literatura creó una conciencia de libertad, de igualdad. Fue una persona dedicada a la cultura, y que por medio la pluma ayudó a la causa insurgente. Con sus estudios llega a Querétaro y se da cuenta de las condiciones míseras y de las injusticias que viven los nativos los exhorta a que sean independientes”.
Agrega que es necesario hablar de este personaje que en sus libros resalta a las haciendas de La Cañada, refiriendo apreciaciones respetuosas de la vida campirana de esa época.
Por otro lado el historiador apunta que en las tres haciendas de El Marqués existía un gran número de residentes con el apellido Villaseñor y que se dice eran familiares de Miguel Hidalgo. El último apellido del llamado Padre de la Patria era justamente Villaseñor.
En el caso de la hacienda de Miranda, su dueño, José Antonio Septién, y de quién se dice era muy amigo del cura Hidalgo.
Pérez Lara Hernández destaca que el papel de las haciendas en general fue importante, pues se convertían en lugares de abasto para los combatientes, además de ofrecer lugares seguros para descansar.
Además, precisa que hubo otra hacienda, la de Lobo, pero que para 1815 no resistió los embates de insurgentes y realistas, ya que era constantemente saqueada por uno y otro bando.
Agrega que en el caso de Chichimequillas, esa hacienda fue esencial para el triunfo de Agustín de Iturbide con el cual consumó la Independencia iniciada 10 años antes.
El historiador explica que en ese sitio el ejército de Iturbide iba a enfrentar a un reducto del ejército virreinal.
Iturbide se entera de que de Durango venía un tren con oro para pagarles el salario a los soldados realistas. El enfrentamiento se lleva a cabo cerca de San José Casas Viejas. Al ejército de Iturbide se le unieron 600 hombres de Chichimequillas, que hicieron que el ejército libertario se viera más imponente y numeroso, por lo que los realistas optaron por la rendición.
Este tipo de lugares sustentaron el movimiento de Independencia y más aún la Revolución Mexicana, pudieron aguantar un siglo más después de la primera. Ya con el triunfo de la Revolución y la creación del ejido se perdió el concepto de la hacienda.