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No son ni las siete de la mañana y cientos de personas ya comienzan a reunirse en la explanada del templo en espera del arribo de los dos toros que harán el recorrido del Paseo del Buey, una tradición que cumple 286 años de llevarse a cabo en El Pueblito, municipio de Corregidora.
Tras haber sido cancelada el año pasado por la pandemia de Covid-19, este año regresó esta tradición que está arraigada desde hace muchas generaciones en las familias corregidorenses, por ello, se dan cita en el lugar, muchos abrigados hasta la cabeza, pues el frío cala, otros aún disfrutan de la fiesta que empezó desde el sábado que todavía no termina.
Son las siete de la mañana y el primer toro ya se encuentra en el lugar, ahora va a bordo de un remolque pues, contrario a como tradicionalmente se realiza el recorrido (a pie), en esta ocasión lo harán en caravana, a bordo de vehículos, pues las restricciones sanitarias prohíben las aglomeraciones que el paseo regularmente conlleva.
El segundo toro arriba un poco más tarde, las autoridades municipales y eclesiásticas ya esperan en el lugar para dar la bendición a ambos animales.
Muchos de los presentes ya han olvidado la sana distancia, tal vez un poco obligados por el frío o simplemente por costumbre, a través del sistema de audio les recuerdan separarse.
Padres cargan a sus hijos en brazos o en hombros para que tengan una mejor vista, decenas de niños se trepan en los remolques para ver más de cerca a los toros que este lunes se estarán comiendo en caldo.
Los remolques van adornados con flores de papel de colores y, como es costumbre, el toro lleva colgando en los costados todos los ingredientes con los que más tarde será puesto en una olla para preparar el caldo de buey: especias, hierbas de olor, ajo, hasta tortillas de colores lo adornan.
Originalmente los toros hacían este recorrido a pie, rodeados de miles de personas que año con año se reúnen en el lugar para estas celebraciones, sin embargo, a pesar de ser un festejo ancestral, ha sufrido modificaciones en sus protocolos, pues antes los animales (que normalmente van atados) recibían golpes para obligarlos a caminar, ahora esta práctica se ha eliminado, pues reconocen que no es humana.
El recorrido que realizan los animales tenía como objetivo que la población del lugar pudiera verlos y constatar que no eran robados y que se encontraban en óptimas condiciones para ser comidos.
Mientras los toros hacen su recorrido, las personas comienzan a dispersarse, algunas entran al tianguis dispuesto a unos pasos del templo, donde buscan un buen lugar para desayunar, otras entran al templo dondeescuchan misa, mientras que son las familias acompañadas de niños, las que se quedan afuera, en la explanada del templo, donde se ha colocado la figura de un toro, adornado igual a los que van en el paseo, decenas de niños se suben a la figura, se toman fotos y corren alrededor, en un ambiente festivo.
Cerca de las nueve de la mañana, los toros regresan al punto de partida, acompañados de cohetes y la banda de música.
Una vez en el lugar, quienes iban a bordo de los remolques, acompañando a los animales, comenzaron a retirarles todo lo que los adornaban, para regalarlo a las personas.
"Yo sí quiero una cabeza de ajo", dijo una señora mientras estira la mano para pedirla, otro padre de familia se acerca y toma una de las bolsas de tortillas que cuelgan de las redilas, poco a poco se van acercando más personas y todas las especias, el cilantro y lo que adornaba a los animales, se reparten entre la gente hasta dejarlos desnudos, de ahí continúan su camino hasta el que será el último lugar donde los verán con vida.
El ambiente se mantiene alegre, se han olvidado del sueño o de que la mayoría madrugó en domingo, todos quieren seguir celebrando a la Virgen del Pueblito, aunque poco a poco empiezan a marcharse y a abarrotar el tianguis, caminan entre los puestos y la música.
Los vendedores que ya tienen instalados sus lugares son principalmente los de comida, quienes aseguran a los transeúntes que es el mejor lugar para el desayuno, otros espacios aún se mantienen cerrados y algunos otros comienzan apenas la instalación.
Si bien el Paseo del Buey es el festejo que más se reconoce fuera de El Pueblito, ésta es sólo una parte de todos los festejos que se realizan durante nueve días, el novenario para conmemorar el traslado de la Virgen desde su antigua ermita hasta el actual santuario que la alberga.
Este lunes, alrededor del mediodía, todos los habitantes del Pueblito podrán acudir a pedir el famoso caldo de buey, que tradicionalmente degustaban todos en juegos en mesas que se instalaban a lo largo de calles, para que todos pudieran disfrutar del banquete; sin embargo, este lunes el caldo se repartirá sólo para llevar, donde las familias tendrán que acudir con un recipiente para que se les entregue y lo puedan disfrutar en casa, todo ello, para seguir cuidando que las medidas sanitarias se mantengan.
En este 2022, las fiestas de El Pueblito cumplen dos años de haber sido nombradas Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de Querétaro.