Querétaro, Qro.
Después de casi dos meses y medio de que la mayoría de los establecimientos comerciales del Centro Histórico de Querétaro cerraron por la pandemia de Covid-19, ahora se preparan para la reapertura con nuevas medidas sanitarias, como es el caso del restaurante 1810, uno de los espacios más frecuentados por políticos y periodistas.
Está ubicado frente al Palacio de Gobierno o Casa de la Corregidora, y es un establecimiento que tendrá que cambiar sus esquemas de operación, debido a la gran cantidad de personas que ahí se reunían, principalmente por las mañanas, pues ahí se daban cita políticos e intelectuales.
Victorino Berdeja Segura, capitán de meseros, dice que no se han “despegado” de la empresa. Sólo la primera semana el inmueble estuvo cerrado, pero han ido cada semana a hacer limpieza. En días recientes decidieron implementar el servicio para llevar.
Del 1810 dependen 60 familias. Son 25 personas por turno (mañana y tarde), y 10 laboran en las oficinas.
Victorino destaca que no hubo recorte de personal. “Nos aguantó a todos. No puedo decir lo mismo de muchas empresas que tristemente dieron de baja a su personal. La patrona preguntó cuando cerró quiénes querían seguir con ella. Todos nos quedamos, por eso hemos estado apoyándola en la limpieza que se ha requerido en el restaurante”, enfatiza.
Destaca que el 1810 es un lugar privilegiado, tanto por su ubicación como por el ambiente que se vive ahí todos los días.
El capitán piensa que muchos de los clientes tardarán en regresar a las mesas, aunque también habrá muchas personas que desean regresar a la calle.
Sin embargo, Victorino dice que el regreso será diferente, pues habrá un impacto en la atención de los clientes.
“Estaba viendo las noticias de los protocolos que señalan que sólo quieren mesas con un máximo dos personas, y que no haya grupos grandes”.
Explica que entre las medidas que deben tomar para esta nueva normalidad está revisar la temperatura del personal. Que cuando muestre síntomas de alguna enfermedad no se presente a trabajar, usar guantes, cubrebocas y caretas.
Asimismo, lavarse las manos con más frecuencia y limpiar las mesas de manera frecuente.
El futuro, como para la inmensa mayoría de la ciudadanía, es incierto, pues las medidas en todos los lugares, la forma de trabajar, de relacionarse, cambiará, al menos en el corto y mediano plazo, considera Berdeja Segura.
“A lo mejor hay gente que ya desea ir a un restaurante, pero el problema es que la clientela no va a poder hacer lo que acostumbraba. También ellos tienen muchas restricciones.
“Yo creo que [la nueva normalidad] será un poquito complicada, pero conforme vayan pasando los días y que vayamos saliendo del problema, todo va a mejorar”, precisa.
Victorino habla con cariño de su trabajo y de sus patrones, quienes, dice, tienen una gran calidad humana, pues tratan bien a su personal y se preocupan por ellos.
Añade que todos hacen bien su trabajo y lo hacen contentos, y muestra de ello es el ambiente que se vive en el 1810, que se refleja en la calidad del servicio y en la permanencia del personal.
El capitán de meseros cuenta que está acostumbrado a estar siempre ocupado, por lo que durante la contingencia sanitaria trató siempre hacer algo productivo.
“El tiempo de quedarse en casa fue complicado. Estaba acostumbrado al ir y venir en el trabajo, permanecer en confinamiento resultó tedioso.
“[El confinamiento] es un poquito aburrido porque ya tenemos un buen rato [sin trabajar], desde el 23 de marzo. Laboramos hasta el 22 y cerramos el 23. Para no aburrirnos en casa [ya hice] muchas talachas, pero también ya es mucho tiempo”, dice.
Victorino tiene 18 años de trabajar en el 1810, y recuerda que no es la primera emergencia sanitaria de este tipo que vive, pues en 2009 también tuvo que lidiar, junto a sus compañeros con la epidemia de la influenza A-H1N1, pero que no fue tan severa como la de Covid-19.
“Nos restringieron igual que ahora, estábamos trabajando a 50%, pero nunca cerramos, seguimos con muchas medidas de higiene y todo eso, pero abierto el restaurante”, indica.