Fue don Ricardo, el padre de Ricardo Antonio García Huerta, quien le encomendó, en su lecho de muerte, continuar con la tradición familiar de servir como bombero. Aunque durante mucho tiempo se resistió a que sus hijos siguieran los pasos de su abuelo Enrique, quien fue bombero durante años en Xalapa, Veracruz, al final de su vida pidió este favor a uno de sus hijos.

“Mi abuelo fue bombero, y aunque en su tiempo no era una profesión bien remunerada, él siempre tuvo claro que servir a los demás era lo más importante”, recuerda Ricardo Antonio. En su lecho de muerte, don Ricardo pidió a su hijo que asumiera la responsabilidad de continuar con esta noble profesión. Así fue como, hace más de 10 años, Ricardo Antonio decidió dedicar su vida a ser bombero en Querétaro.

A lo largo de esta década, ha vivido momentos que lo han marcado. Al final, todos sabemos que los bomberos pueden llegar a salvar a nuestros gatos que huyeron a copas de árboles tan altos que ya no pueden bajar; pero también atienden accidentes violentos; derrumbes; choques de autos; atropellamientos y, por supuesto, incendios, siniestros que han ocurrido desde el inicio de esta profesión, hace siglos.

“El servicio que más me ha afectado fue un accidente donde había menores involucrados. Afortunadamente, todos salieron con lesiones leves, pero esas experiencias te impactan mucho”, comparte con voz serena. Es el peso emocional de ser bombero lo que, según él, más afecta a quienes eligen esta profesión.

Sin embargo, no sólo Ricardo Antonio carga con los desafíos de ser bombero; su familia también lo vive de cerca. Su esposa y tres hijos sienten el peso de sus ausencias y las largas jornadas de trabajo. “Más que tener miedo, a mi familia le cuesta trabajo no verme. Me voy uno o dos días completos, y eso es difícil para ellos”, comenta. La separación y los sacrificios familiares son parte de la vida de cualquier bombero, pero también han aprendido a valorar lo que significa su labor.

A pesar de las dificultades, su hijo de enmedio ha desarrollado una fascinación por la profesión que desempeña su padre. “Mi niño está fascinado. Cada cumpleaños quiere celebrarlo en la estación de bomberos, no hay otro lugar que le guste más”.

“Antes compartíamos equipo”

A lo largo de los 10 años que Ricardo Antonio lleva sirviendo en el Cuerpo de Bomberos de Querétaro, ha sido testigo de importantes mejoras en las condiciones de trabajo.

“Antes llegabas al turno y el primero que llegaba agarraba equipo, el que no, lo compartía”, recuerda. Hoy en día, cada bombero tiene su propio equipo de aire autónomo, una herramienta indispensable para garantizar su seguridad en situaciones de emergencia.

Sin embargo, las mejoras en equipo no siempre van de la mano con mejores condiciones salariales. A pesar de los avances, muchos bomberos, incluido Ricardo Antonio, deben buscar un segundo empleo para complementar sus ingresos.

“Tenemos que tener otro trabajo, la mayoría de los compañeros lo hace. Si tuviéramos un mejor sueldo, seguiríamos diciendo que no nos alcanza, pero es necesario”.

Un doble esfuerzo: ser bombero y electricista

Ricardo Antonio, además de ser bombero, es electricista. “En México, tenemos la cultura de que si el papá o el abuelo tiene un oficio, hay que seguirlo, y también yo aprendí electricidad”, explica. Compaginar ambas ocupaciones no es fácil, pero le permite dar estabilidad económica a su familia.

El hecho de que los bomberos tengan que trabajar en otros oficios para sostenerse sigue siendo un tema que le preocupa. Para Ricardo Antonio, la sociedad siempre está dispuesta a apoyar, pero considera que el respaldo debería venir de más arriba, con mejores salarios y condiciones laborales.

“Creo que los que siempre nos tienen que apoyar serían de más arriba”, afirma, dejando en claro que el reconocimiento a los bomberos debe ir más allá del agradecimiento verbal.

La importancia de la salud mental

Uno de los grandes retos que enfrentan los bomberos es el impacto emocional que tiene este trabajo en sus vidas.

Ricardo Antonio menciona que recientemente se les realizó un estudio psicológico, en el cual se encontró que los niveles de estrés que enfrentan son similares a los de los soldados. “Estamos relacionados prácticamente con lo que sufren los soldados, como ese tipo de nivel de estrés”, comenta.

Para lidiar con dicho estrés, una de las prácticas más comunes en los bomberos es hablar del servicio entre compañeros al regresar a la estación.

“Llegamos a la estación y platicamos lo que vivimos, lo que sentimos. Eso nos ayuda a desahogarnos”, describe, para horas después volver a responder a otro llamado de emergencia.

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