Desde niña tuvo el sueño de convertirse en policía, el ver a esas personas uniformadas, representando una institución y a la vez teniendo la oportunidad de servir a la comunidad. El desempeñarse como uno de estos agentes era uno de sus más grandes anhelos, y hoy es una realidad. Es la historia de Mireya Martínez, quien en la actualidad es parte de la Policía Estatal de Querétaro.
Originaria de Michoacán, desde muy chica llegó a vivir a Querétaro, ya que sus padres optaron por mudarse a este estado con la intención de tener mejores oportunidades de vida. Aquí estudió la carrera de Derecho, la cual concluyó exitosamente. Actualmente Mireya Martínez Ruiz tiene 30 años de edad y vive con su esposo, en el municipio de San Juan del Río, pero también es madre de dos pequeñas, de 12 y 13 años de edad, respectivamente.
Y aunque siempre quiso ser policía o pertenecer a una corporación de este tipo, no fue hasta que concluyó su licenciatura y que su situación familiar se lo permitió, que buscó la manera de adherirse a la Poes. Por ello fue que hace tres años y medio, al cumplir con los requisitos que solicitaba la convocatoria de la Policía Estatal, logró inscribirse a la academia, la cual logró pasar con éxito. Como todas las personas de nuevo ingreso, ella inició como policía y en la actualidad ya fue ascendida al grado de policía tercero y está adscrita al Centro Táctico Operativo 3 de San del Río.
¿Cómo es ser una mujer policía?
Por muchos años, algunas personas han tenido la falsa creencia de que ser policía es un trabajo para hombres; sin embargo, Mireya afirma que esto es un error, ya que con la debida preparación, las mujeres son capaces de desempeñar este y cualquier tipo de trabajo.
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Si bien dejó en claro que existen diferencias físicas entre hombres y mujeres, afirmó que esto no es impedimento para que cualquier mujer pueda desempeñar un trabajo policial.
Señaló que el trabajar como policía demanda un esfuerzo físico y emocional, comparado con otro tipo de ocupaciones, pero afirmó que con determinación y responsabilidad, se puede desempeñar este trabajo de la mejor manera.
Dijo que dentro de la corporación existe un buen ambiente entre las mismas mujeres, que al igual se desempeñan como policías o en puestos administrativos; no obstante, mencionó que son los compañeros hombres quienes buscan la manera de siempre orientar o aconsejar laboralmente a las mujeres que lo necesitan.
“Siempre existirá el miedo, pero eso es justo la razón para salir adelante, las barreras uno mismo se las pone y no hay que quedarse en el conformismo, las oportunidades existen, pero hay que ir por ellas. Una vez me preguntaron si yo recomendaría este trabajo, pero no es de recomendar, es de tener vocación”, asegura.
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Una mamá policía
Ejercer la maternidad y trabajar de policía al mismo tiempo es algo que a Mireya le ha resultado relativamente fácil, ya que afirmó que siempre ha contado con el apoyo de su familia para el cuidado de sus hijas, y es por ellas que afirma querer desempeñar su trabajo de la mejor manera para que se sientan orgullosas.
“Mi familia está muy orgullosa, se sorprenden de las actividades que realiza un policía, porque siempre les platico que la función policial va más allá de portar un uniforme, la función de policía no tiene horarios, no tiene barreras y hay que tener vocación de servicio para permanecer (...) mis hijas están muy orgullosas, para ellas el ver el uniforme colgado o ya puesto les hace decir ‘qué bonita carrera por poder ayudar a las personas’”, expresó.
Señaló que en la actualidad ella se desempeña en turnos de 24 horas de trabajo por 48 horas de descanso, por lo que la organización es pieza clave en su vida y la de su familia, ya que gracias a la planificación de actividades, delegación de tareas en el hogar y apoyo de su esposo, madre y hermanas ha podido desempeñar ambas responsabilidades.
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Ayudó a evitar un secuestro
Una de las anécdotas que Mireya tiene es lo que sucedió el pasado 19 noviembre de 2024, cuando ella se encontraba en su día de descanso, circulando en su auto sobre la carretera federal 120, a la altura de la comunidad de Bordo Blanco, en el municipio de Tequisquiapan, y observó un taxi que era manejado por un hombre pero en su interior viajaba una joven de aproximadamente 22 años, en un evidente estado de desesperación, por lo que estaba a punto de aventarse de la unidad pese a que ésta iba en movimiento.
Con la intención de saber qué era lo que sucedía, ella junto con otros automovilistas lograron cerrarle el paso al hombre para así ayudar a la joven a descender de la unidad y al mismo tiempo detener al sujeto, logrando de esta manera evitar que se consumara este secuestro.