Desde hace 10 años Sergio Rivera Magos se dedica a ser maestro en el aula de clases e investigador, y actualmente funge como coordinador de maestría en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), que confiesa, se ha convertido en su vida entera.
“Realmente mi vida es la universidad, toda gira en torno a esta institución y mis alumnos son como mi familia, les dedico todo el tiempo que puedo y todo lo que está en mí, esta puesto en ellos”, comparte Rivera, quien además asegura que ser profesor es un privilegio.
Y para este maestro, su profesión no sólo se trata de una labor que termina luego de una hora de clase, ya que busca entrar en el mundo personal de los estudiantes, quienes en ocasiones se han convertido también en sus amigos.
“Muchos rechazan esta visión porque pretenden mantener distancia, pero la verdad es que creo que es algo muy natural, porque al final uno los aprecia y estrecha lazos emocionales con ellos”, dice Rivera a propósito de considerarse como un formador integral y comprometido para ayudar a los alumnos incluso con consejos y apoyo moral.
Asimismo, su área de trabajo que es el salón de clases, para él es un lugar que se convierte en el centro de la acción, donde sucede de todo, desde el debate, pasando por los desacuerdos y a final de cuentas, el conocimiento, “es donde se construyen relaciones humanas de todo tipo y eso me parece fascinante”, celebra.
Sin embargo, uno de los retos más grandes de esta época es poder llegar a los jóvenes que se encuentran inmersos en un mundo en donde la tecnología está a la orden del día, a través de las redes sociales y el Internet, pero Rivera no encuentra impedimento para coincidir con los jóvenes a pesar de venir de una realidad análoga.
“Creo que hay un estigma sobre todo en lo que se refiere a los nativos digitales, pero si los profesores nos ponemos atentos y dejamos a un lado los prejuicios, podríamos conectar un poco con ellos a pesar de la diferencia generacional”, dice y asegura que para él el verdadero reto siempre es el mismo, ser el mejor profesor.
Finalmente asegura que pretende construir en sus estudiantes un conocimiento que no sólo los ayude a convertirse en licenciados o a tener una especialidad, sino a construir un marco ético que contribuya a la configuración de una mejor sociedad.
“La satisfacción más grande siempre viene del poder interactuar con jóvenes y sentir que uno les está aportando algo”, concluye. Redacción