Querétaro, Qro.

El Mercado Hidalgo es uno de los centros de abasto de mayor tradición y también más visitados de la capital queretana. En estos días se observa casi vacío.

Son las 3:30 de la tarde y apenas se cuentan 10 clientes entre todos los negocios de comida del Mercado Hidalgo. Los pasillos están solos, algunos locales ni siquiera abrieron, pues las ventas son tan bajas que no vale la pena gastar luz, agua o gas para preparar varios kilos de comida que no van a venderse.

El mercado Hidalgo está casi sin clientes desde hace una semana, cuando los casos confirmados de coronavirus en Querétaro formaron una ola de nerviosismo entre las familias, por lo que muchos ya no quieren comer en otro lugar que no sean sus casas.

Las medidas de salubridad tomadas por los gobiernos municipales y estatales —aunque necesarias— han agravado la crisis económica de los locatarios; esta semana se cerraron todos los espacios públicos, como la Alameda, parques y unidades deportivas, también se cerraron temporalmente todos los centros culturales y los museos, así como los conciertos, eventos deportivos y todo tipo de pláticas o conferencias.

Las clases en todos los niveles escolares también se suspendieron, reiterando una y mil veces que los ciudadanos deben permanecer en sus casas y guardar cuarentena, para evitar exponerse ante el virus del que ya se han contagiado cerca de 100 personas en nuestro país.

Todo esto ha disminuido las ventas de los locatarios del Mercado Hidalgo hasta 80%.

Martha Castillo Escobar, comerciante en este mercado desde hace más de 50 años, pues su madre también era locataria, comienza a trabajar todos los días a las seis de la mañana, cuando acude a la central de abasto para comprar los insumos necesarios, pero una vez en su negocio, los guisos preparados y las tortillas calientes se tendrán que guardar para después, pues no hubo suficientes clientes para terminar con la comida recién preparada, como tampoco hubo suficientes clientes el día de ayer o a inicios de semana.

“Todo es por el coronavirus, la gente está muy nerviosa, no quiere salir, no viene a comer aquí como antes, y ahora que suspendieron las clases hay mucho menos gente. En un día normal yo preparo un kilo y medio de pollo para vender en caldo o en mole, pero por las ventas bajas ya sólo cociné tres piezas de pollo, y con trabajos pude venderlas”, cuenta.

“Estos últimos días las ventas han bajado muchísimo, yo creo que han bajado en 80%, de verdad no vendemos casi nada. Yo estoy pensando en dejar de vender los viernes para no tener tanta pérdida, porque venir aquí y preparar aunque sea poca comida es un gasto de gas, luz, agua, algunos locatarios ya no vienen”, dice.

En el local de Martita, a primera vista están dos dispensadores grandes de gel antibacterial, como un último intento por atraer y tranquilizar a los comensales y lograr que se queden a comer.

El coronavirus es el tema principal en todos los rincones del mercado, a todas horas, sean clientes o vendedores, se escuchan teorías conspirativas sobre la pandemia; algunos dicen, mientras cucharean un rico caldo tlalpeño, que el gobierno de Querétaro rociará una especie de insecticida para acabar con todos los virus que existan en el aire.

“Yo creo que sí es verdad”, “a mí me lo enviaron por Whatsapp”, “pues hay que estar prevenidos”, dicen unos y otros mientras abren los ojos a más no poder y se apresuran a terminar su comida, tienen prisa por irse a su casa.

El ambiente no es muy distinto en otros puntos de la ciudad, por ejemplo, en algunos restaurantes y cafeterías del Centro Histórico, donde el número de clientes que pueden recibir se redujo en 50%, atendiendo la recomendación del gobernador Francisco Domínguez Servién, para evitar la concentración de comensales y guardar un espacio de seguridad entre cliente y cliente.

En una cafetería ubicada en los alrededores del Jardín Guerrero, pareciera que tienen al menos cinco mesas vacías, pero cuando los clientes piden un lugar se dan cuenta de que el cupo ya está lleno. “¿Pero y esas mesas vacías?”, “sólo podemos usar la mitad de las mesas para que los clientes no estén demasiado juntos y evitar que puedan contagiarse”, explican los meseros del lugar.

En los diferentes bancos, el área de cajeros es de libre acceso y opera con normalidad, pero el área de ventanillas es parcialmente restringida, pues sólo permiten entrar de una persona a la vez, para evitar que en el interior del banco haya más de 50 personas.

Por esta situación, un grupo de personas se aglomera en las entrada del banco, hacen fila para entrar y platican entre ellos sobre dicha medida: “Yo creo que esto ni siquiera funciona, somos más de 30 personas aquí afuera esperando nuestro turno, lo mismo podríamos contagiarnos aquí que adentro”, comenta una mujer que espera su turno para ingresar.

Esta semana se suspendieron en Querétaro los ciclos escolares de todos los niveles educativos, por lo que en palabras de los ciudadanos, las calles de la ciudad sí se perciben con menos personas.

“Yo sí noto que cada vez hay menos gente en el centro, de mi casa a mi trabajo hago media hora y hoy hice siete minutos, yo creo que es por lo de las escuelas, ya veremos en qué termina todo esto, hay que cuidarnos”, comenta Natalia, una joven vendedora de vestidos de gala en uno de los locales ubicados en el primer cuadro de la ciudad.

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